La sesión en Cancún iba de maravilla, estaban gozando del hotel al máximo, puesto que, el dueño quería un par de páginas en su revista y unos anuncios publicitarios en la cuidad, ellos estaba viendo los estándar de prestigio que cumplían y los que no antes de llevar al equipo, las cámaras, contratar modelos y todo lo que requería aquella campaña publicitaria; de esa manera el dueño le hiciese algunas mejoras.
Para la noche tenían planeado una magistral cena en los ocultos y exclusivos restaurantes del complejo hotelero. En cuanto la situación de salud de Marcela mejoró Ellis la invitó a comer a la orilla de la playa, todo creado por el personal del hotel; se habían pulido de sobremanera porque de ellos dependía el anuncio y del anuncio las plazas laborales en el hotel. ¡Vaya que había quedado fantástico! Complacer o sorprender a Marcela era una tarea completamente ardua y agotadora, puesto que le gustaba lo sencillo pero innovador.
Ella llevaba puesto un vestido color blanco y Ellis una blusa blanca con pantalones playeros color beige, se veía completamente apuesto, y Marcela no escatimó en hacérselo saber, el joven le correspondió con una de sus tímidas sonrisas y le dio uno de sus apasionados besos. La mujer sintió sus hormonas y su cabeza revolucionarse.
Caminaron por la orilla de la playa guiados por uno de los encargados del hotel, el joven les contó un poco sobre la cuidad, su economía y algunos atractivos locales. Marcela y Ellis le escucharon con atención y preguntaron lo que querían saber, la frescura de la noche y el estrellado cielo entretuvieron bastante a la mujer, pero no tanto como la fresca y amplia cueva en la cual cenarían.
Les habían colocado bajo un cúmulo de rocas marinas (o cueva), dentro las olas entraba en mínima cantidad, la brisa y temperatura eran maravillosas con la luz de la luna ingresando desde un pequeño hoyo, y velas alrededor de ellos, habían unos pétalos de rosas sobre el agua acompañados de conchas, la mujer observó la escena fascinada.
Todo marchaba de maravilla, el servicio estaba bastante bueno y la comida que les habían dado completamente deliciosos, todo le había gustado a la mujer lo que sorprendió al joven, o la habían pilado en un excelente humor o hacían un excelente trabajo.
El olor era lo que más cautivaba a Marcela, se acomodó en una silla al lado de Ellis y tuvieron la conversación más adulta que jamás imaginaron tener, además de impropio y razonable fue entretenido. Marcela escuchó a su acompañante con atención y se sintió orgullosa al saber que no había solo chulería y labia en su vida, también un grandioso cerebro y una radiante planificación.
— Marcela, hablemos de nosotros — dijo Ellis y se volvió a acomodar en la silla.
— Permíteme resumir Ellis ¿No quieres un polvo y ya?
— No, quiero algo serio.
— Ellis, queremos cosas distintas; tú mereces crecer un poco más profesionalmente y encontrar a alguien de su edad...
— Tú sabes que no es necesario el que tenga uno la misma edad, tus maridos fueron mayores — Ella asintió y luego le dio un suave beso.
— Por eso lo sé, cariño.
Los dos caminaron por la orilla y encontraron un lugar para acostarse a ver las estrellas. Una cosa llevó a la otra y los besos y caricias se tornaron cada vez más íntimas.
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Después de regresar a la cuidad Marcela se propuso ir al médico, en cuanto Ellis y su padre le dejaron en el departamento volvió a empeorar, incluso su temperatura subió y el cansancio al menos no estaba vomitando pensó.
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Socio, ¡tendremos un hijo! Completa en DREAME
RomanceMarcela lo ha logrado todo profesionalmente, es una mujer guapa, inteligente y premiada por su trabajo, sin embargo, tras dos fracasos matrimoniales se pone a pensar que el tiempo apremia y con la llegada de sus treinta y ocho años es mejor que se p...