Capítulo 06~ Cara

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-Pequeño bastardo, ¡me has mentido!- Me dice Lindsay mientras me señala con un dedo acusador- Sí que estáis juntos desde entonces.

-Qué pesada, ¡que no!- Le respondo mientras me froto la sien.

-¡Si lo acabas de decir!

-Ah- Digo mientras aclaro mis pensamientos- Solo he dicho que empezamos a salir.

-¿No es lo mismo?

-Bueno, yo creo que no- Su cara me indica que no está entendiendo nada, así que decido exponérselo de otro modo- No éramos ni pareja, ni novios, ni nada de eso. Éramos más bien amigos con derecho. O estábamos "de rollo" si lo prefieres.

-Ah- Me responde ella, imitando mi tono de voz- Bueno, si había tema cuando quedabais, también podrías ser follamigos, ¿verdad?- Dice y después levanta las cejas repetidas veces, poniendo cara de pervertida.

-Esa palabra no me gusta demasiado. Suena frío.

-¿Pero lo erais?

Abro la boca para responderle, aunque me lo pienso un poco antes de hacerlo.

-Sí...

-Hala. Qué fuerte, y qué todo, Gee- Se lleva las manos a la cara para apretarse las mejillas con fuerza- ¿Y qué pasó? ¿Luego lo formalizasteis o...?

-No, qué va. Pasaron una serie de cosas y...

-¡No! Para. No hagas eso de saltarte la mitad de la historia por las buenas. Aun tienes más una hora antes de reunirte con tu amor. Quiero detalles, ¡detalles!- Sus palabras hacen que me hierva la sangre por la vergüenza.

-No llames a Frank "mi amor" por favor te lo pido...- Le digo mientras le doy un codazo- Y bueno, tú has pedido detalles. Y detalles vas a tener. Maldita cotilla.

No me responde. Solamente guiña un ojo y me saca la lengua en una expresión triunfante por haberme llevado por donde ella quería.

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Efectivamente, Frank me llevó a casa.
Tardé más de lo previsto en salir de su coche, puesto que el beso de despedida se alargó un poco y ambos nos emocionamos demasiado.


Cuando por fin entré a casa, escuché los gritos, reproches, reprimendas y amenazas de mi madre taladrarme la cabeza como si fuese un martillo pilón.
Tras una hora explicándole qué había hecho aquella noche (omitiendo un par de cosas) y pedirle perdón una y mil veces por no estar pendiente del teléfono, por fin conseguí que me dejase irme a mi habitación.


Después de deshacer la mochila y darme una necesaria ducha, me pasé pegado al teléfono el resto del día.

Sí, hablando con Frank.

Al principio era solo para terminar de hablar ciertas cosas que habían quedado en el aire en la cafetería. Pero después surgían temas de conversación nuevos, anécdotas sin contar, datos del otro que parecían ser relevantes... Muchas cosas distintas que hicieron que ese día mi atención se centrase en mi móvil y en él.

Bueno, ese día y toda la semana siguiente.

Y no hablaba exclusivamente con él todo el rato, también charlaba de vez en cuando con el resto del grupito. Con todos ellos de hecho. Pero claro, no era lo mismo.

Cuando quise darme cuenta, Frank me había creado una extraña dependencia. Sentía que se lo tenía que contar todo. Aunque supiese que no era relevante o una estupidez como la copa de un pino. Que tenía que mantener viva aquella conversación.

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