Capítulo 1

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Marcela observó sus uñas pintadas de negro mientras decidía cuál de los vestidos que tenía guindados se ponía, era el evento de celebración de la revista que habían construido ella y su socio Ellis.

Definitivamente el negro tenía que ser; sus uñas estaban pintadas de ese color y con unos accesorios dorados, podría verse completamente genial. Se ató el cabello en una cola alta y rizó las puntas para que se viera un poco arreglado, se puso unos pendientes largos, aplicó un poco de maquillaje en su rostro, nada cargado. Solo le prestó exclusiva atención a sus ojos deseaba que se vieran ahumados y el gris de sus ojos se pudiese apreciar.

Agradeció a Dios por no tener una sola arruga en su rostro y mantener el brillo y la vitalidad en su mirada. Caminó hacia su cómoda se cambió las bragas por unas de encaje color piel y finalmente se perfumó y puso su vestido, unos tacones de color dorado y una gran cartera.

Salió de la habitación y bebió una copa de wishky mientras esperaba el auto que llegase a su puerta, su acompañante tardó menos de lo que era usual en él; escuchó unos golpes en la puerta y abrió, se encontró con un enorme ramo de rosas blancas y doradas, en un frasco que contenía lo que parecía ser arena.

— No existen de ese color, así que me tomé la molestia de pintarlas una por una — Dijo Ellis.

El joven socio treintañero de Marcela se encontraba ante sus ojos con esmoquin que le hacía ver fantástico, el cabello estaba peinado hacia atrás, y la barba que decoraba su rostro simplemente le hacía ver como un tentador pecado.

Con una enorme sonrisa el chico le ofreció el brazo y ella lo tomó luego de dejar las flores sobre una mesita. La mujer le dio un beso en la mejilla y el joven sonrió.

— ¿Cuándo serás tú la primera en dejarlo en mis labios?— Ella se introdujo en el auto ignorando la coquetería del joven.

Marcela retocó el color oscuro de sus labios y mientras lo hacía se distrajo con el joven cuyo traje le sentaba más que bien; se veía completamente espectacular, preparó una nota mental para verle el trasero en cuanto se voltease.

El joven respondió una llamada telefónica más cortante que nunca procurando que no se enterase su futura amante de la sorpresa que le tenía. Seguía sorprendido al ver que ella no había recordado en absoluto su cumpleaños, trabajó como nadie, bromeó lo necesario, pero en lo que definitivamente su mente era completamente fácil de disuadir.

Ellis encontró su mirada con los perfectos ojos grisáceos y grandes de la mujer, quien al igual que él se había esmerado en verse sensual durante esa noche; tenía el cabello arreglado, en una coleta, la cual le deja un gran rizo en la punta, luego los aretes dolados y el largo collar que quedaba en medio del valle de sus senos, de acuerdo con el escote de la mujer que llegaba justo al final de las costillas, y sus labios... Ellis no sabía que le desconcertaba más, si sus ojos, labios, o su cuello al descubierto, tenía unas fuertes ganas de besarle con fuerza y hacerle suya dentro del auto, no llegar a la maldita fiesta y coger como si animales fueran.

—¿Serías mi pareja esta noche?

—¡Oh!, ¿Ninguna de las modelos quiso venir contigo? — Ellis Pieth rodó los ojos y soltó una fresca carcajada, antes de acercarse a la sensual mujer.

— Cariño, simplemente te he elegido a ti, dudo que haya otra más hermosa.

— ¡Vaya que eres listo!— Se burló la mujer con chulería y él no tardó en sostener su mano y besarla.

— ¿Entonces?

— Seré tu acompañante, te concederé el honor.

Ellis le dio un suave beso en la comisura de los labios y se prometió llevarle a la cama esa misma noche. Llevaba cinco años deseando cada parte del sensual cuerpo de la mujer, porque había estado con miles de chicas, pero ella, a ella quería hacerla SU mujer, para que todos le envidasen y para hacer lo que no hizo con ninguna de las anteriores.

Socio, ¡tendremos un hijo! Completa en DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora