9. Cuernos

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Me dirigía hacia mi auto, que había sido devuelto a mí dos días antes, el estacionamiento de la universidad estaba más desolado de lo normal, cuando una sombra apareció de la nada sobre el capó de éste, di unos pasos atrás alarmada, creía que era Dylan pero me equivoqué. Era un hombre fornido con un manojo de rulos cafés en su cabeza y una sonrisa socarrona que mostraba dientes afiliados como los de un tiburón.
-Buenas noches, Pequeña Drácula- dijo con su voz muy grave.
-¿Quién eres?- pregunté soltando mis cosas para responder a cualquier pelea.
-Un gusto conocerte a ti también, Juniciosa- respondió y rió a carcajadas-. Me presento, soy Joseph. Demonio de alto rango, devorador de almas... y gran amante- me guiñó un ojo con coquetería y se levantó del capó de mi auto.
-¿Qué quieres? ¿Cómo sabes quién soy?- pregunté sin bajar la guardia.
Llevaba una semana entrenando con Shane y además de ser molida varias veces también había progresado al aprender a usar mi fuerza y mi velocidad incrementada.
-Vengo a proponerte un trato, según me han dicho te has vuelto más fuerte y necesitamos fuerza de nuestro lado, ¿quieres unirte a nuestra causa?- acotó sonriente.
-Ni lo sueñes. No pienso ayudarlos- respondí casi gruñendo.
Colocó una mueca de desagrado y me miró.
-Sé que tú, el lobito y el otro chupasangre ocultan algo- dijo caminando hacia mí-. ¿Qué se traen entre manos?
-¿Te refieres a Nate y Jerome?- pregunté sin inmutarme un poco.
Shane me había enseñado algunas cosas sobre como actuar en presencia de demonios, y una de esas era no mostrar sorpresa o tristeza.
-Sí, ellos. ¡Qué casualidad que los nombres! Porque acá están- respondió sonriendo.
Miré hacia los lados hasta que logré visualizarlos. Ambos se acercaban caminando con tranquilidad y una sonrisa de seguridad en sus rostros. Tal vez Joseph tenía razón y ellos planeaban algo, algo en lo que yo no estaba incluida.
-¡Joe! Tiempo sin verte- exclamó Nate con una sonrisa-. ¿Te hiciste algo? Te ves genial... No me digas ¿corte nuevo?
-Un gusto verte también, lobito- respondió Joseph imitando el tono de broma de Nate.
¿Acaso se conocían?
-Deberías de irte- dijo Jerome con una voz amenazante que hasta a mí me causó escalofríos.
-Pero yo no quiero irme- respondió Joseph un segundo antes de tirarme al suelo con sus brazos.
Grité y luché intentando librarme de su agarre, sus manos sostenían con fuerza mis brazos y de ellas comenzaban a salir garras que se enterraban en mi piel causandome daño. Todo había ocurrido tan rápido que apenas reaccionaba al dolor, pero también con más misma rapidez que me atacó, se apartó. O fue apartado por la figura lobezna de Nate.
-¡Oh, vamos!- exclamó Joseph mientras Jerome me ayudaba a levantarme-. Me estaba divirtiendo, Nate.
Nate aulló con suavidad y saltó sobre Joseph mordiendo su hombro con aquellos filosos dientes de lobo que tenía. Joseph rugió de dolor y desapareció de la nada dejando un rastro de cenizas.
Sonreí aliviada antes de perder la fuerza en mis piernas y casi caer al suelo, Jerome me sostuvo con sus brazos y la figura borrosa de Nate se acercó a mí. Algo me pasaba y sabía que aquel demonio tenía que ver en ello.
-Tenemos que llevarla con Parva- dijo Jerome.
Las luces del estacionamiento comenzaron a encenderce y apagarse como en una discoteca, incluso cambiaban de colores y un pequeño y viejo gato que estaba por allí comenzó a bailar siguiendo el ritmo de la música. ¡Era hora de fiesta!
Me levanté tambaleante encaminandome hacia al gato, cuando Jerome se atravesó en mi camino, no usaba sus gafas y tenía una mirada felina en sus ojos.
-Ven conmigo, June- dijo él colocando sus manos en mis hombros.
Reí un poco.
-¿A dónde? ¡Me gusta estar aquí!- exclamé levantando los brazos en celebración.
-Ve con él, yo me encargaré de tu auto- oí decir a Nate.
Asentí riendo un poco, Nate me sonrió entrando a mi auto y alejándose en el, en cambio Jerome se quedó mirándome con detenemiento y preocupación, se acercó a mí murmurando en voz baja que era una molestia para su paz y tranquilidad, pero antes de que llegara a mí dos manos se posaron sobre mis hombros. El olor a demonio que emanaba me hizo arrugar la nariz.
-Un paso más y será su fin- dijo la irreconocible voz se Dylan detrás de mí.
Me aparté de él pero solo logré caer al suelo. Estaba demasiado aturdida para intentar luchar. Dylan se acercó a mí y sus ojos dorados parecían más naranjas que la última vez.
-Puedes llevartela, es una molestia- dijo Jerome y reí, no esperaba que me protegiera cuando ni yo misma podía protegerme.
-¿Estás hablando en serio?- preguntó Dylan, parecía sorprendido.
-Claro, es demasiado insolente y envenenada no me sirve de mucha ayuda- respondió Jerome sin inmutarse.
Me levanté con lentitud del suelo y caminé tambaleante hacia Jerome, pero él me ignoró sólo para saltar con rapidez sobre Dylan y arrancarle un brazo. Abrí los ojos asombrada mientras el demonio miraba como su brazo se convertía en polvo y Jerome volvía a mi lado.
-¿Qué has estado bebiendo últimamente, Jer-Jer?- preguntó Dylan con una sonrisa divertida, parecía estar de muy buen humor para alguien que acaba de perder un brazo.
-Ya sabes, lo de siempre. Sangre de vírgenes- respondió Jerome con una sonrisa donde sus colmillos sobresalían.
-¿Todavía existe eso?- bromeó Dylan y se echó a reír.
Aquello parecía más una reunión de preparatoria, ni siquiera podía creer que los demonios y vampiros fueran enemigos a muerte.
-Deberías irte ya. La pelea puede esperar- dijo Jerome cargandome por sorpresa sobre su espalda.
-La próxima no te saldrás con la tuya- comentó Dylan.
-La próxima iré por tu cabeza- respondió Jerome antes de comenzar a caminar lejos conmigo sobre su espalda.

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⏰ Última actualización: Nov 30, 2015 ⏰

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