3. Novata

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Desperté.
Estaba en una habitación pequeña que tenía pinturas abstractas en todas las paredes, ¿qué hacía yo allí? Había tenido un sueño muy raro. Reí pensando que tal vez había bebido mucho en algún bar y me encontraba en la casa de una amable persona, o tal vez me había acostado con alguien, aunque conservaba mi ropa intacta.
Me levanté de la pequeña cama de sábanas negras, casi vuelvo a caer sobre la cama por sentirme algo mareada, pero poco a poco comencé a recobrar el equilibrio; no encontraba mi calzado y mientras revisaba bajo la cama, la puerta se abrió.
Levanté la vista y todas mi alegría se esfumó.
-¡Despertaste!- exclamó Vivian y salté sobre la cama, asustada.
No había sido un sueño, nada de lo que había pasado fue un sueño, todo era real. Comencé a llorar, o más bien dicho a sollozar, porque las lágrimas no salían ¿era posible haberme quedado seca?
-No funcionará, sólo ten calma y sígueme- dijo Vivian.
-¿Y cómo sé que puedo confiar en ti?- pregunté algo alarmada.
-Estás viva ¿no?- preguntó con ironía.
Tenía razón, si hubiera querido matarme ya lo hubiera hecho. Suspiré y me levanté de allí, ella sonrió y me entregó dos zapatillas negras que en seguida me coloqué, había acertado con mi talla de calzado.
-Antes de seguirte quiero respuestas- dije algo exigente. Ella asintió-. ¿ Lo de anoche de verdad pasó? ¿No fue un sueño loco mío? ¿De verdad son vampiros? ¿Por qué no me comieron?
-Todo pasó, no fue un sueño tuyo, si somos vampiros, no te comimos porque Sakura y Takashi te tienen cariño- respondió ella con rapidez y seguridad.
Si ella no mentía, entonces yo debía de ser...
-Soy un vampiro- susurré sin poder creérmelo.
-Respira profundo y podrás darte cuenta de los cambios que ahora presentas- me recomendó.
Cerré los ojos y respiré profundo, poco a poco pude notar como mi cuerpo era más ligero, y como la sangre en mis venas era más espesa y corría con más lentitud. Podía sentir y oír mejor que antes, cada fibra e hilo que había en mi ropa podía sentirlo, e incluso creí escuchar como alguien volteaba la hija de un libro en un habitación lejana. Tal vez si era un vampiro, o tal vez todo era una cruel broma.
-Demuestrame que no es una broma- pedí en voz baja.
Vivian suspiró, abrió su boca lentamente mostrando dos hileras de dientes, de los cuales se podía observar lentamente como sus colmillos superiores se alargaban, y sus ojos verdes poco a poco se tornaron completamente negros. Me dedicó una sonrisa y supe que no mentía.
Ella era un vampiro, y yo también lo era.

Era de noche, podía ver la luna menguante a través de las ventanas de la biblioteca, donde Charles y Jerome me esperaban. Vivian me indicó que me sentara y que ellos me explicarían todo, porque era solo una novata.
-¿Dónde están Tash y Sakura?- pregunté.
-En la universidad, y antes de que preguntes, no puedes ir allá, no esta semana, primero necesitas conocer ciertas reglas- respondió Jerome.
Los anteojos de Jerome me inquietaban, según Vivian al ser vampiro todos los sentidos se ampliaban, así que no le veía necesidad a que él usara anteojos con tan perfecta vista de vampiro.
-Estoy lista para que me eduquen- respondí.
Todo aquello era algo confuso, pero me estaba tomando con mucha tranquilidad el vampirismo. Lo cual era raro en mí.
-Primero hablaremos de tu alimentación- dijo Charles-. El primer mes se te proveerá sangre aquí mismo, tenemos unas reservas para los novatos, mientras te vas a entrenar para poder alimentarte por tu propia cuenta sin salirte de control.
-Pero yo no quiero dañar a nadie- repuse.
-Y no lo harás, si te entrenas bien. El entrenamiento te ayudará a controlarte y sólo tomar la sangre necesaria para alimentarte y no matar a nadie. Tenemos prohibido matar a los humanos sin su consentimiento- respondió Charles.
-¿Lo tienen prohibido? Significa que tienen leyes o algo así ¿no?- mi curiosidad había aumentado de gran manera.
-Así es, con el paso de los años, los humanos, vampiros y otros seres, que conocerás luego, hemos creado reglas para mantenernos en paz, y cada ser tiene un embajador y autoridades que se encargan de que las leyes se cumplan ¿entiendes?- explicó Charles y asentí-. De acuerdo, creo que ese punto ya está listo, Jerome, te toca.
Jerome sonrió sacudiendo polvo de su vaqueros, parecía algo pedante.
-Hablaremos de tu nueva anatomía- anunció él ajustándose sus anteojos-. Como Vivian te habrá dicho tus sentidos se han ampliado, pero no sólo eso, también tu fuerza y tu agilidad, pero debes entrenarte para saber usarlas a tu favor...
-¿Porqué usas anteojos si tienes buena vista?- lo detuve y me miró con severidad.
-Porque sí- respondió él con molestia y suspiró-. Siguiendo con lo que decía, tu cuerpo ya no tolera la comida humana, todo te sabrá y te olerá horrible, pero si quieres mantener las apariencias de vez en cuando tendrás que comer algo, al principio es difícil pero te acostumbrarás.
-De acuerdo.
Charles estaba sentado mirando con atención.
-Evita los objetos de plata, será peor que quemarse. No puedes salir al sol, y antes de que lo digas, no es porque te convertirás en polvo, es porque te hará más daño que la plata- anunció mirando a la ventana.
-Comprendo. ¿Cuándo podré salir?
-Ahora no, deja de interrumpir.
-No interrumpía, ¡ya habías terminado!- exclamé algo molesta, aquel chico era un pedante molesto.
-No había terminado- dijo él con notoria molestia en sus ojos.
Me levanté para confrontarlo. Sentía como mi sangre se calentaba.
-¡Eres un pedante! ¡Estúpido!- exclamé.
Y en una fracción de segundo me encontraba entre la pared y su mano que apretaba con fuerza mi cuello haciéndome daño. Aquel chico estaba fuera de sí e iba a matarme.

Al Rojo Vivo © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora