Los sabios y psicólogos dicen que no puedes amar a nadie si no te amas a ti primero, pero explicame una cosa ¿cómo puede ser eso cierto? Yo te amo, aún más de lo que me amo a mi misma; lo que siento por ti va fuera de todos mis límites.
Los poetas y filósofos dicen que la peor forma de condenar a alguien es convirtiendolo en poesía, y aquí me tienes condenandote una vez más {o tal vez me estoy condenando a mi misma al saber que tú no leerás esto}.
Ésta vez no escribiré de la comisura de tus labios o de como transformas mi día con solo ver tu sonrisa, no escribiré de la forma en que me haces sentir cuando me hablas o de lo mucho que me duele cuando me ignoras, no te describiré para que nadie se enamore de ti con solo leer como eres.
Le mandaré éste escrito a la Luna, a ver si ella se compadece de mi amor hacia ti y haga que cuando la mires en la noche pienses en mi; yo sé que la Luna me entiende, después de todo ella está enamorada del Sol y a pesar de lo mucho que lo ama nunca no pueden estar juntos y cuando edo llega a suceder, nosotros los mortales disfrutamos de ese hermoso ritual de amor entre ellos dos. Tal ves te parezca tonto comparar mi amor con astros pero soy una poeta perdida (en ti) y esa es mi condena, una condena tan bella que duele, arde saber que por más que lo intente nunca serás para mi.
En algunas culturas antiguas siempre de marcaban la piel con navajas para que quedara grabado algo importante, bueno... quise seguir ese ejemplo, te llevo en mi, y, además te hice infinito convirtiendote en un verso.