8. Dos caras

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Pude evadir el gancho izquierdo de Jade, pero el derecho no, caí al suelo debido al impacto que recibí en mi mejilla izquierda.
-Debes ser más rápida- indicó ella ayudándome a levantar.
-Debo ser más rápida- repetí sacudiendo mi ropa de entrenar.
-Mañana trabajaremos con ello, puedes irte- dijo ella con una sonrisa.
-Nos vemos mañana- le devolví la sonrisa y salí corriendo del gimnasio.
Después de una ducha fui hacia la biblioteca donde Nate me había citado deslizando una nota bajo la puerta de mi habitación que decía:
"En la biblioteca después de tu entrenamiento, es importante.
-Nate"
Cuando llegué a la biblioteca sólo estaba Jerome, y me llevé una gran decepción por ello, ¿porqué Nate me citaba si me iba a dejar con Jerome? Quería hacerle daño. Mucho daño, a ambos.
-Al fin llegas- dijo Jerome con una mueca de molestia-. Primero que nada estás acá porque Nate quiere ayudarte, y segundo, yo estoy acá porque soy el único que puede proporcionarte esa ayuda.
-¿De qué hablas?- pregunté confundida.
-Debes volverte más fuerte y eso no lo lograrás entrenando con Jade- respondió quitándose los anteojos, sus ojos dorados brillaron como estrellas.
-¿Cómo lo lograré?- pregunté intentando ocultar mi emoción.
-Ven conmigo y te lo diré.
Lo miré dudosa, no quería seguirlo, pero había causado en mí mucha curiosidad.
-¿Y qué pasará si te sigo?- pregunté mirándolo con seriedad.
-Eso tendrás que descubrirlo tú misma- respondió saliendo de la biblioteca.
Lo seguí, mi curiosidad ganó y lo seguí murmurando mil insultos hacia mí por ser tan curiosa y débil, incluso percibí a Jerome sonreír ante tal espectáculo que le presentaba. Idiota. Salimos del edificio caminando por las mismas colinas donde había corrido con Nate, caminamos un buen rato hasta llegar a una vieja cabaña de madera con las luces encendidas. Alguien allí nos esperaba.
Jerome tocó la puerta y esta se abrió con rapidez, tras ella apareció una mujer pálida como la nieve y de cabello azul metálico, era hermosa y extraña, sonrió mostrando una gran hilera de dientes perfectamente blancos.
-¿Es ella?- le preguntó la mujer a Jerome y él asintió-. Bienvenida, pasen adelante.
Jerome y yo entramos siguiéndola a ella, el lugar era pequeño pero había suficiente espacio para algunas cosas, había una chimenea encendida, unos cuantos sillones rojos y una mesa con un montón de piezas del algún aparato roto. Jerome y yo nos sentamos en uno de los sillones y ella en otro.
-June, te presento a Parva- dijo Jerome señalando a la mujer.
-Un gusto conocerte, June- dijo ella con amabilidad.
-El gusto es mío- respondí.
-June, te he traído acá porque Parva puede hacerte más fuerte- indicó Jerome.
-De acuerdo, ¿tengo que entrenar con ella?- pregunté creyendo entender todo.
-No, tienes que beber de ella- respondió Jerome y lo miré espantada.
¿Beber de ella? No podría hacerlo, era un vampiro como yo, y eso sería como canibalismo.
-¿Hablas en serio?- pregunté con incredulidad.
-No te preocupes June, no me harás daño- acotó ella con una sonrisa tranquila.
-Pero no sería correcto, eres una de nosotros- comenté escandalizada y ella rió.
-Soy algo muy diferente a ustedes- respondió ella colocándose de pie.
Se colocó frente a mí y pude ver con claridad cono sus plateados ojos se agrandaban y como dos extra surgían en su frente, en cuestión de segundos aquella chica tenía cuatro ojos, era perturbador y atrayente.
-¿Qué eres?- pregunté sorprendida.
-Algo que puede ayudarte- respondió ella y sus cuatro ojos parpadearon simultáneamente.
-Tienes que beber de ella- dijo Jerome con tranquilidad.
-¿Tú ya lo has hecho?- le pregunté.
-Sí, también Nate y los gemelos- respondió él-. ¿Porqué crees que somos tan fuertes?
-Adelante- me alentó Parva.
Me levanté del sillón acercándome a Parva, coloqué mis manos sobre sus hombros y me concentré en la sangre, haciendo surgir mis colmillos. No estaba segura de hacerlo, no confiaba en Jerome, pero sí en Nate y los gemelos, así que lo hice, clavé mis colmillos en la suave piel de su cuello y comencé a tomar de su sangre que tenía un gusto dulce pero empalagoso, en pocos segundos me separé de ella y me dejé caer sobre el sillón. Mi cabeza daba vueltas, mis piernas y brazos palpitaban sin parar. ¿Qué me estaba pasando?
-Relájate y espera que pase el efecto- me indicó Jerome y su voz sonó dulce. Eso me espantó.
Respiré profundo y poco a poco el mareo y el palpitar de mi cuerpo se fue acabando, me sentía... mejor. Abrí los ojos y me encontré con la mirada dorada de Jerome, quien por alguna razón se veía más amable, y espeluznante.
-Hablaré con Jade, mañana comenzarás a entrenar con alguien más- dijo apartándose.
-¿Quién?- pregunté levantándome con rapidez. Todo se sentía más... sencillo de hacer.
-Se llama Shane, intenta no nombrar a los gemelos en su presencia. No se llevan muy bien- respondió volviendo a colocarse sus anteojos y su expresión de mal humor volvió.
-June, puedes volver cuando quieras- dijo Parva, quien ya tenía otra vez dos ojos normales.
-Ahora mismo sólo quiero irme a descansar, hay mucho que procesar- dije encaminandome hacia la puerta.
-No le digas a Charles o Andrea sobre esto, mucho menos a Vivian, se supone que Parva no debería de estar acá- repuso Jerome.
-¿Dónde debería de estar?- pregunté.
-En otro planeta- respondió ella con una sonrisa y reí.
-No diré nada- prometí y salí de allí.
Todo cambiaría a partir de ese momento, no tenía que ser vidente para saberlo, el problema era saber si la decisión que había tomado me beneficiaría o me destruiría.

Al Rojo Vivo © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora