Había Llegado el sábado, día en el cual se transmitía en vivo el programa de televisión donde conducía Lucero, por lo tanto había llegado la hora de que Fernando y Lucero se volvieran a encontrar.
El programa se transmitía a las 3 de la tarde, así que Fernando llegó al set de grabación media hora antes, tiempo en el cual harían los arreglos pertinentes. A él la noticia de que debía estar en el programa que conducía
Lucero, no le desagradaba para nada, pues esta era la oportunidad de volver a verla y confirmar si sus sentimientos hacía ella eran de amor o simplemente solo era un capricho.
Al llegar al edifico del set de grabación, Fernando Vio que Lucero también hasta ahora iba llegando, ella estaba a punto de subir en el ascensor, así que Fernando se apresuró y corrió para alcanzarla y poder entrar con ella en el ascensor. Una vez dentro los dos, Lucero le dirigió una mirada nerviosa, y no era para menos pues se encontraba allí con él, a solas, en un espacio reducido, y sin la oportunidad de escapar como lo había hecho la otra noche.
Pero eso era lo que quería Fernando, que Lucero no tuviera oportunidad de huir, quería demostrarle que él no se equivocaba al concluir que ella también sentía algo por él, quería tenerla allí junto a él, más bien muy cerca de él.
FERNANDO: Hola.
LUCERO: Hola (le dijo fríamente)
FERNANDO: Y cómo has estado Lucero?
LUCERO: Muy bien, gracias.
FERNANDO: Que bueno, la verdad es que yo no he estado muy bien que digamos desde la otra noche.
Este comentario puso aún más nerviosa a Lucero, pues lo que menos quería era que él le mencionara aquella noche, y mucho menos aquellos besos.
Fernando notó el nerviosismo de Lucero y al darse cuenta de que ella no quería decir nada, volvió a tomar la palabra.
FERNANDO: Bueno parece que el tema te incomoda, pero la verdad es que no puedes huir de la realidad, lo que pasó esa noche entre los dos fue real, y nada ni nadie lo puede cambiar.
LUCERO: Lo que pasó esa noche fue una estupidez, fue un abuso de su parte, usted es un atrevido que me beso a la fuerza; definitivamente no me equivoco cuando pienso que usted es un ser desagradable.
Fernando al escuchar la respuesta de Lucero, decidió que los dos debían tener una conversación, así que sin previo aviso oprimió el botón que detenía el ascensor, Lucero al darse cuenta le reclama:
LUCERO: Oiga que le pasa?, porqué lo detiene?
Ella trata de oprimir el botón para hacerlo arrancar de nuevo, pero Fernando le agarra el brazo evitando que lo alcanzara, y aprovecha para arrinconarla contra una de las esquinas.
/FERNANDO: Así que te parezco un ser desagradable no?, pues si te pareciera tan desagradable no me habrías correspondido el beso, porque eso fue lo que hiciste; a pesar que de que yo te tomé por la fuerza al principio, tu me seguiste el beso, y con la misma intensidad.
Que yo recuerde no insististe en forcejear conmigo, te rendiste muy fácil mi querida periodista.
Lucero estaba consternada por lo que estaba pasando, como era posible que se encontrara allí arrinconada, pegada a su cuerpo, sin poder hacer nada.
LUCERO: Pues me rendí porque era inútil seguir luchando contra usted señor Colunga, o que quería que siguiera lastimando mi cuerpo al tratar de soltarme de usted sabiendo que no lo iba a conseguir. Por Dios no sea iluso, que pensó? que yo me moría de ganas por besarlo?, está muy equivocado, créame que nunca antes había sentido tanto desagrado al besar a alguien.
FERNANDO: Pues no te creo, yo no sentí desagrado de tu parte, es más me atrevería a decir que ahora mismo lo que más deseas es que te bese (le dijo mirándola de manera provocadora)
LUCERO: Ay por favor, no sea ridículo, ya le dije sus besos me desagradan, lo único que siento por usted es odio.
FERNANDO: Pues vamos a ver si es cierto, ahora mismo me vas demostrar que tan cierto es lo que dices.
LUCERO: Qué? A se refiere?, que piensa hacer?
FERNANDO: Esto.
Le respondió Fernando, y sin dudarlo, al instante abrió su boca para capturar la de ella, la estaba besando con una fuerza y una pasión arrolladora, le estaba demostrando que ella también sentía algo fuerte por él, y que sus bocas se anhelaban mutuamente.
Como era de esperar Lucero al principio puso resistencia, pero era inútil que se opusiera a lo inevitable, ella sabía que su boca deseaba la de él, y que su cuerpo anhelaba tenerlo cerca, así que abandonando la razón y el control, se dejó llevar por el fuerte deseo y la pasión que la inundaba, sus labios se empezaron a mover al ritmo de los de él, y su boca se abrió para darle paso a su lengua.
Allí estaban los dos, enlazados por sus bocas, explorándose mutuamente, sintiendo sus corazones latir fuertemente, entregándose al placer del amor y la pasión.