Capítulo 3

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Eran las ocho de la noche, Lucero estaba lista para salir con Armando, se había puesto un vestido negro que él le había regalado, pues era un hombre demasiado detallista, eso a ella le encantaba.

Suena el timbre y lucero va rápido y abre, al ver a su novio se le lanza y le da un abrazo fuerte que casi lo deja sin aire.

ARMANDO: Lu mi amor me estás dejando sin aire.

LUCERO: Ay lo siento mi amor, pero tu tienes la culpa por tenerme abandonada todos estos días, estaba ansiosa por abrazarte.

ARMANDO: Belleza yo también me moría por abrazarte y besarte.

LUCERO: Ah si pues no te creo, porque entonces me hubieses venido a ver antes, es más si hoy estás aquí es porque te lo pedí y no porque tu lo hubieses planeado (Dijo un poco molesta)

ARMANDO: Ay ya mi amor no te enojes, tu sabes que para mi eres lo más importante, solo que estos días he estado bastante ocupado con un par de negocios, pero te prometo que ya en unos días voy a concretar todo y entonces me tendrás solo para ti.

LUCERO: Pues eso espero, porque yo necesito a mi novio ya, me siento soltera.

ARMANDO: (riendo) ay mi vida no exageres, mejor vámonos ya.

LUCERO: Ok vamos.

Lucero y Armando llegaron a un restaurante lujoso, más bien demasiado lujoso, pues Armando era un hombre muy rico acostumbrado a los mejores sitios, se puede decir que era un poco clasista, algo que a Lucero no le gustaba mucho y esa era la razón por la que a veces tenían peleas.

Estando ya sentados en su mesa, comienzan a platicar:

LUCERO: Mi amor este restaurante está fantástico.

ARMANDO: Es lo que tu te mereces, no podía llevarte a cualquier sitio.

LUCERO: Tu sabes que no me importa a que lugar me lleves con tal de estar contigo.

ARMANDO: Pues te debe importar Lucero, tu eres una mujer de alta sociedad, y no puedes andar por ahí en cualquier pocilga, además eres mi novia y por lo tanto debes estar en los mejores lugares, relacionada con la mejor gente y no con personas insignificantes.

LUCERO: Mira armando ya te lo he dicho mil veces que no te refieras así de las personas y lugares que no son de alta sociedad como tu dices (diciendo con ironía y disgusto), recuerda que yo no nací en cuna de oro, no vengo de una familia rica como tu, yo me he ganado las cosas con mi trabajo y me siento orgullosa de donde vengo.

ARMANDO: Ya mi amor cálmate, no te enojes.

LUCERO: Como quieres que no me enoje si siempre resultas con tus comentarios clasistas, ya te lo he dicho mil veces que debes dejar de ser así, la gente no se juzga por lo que tiene, uno vale por lo que es como persona, pero parece que tu nunca vas a entender eso. Realmente no se porque estás conmigo si yo vengo de ese grupo de personas insignificantes como tu las llamas, no deberías mezclarte conmigo.

ARMANDO: Por favor Lucero, no te pongas así, lo siento si te ofendí, no era mi intención hacerlo, tu sabes que yo me siento muy orgulloso de ti, y te quiero por lo que eres, y ya se tu historia y se como te has superado, pero no todos son como tú, y eso es a lo que me refiero con mis comentarios.

LUCERO: Es que no todos tenemos la oportunidad de salir adelante, hay muchos que quisieran pero no pueden, nadie les brinda una oportunidad, al contrario lo que hacen es rechazarlos y juzgarlos así como lo haces tú.

ARMANDO: Está bien Lucero, perdóname ya se que soy un poco clasista, pero es que no lo puedo evitar. Te prometo que voy a ser prudente y dejaré de hacer esos comentarios, pero ya no discutas más conmigo si?

LUCERO: Es que siempre es lo mismo prometes y prometes pero no cumples, de vez en cuando sacas ese defecto que tanto me disgusta.

ARMANDO: Mi amor por favor ya perdóname, más bien cenemos que eso es a lo que vinimos.

LUCERO: Está bien pidamos la cena entonces, (le dijo estando aún un poco enojada).

Lucero y armando cenaron, pero en un total silencio pues ella ni siquiera le dirigía la mirada, luego salieron de allí y Armando la llevo de nuevo a su casa, al estar allí este le dice:

ARMANDO: Es increíble Lu, por fin podemos estar juntos y tu te enojas así conmigo, yo quería que esta noche fuera especial para los dos, que la pasáramos bien.

LUCERO: Pues yo también quería eso, pero tus comentarios lo arruinaron todo.

ARMANDO: Porque no me perdonas ya, de verdad siento mucho lo que dije.

LUCERO: pues te perdono, pero el enojo no se me va a pasar hoy, mañana estaré mejor y entonces te llamaré, pero por ahora dejemos así, ya es hora de que te vayas a tu casa.

ARMANDO: Entonces no vamos a pasar la noche juntos?

LUCERO: No (le respondió con frialdad), y ahora vete, debo entrar y descansar, mañana tengo bastante trabajo, te llamo luego, adiós.

Y sin decir más Lucero salió del auto y entró a su departamento, dejando a Armando enojado y frustrado.

Del desprecio al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora