6. Problemas

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Charles mantuvo la compostura, pero Andrea estalló en furia aullando y gruñendo, gritando una y otra vez: "Esto es inaudito" mientras que Jerome intentaba calmarla con palabras, y después de que se calmó un poco Charles mandó a Vivian a buscar a un tal Steve, indicándole que se apresurara mientras yo permanecía sentada mirando todo con confusión, quería saber que ocurría, pero debía esperar a que todo se calmara antes de preguntar.
-June, lamento que estés envuelta en todo esto- dijo Andrea sentándose a mi lado, había recuperado su forma normal.
-Me he visto envuelta en cosas peores desde que acepté una cita con un demonio- respondí mirando un gran estante de libros.
-Este mundo implica muchos riesgos- dijo y rió un poco.
-Me he dado cuenta- suspiré-. Quiero saber que ocurre, ¿por qué los alteró tanto el mensaje de Dylan?
-Te contaría la historia, pero creo que es mejor que Jerome lo haga- dijo y dibujé una mueca de disgusto con mis labios, lo cual la hizo reír-. Sé que no se llevan bien, pero él es quien te puede contar mejor todo.
Asentí y ella se levantó para buscar a Jerome, yo quería respuestas y las tendría, el problema era quien me las daría. Jerome se acercó a mí con la misma mueca de mal humor que yo tenía, suspiró ajustándose las gafas y dijo:
-¿Estás dispuesta a escucharme sin interrupciones?
-Sólo quiero saber- respondí asintiendo.
-De acuerdo. Los demonios han existido desde el principio de los tiempos y desde entonces se han alimentado del alma de los humanos, pero después de que un demonio y una humana se unieran nació el primer vampiro, una criatura que parece más humana que demonio a excepción de su sed de sangre- hizo una pausa para mirarme y respirar profundo-. Pero cuando un vampiro se une más a su lado demoníaco pasa a ser lo que nosotros llamamos un Rojo, ya que se reconocen por adquirir ese color en sus ojos, los Rojos nos han hecho la vida imposible durante muchos siglos, en especial después de que se fundaran las leyes para seres sobrenaturales en 1910, pero habíamos logrado controlar un poco la amenaza que los Rojos suponían, hasta que ella se salió de control, hemos intentado detenerla pero ha sido imposible, antes de que tú llegaras nos enteramos que está creando un ejército de Rojos, y ahora sabemos que los demonios se han unido a ella, lo cual pone en riesgo la paz que hemos mantenido y la vida de humanos y criaturas cómo nosotros.
Lo miré sorprendida y algo temerosa, había dicho tantas cosas pero lo último me tenía preocupada. El problema nos afectaba a todos, lo cual significaba que no podía estar a salvo en ningún lado.
-Habrá una guerra ¿cierto?- pregunté y Jerome asintió.
Me levanté del sillón y me retiré de la biblioteca pensando en algo más que mí, algo en lo cual no había pensado en mucho tiempo, incluso antes de volverme un vampiro, pero que tras la historia de Jerome se había vuelto lo primordial en mi cabeza.
Tenía que buscarlo, advertirle, pero no faltaba mucho para el amanecer y si salía el sol estaba frita, literalmente. Así que me fui a mi habitación, la cual me había sido entregada el día que Jerome casi me mata y donde estaban algunas de las cosas que los gemelos habían traído de mi viejo apartamento, al entrar cerré la puerta detrás de mí, me quité los zapatos y me dejé caer sobre la cama durmiendo casi al instante.
***
Tomé mi mochila y salí de la habitación mirando hacia todos lados, no había muros en la costa así que seguí mi camino intentando ser lo más sigilosa posible, ya el sol había  caído y era el momento perfecto para irme.
-¿A dónde crees que vas?- preguntó alguien detrás de mí cuando casi llegaba a la salida.
Me detuve y volteé a enfrentar mis problemas, encontrándome con la mirada de reproche de Jerome y una sonrisa burlona de Nate. M- I- E- R- D- A.
-¿Vas a huir?- preguntó Nate en burla.
-No, necesito hacer algo- repuse con firmeza. No iba a dejar que me detuvieran.
Ambos chicos se miraron y dijeron casi al unísono:
-Te llevamos.
-No. Iré sola- respondí-. Además Jerome, no se porque te ofreces a llevarme cuando ambos nos llevamos mal.
-Sólo quiero asegurarme de que tú y Nate no comentan alguna estupidez como la otra vez- respondió lanzando una mirada hostil a ambos.
-June, será mejor que aceptes, podemos ir en el auto de Jerry y llegar más rápido, sea a donde sea que quieras ir- dijo Nate.
-Te he dicho muchas veces que no me llames Jerry- reclamó Jerome, haciendo reír a Nate.
-Y yo te he dicho que no puedes impedírmelo- le respondió Nate y Jerome suspiró vencido.
-¿Vienes o qué?- preguntó Jerome encaminandose al garaje, el cual había visitado el día que mi auto volvió detrozado, antes de mandarlo a reparar.
-De acuerdo- acepté a regañadientes.
Nate y yo seguimos a Jerome al garaje donde Jerome nos esperaba frente a un auto negro muy lindo y algo pequeño, aunque parecía ser un último modelo, al vernos, el chico de las gafas entró del lado del conductor, así que Nate corrió para ir adelante con él y dejarme a mí atrás. No quería que aquellos chicos me acompañaran pero era la única forma de que no me impidieran ir hacia mi destino.
Salimos del lugar en el auto de Jerome, les indiqué a ambos que camino tomar y hacia donde ir, mientras ambos hablaban y escuchaban música en la radio, yo sólo pensaba en lo que tenía que decir.
-Llegamos- anunció Jerome deteniéndose frente a una casa azul que reconocía a la perfección.
-Exactamente ¿a qué venimos?- preguntó Nate mirando la casa.
-Necesito hablar con alguien- respondí mientras los tres nos bajábamos del vehículo.
-¿A quién?- inquirió Nate.
Suspiré nerviosa y temblorosa, sintiendo ganas de vomitar la sangre que había tomado en el camino a ese lugar.
-Mi hermano.

Al Rojo Vivo © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora