Había llegado un nuevo día, un día en el que por fin Lucero ya no tenía ninguna atadura a Armando, un día en el que se encontraba feliz porque en la noche vería a su amado y le contaría que ahora era una mujer completamente libre, solo dispuesta para él.
El día había transcurrido normalmente, Lucero en la revista concretando nuevos reportajes y Fernando en el foro de grabaciones, a pesar de que estaban muy concentrados en su trabajo siempre había espacio en su mente para pensar el uno en el otro, para traer los diversos recuerdos de noches anteriores en las que se habían amado intensamente.
Al llegar la noche, como se había vuelto costumbre, Fernando llegó a la casa de Lucero, ella lo recibió con un fuerte abrazo y un ansioso beso. Ambos se sentaron en la sala, ella tenía recostada su cabeza en el hombro de él y Fernando la tenía abrazada con su brazo derecho, mientras que con el izquierdo jugaba con su cabello.
Lo primero que Lucero quería contarle a Fernando era que ya había terminado su relación con Armando, y así lo hizo, sin dar más espera le dio la noticia, le contó que Armando había llegado de sorpresa la noche anterior a su casa, y que allí mismo ella había hablado con él dando por terminada la relación.
LUCERO: Eso si, ya te imaginarás como fue su reacción.
FERNANDO: Si, me lo imagino, debió ponerse mal y hasta furioso.
LUCERO: Así fue, estaba desconcertado y al final se puso furioso.
FERNANDO: Bueno, es normal mi amor, en algún momento lo superará..... Ahora lo importante es que te tengo solo para mi.
Los dos emitieron una sonrisa, y luego juntaron sus labios en un suave beso.
LUCERO: Oye quieres que pidamos una pizza para comer ahora.
FERNANDO: mmm, pues me parece buena idea, porque ya tengo como hambre.
LUCERO: Ok, entonces espérame llamo y pido un domicilio. ( se levantó en busca del teléfono no sin antes dejarle un beso en los labios)
En cuanto lucero terminó de hablar por teléfono, fue de nuevo al lado de Fernando, así permanecieron largo rato, entre charlas, besos, caricias y risas.
De repente el momento es interrumpido por el timbre de la puerta.
LUCERO: Debe ser el domicilio, pero que rápido ha llegado (Exclamó con extrañeza).... Voy a abrir.
FERNANDO: No mi amor, déjame yo voy abrir, tu quédate aquí sentadita, descansa.
En ese instante Fernando se dirigió a abrir la puerta, pero tal fue la sorpresa que se llevó, pues no era el domicilio con la pizza, aquel que estaba allí en frente de él era Armando, el hombre con el cual Lucero había terminado la noche anterior.
ARMANDO: Tu que haces aquí? (Preguntó sorprendido)
FERNANDO: Yo.....
ARMANDO: No puede ser, (En ese instante sin pedir permiso entró, y mirando a Lucero le dijo) No me digas que este es el tipo por el que me dejaste Lucero.
Lucero sorprendida por la presencia de armando, se quedó atónita, sin decir una sola palabra; tan solo se levantó de donde estaba sentada.
ARMANDO: Respóndeme maldita sea.
LUCERO: Que haces aquí armando.
ARMANDO: No, no me cambies de tema, aquí el que preguntó primero fui yo, así que respóndeme.
Lucero no se atrevía a decir nada, solo miraba a Fernando como diciéndole "Que hacemos?", ese no era el momento para que Armando ni nadie se enterara, pero para su mala suerte él ya se había enterado.
ARMANDO: Creo que tu silencio lo dice todo.... Como puede ser posible que te hayas enamorado de este imbécil?
A Fernando no le gustó nada el insulto, pero prefirió quedarse callado, al fin y al cabo era comprensible que se expresara así, pues estaba herido.
ARMANDO: Dime Lucero, como es posible, después de que lo odiabas tanto, eso era lo que me decías constantemente no?, siempre que hablabas de él lo hacías con desprecio; como es que ahora dices que lo amas...... No puede ser que pases tan fácil del desprecio al amor.
LUCERO: Pues aunque no lo creas así sucedió, de repente todo ese odio se fue convirtiendo en amor, yo no lo busqué, ni Fernando tampoco, simplemente las cosas se dieron así.
ARMANDO: Pues me resulta muy difícil creerte, más bien pienso que desde hace rato ustedes dos se entendían, solo que lo ocultaban con ese supuesto desprecio mutuo... Claro esa es la pura verdad, me has estado engañando desde hace tiempo, no eres mas que una ####.
FERNANDO: Óyeme no, a Lucero la respetas *******, no te atrevas a insultarla de esa manera. (Se dirigió a él furioso)
ARMANDO: Pero si es la verdad, eso es lo que es una ####
A Fernando se le acabó la paciencia, el podía soportar que lo insultara a él pero no a Lucero, nunca lo permitiría, así que sin consideración se acercó a él y le soltó tremendo puño en la cara, el golpe fue tan fuerte que hasta sangre le empezó a brotar en la comisura de los labios.
ARMANDO: Imbécil, como te atreves (le dijo tocándose y mirándose la sangre que le había quedado en los dedos).
Pero Armando no se quedó quieto, enseguida se lanzó contra él para devolverle el golpe, ahí fue donde comenzó una fuerte batalla entre los dos, golpes iban y venían, la pelea era tan fuerte que ambos cayeron al suelo, eso sí sin dejar de golpearse.
Mientras tanto Lucero estaba asustada, su cara demostraba una gran preocupación, no quería que se hicieran daño, de inmediato alzó su voz pidiéndoles una y otra vez que se detuvieran.
LUCERO: Por favor, ya no más, dejen de pelearse........ Basta ya, Fernando por favor.
Pero ninguno de los dos le hacía caso, estaban llenos de ira y lo demostraban con cada uno de sus golpes.
Lucero se encontraba sin saber que hacer, pensaba que se matarían ahí mismo si no se separaban pronto, en ese momento deseó ser hombre o por lo menos tener la fuerza de un hombre para meterse entre ellos y lograr separarlos, pero lastimosamente no era así.
Haciendo de nuevo un intento, le rogó a Fernando que por favor se detuviera, que lo hiciera por ella, que ya no soportaba verlos así.
Fernando al escuchar su voz asustada y suplicante, se detuvo por un momento y empujó a Armando zafándose de él. Se levantó de inmediato y pudo ver en la cara de Lucero su angustia y desespero. Solo por ella había parado la pelea, no quería darle disgustos, así que con notable enojo todavía, le dijo a armando que se fuera.
FERNANDO: Lárgate de aquí ya mismo.
Armando sintió que ya era hora de irse, ya se había desquitado un poco dándole ciertos golpes a Fernando, además si seguían así de seguro terminaría con sus costillas rotas. Así que sin más preámbulos se levantó dirigiéndose a la puerta para marcharse, no sin antes decirle algo a Lucero.
ARMANDO: Sabes algo Lucero, yo vine hoy aquí para pedirte que pensaras bien las cosas, para suplicarte que no botaras a la basura nuestra relación, pero ahora me doy cuenta que fue un error.... Solo espero que no te arrepientas algún día.
Y sin decir más finalmente se marchó.
Lucero se sintió mal como si ella y Fernando fueran unos delincuentes que acababan de ser juzgados, pero sabía que no era así ellos no tenían la culpa de nada, simplemente el amor se apoderó de ellos sin pedir permiso.
Al mirar a Fernando, se preocupó por como tenía la cara, era cierto que él había golpeado bastante a Armando, pero él no había salido limpio, su cara tenía pruebas de que su contrincante le había propinado ciertos golpes.
LUCERO: Mira nada más como tienes la cara. (le dijo acercándose a él y tomándole el rostro) y me imagino que en el abdomen también tendrás golpes.
FERNANDO: No es nada.
LUCERO: Como que no es nada Fernando, si estás lleno de sangre y con los pómulos hinchados.... De verdad que ha sido una locura que te agarraras a golpes con Armando.
FERNANDO: Entonces que querías, que dejara que te insultara de esa manera, eso si no lo permito.
LUCERO: Mi cielo te agradezco que me defiendas, pero no creo que haya sido la forma correcta, además a pesar de todo es comprensible que Armando me haya tratado así, está herido.
FERNANDO: No Lucero, no lo justifiques, por muy herido que se sienta, él no tiene ningún derecho a hablar así de ti.
LUCERO: No, no lo justifico, es solo que trato de ponerme en su situación..... Pero bueno ya, no hablemos más de eso, más bien siéntate y yo voy en busca del botiquín para curarte esas heridas (Le dijo con voz autoritaria)
FERNANDO: si señora, como usted diga.
Lucero solo manifestó una sonrisa y enseguida fue en busca del botiquín.
Al llegar de nuevo junto a él, sacó algodón, gasas y todo lo necesario para curarle los golpes. En cuanto empezó a rozar sus heridas, Fernando se empezó a quejar.
A los pocos minutos, sonó de nuevo el timbre, esta vez si era para entregar la pizza, Lucero abrió y la recibió entregando el pago. En seguida se dirigió de nuevo hacia Fernando para continuar lo que estaba haciendo.
FERNANDO: Ayyy, ay.
LUCERO: Ya Fer, no te quejes tanto, tu te lo buscaste.
FERNANDO: Ay, pero es que de verdad duele.
LUCERO: Lo estoy haciendo lo más suave que puedo, así que aguántate. No seas cobarde.
FERNANDO: Óyeme no soy ningún cobarde, más bien creo que tu me estás tocando duro y lo estás haciendo a propósito.
LUCERO: (Esbozó una sonrisa), claro que no. Te estoy tocando lo más delicadamente posible.
FERNANDO: Si claro (dijo irónicamente).... Más bien deberías curarme con besitos, esos si no me duelen.
LUCERO: Ajá como no (dijo riéndose). No señor, primero te curo con esto, y luego ya vemos si de recompensa te doy uno que otro besito.
FERNANDO: Mmmm está bien (Le contestó resignado).
Al terminar con sus labores de enfermera, Lucero decidió darle la recompensa, lo besó suavemente por toda la cara y luego terminó en sus labios.
Obviamente no iban a desaprovechar la pizza así que Lucero tomó un pedazo y mientras ella comía le daba a él pequeños bocados y a veces uno que otro besito.