Déjame darte un beso, de esos que no se olvidan, ni en otros labios, ni en otras noches, ni en otras vidas.
Lo malo de morirte de amor, es que no te mueres.
Es difícil decirle adiós a algo con lo que ya te habías ilusionado.
El problema empezó cuando escribí tu nombre por el simple hecho de rellenar una hoja en blanco. El problema empezó ahí, al ser consciente de que te quería, incluso, en las historias que aún no había escrito.
Me perdí en su mirada, es que el color de sus ojos me encantaba; no eran azules, ni verdes. Eran color café, café que quita el sueño, café que produce desvelos. Ahora me pregunto ¿por qué?, ¿por qué tú? Hay muchos chicos más, muchos ojos cafés que pueden encantar pero, dentro de todos ellos, TÚ, tú eres el que me condenó y si, dije condenó, porque el hecho de quererte es una condena.
Y que tal si soy tuya sin anillo ni título. Y que tal si soy tuya porque puedo y porque te quiero. Y que tal si la vida nos encuentra más juntos que casados, más enamorados que morados, más unidos que asociados. Y que tal si nos queremos sin porqués, sin excusas y sin miedos. Y que tal si nos hacemos verdad, realidas y Luna.