Prólogo

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En cuanto Marcela cumple treinta y ocho se viene a su cabeza la idea de que su vida se está acabando y ha llevado al máximo sus sueños profesionales, al mismo tiempo su vida personal y familiar se ha estancado. La mujer al final de sus treinta años sentía que su vida no solo estaba acabándose sino, estaba congelada y se puede decir que sus sueños como amante, amiga, esposa y madre seguían sin cumplirse.

A pesar de lo feliz que le hacía la idea de tener todo lo que había logrado con dedicación y esfuerzo, quería algo tan simple y genuino como la familia y el amor. Había experimentado a temprana edad la decepción e ver los años irse y no haber hecho nada, por lo que, era hora de abrir su plan de contingencia, el cual decía con firmeza que lo único que le faltaba por hacer era ser madre.

¡Tendría un hijo!

Solo ella y el bebé, quizá un poco de ayuda por parte de su madrastra o una niñera contratada solo para malcriar a su hijo, ella quería ser feliz y compartir su felicidad con alguien cuando llegaba a casa, cuando los días eran buenos o simplemente necesita un abrazo y un poco de felicidad.

Marcela había intentado dos veces obtener felicidad matrimonial había fracasado cada vez peor, primero un infiel patológico y del segundo... no podía ni empezar a describirle. Sabía que la relación con los hombres entre menor sentimientos involucrara mejores eran las experiencias, así que, después de bastante sufrimiento llegó a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era conseguir a su hijo por sus propios medios, estaba demostrado que sin los hombres le había ido mejor.

¿Cómo una mujer tiene un hijo sola?

Bien, tenía dos opciones adoptar a un niño saludable y hermoso o conseguir un donador , vientre de alquiler inseminarse... las opciones eran variadas, solo tenía que empezar pronto y todo saldría bien.

¡Tendría un hijo por su cuenta!

Sin rollos de custodia compartida, navidades en casa de papá y cumpleaños no tan felices por culpa de la actitud de un par de padres peleados o desplantes por parte de algún padrastro o madrastra celoso...al menos, ese era el plan hasta que se acostó con su socio, el polo opuesto al hombre prefecto que ella soñaba para sus hijos cuando se car las dos veces anteriores, Ellis es joven, guapo y un mujeriego. Se le definía más fácil como el soltero codiciado y despreocupado.

Ellis y Marcela, alcohol y hormonas, definitivamente... estaban uniéndose en el negocio más importante de sus vidas. 

Socio, ¡tendremos un hijo! Completa en DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora