Cuatro

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—¿Domingo por la noche? —Liam la miró. ¿Sus padres la dejaron sola por una semana entera?

Ella leyó sus pensamientos.

—Sí, pero se supone que mi abuela viene a comprobarme. Lo han hecho antes, y...

¿Lo habían hecho antes? Su mente nadó con la idea. Sus padres tenían la costumbre de dejarla sola. ¿Y si algo sucedía? Como torcerse el tobillo. ¿Entonces qué se suponía que debía hacer ella?

—Estaré bien para mañana —dijo ella. Él pasó una mano por su cabello.

—No estarás bien para mañana. ¿Crees que te levantarás, y todo se habrá ido?

Evidentemente, eso era exactamente lo que ella pensaba porque la confusión en su cara se alzó ante él. Por suerte, su madre intervino.

—¿Sureña? —dudó.

—Emma —sustituyó Emma. Su madre sonrió.

—Emma, tu tobillo no estará bien por la siguiente semana, mucho menos en veinticuatro horas. No podemos dejarte ir a casa para ocuparte de ti misma. Te quedarás aquí.

—Pero... —espetó Emma.

—Pero nada —respondió Liam—. No hay discusión. Te quedas.

—Necesito ropa.

Eso era un problema, por supuesto, y ella no estaba en condiciones de ir a buscarla. Tampoco él iba a ir a buscarla. ¿Buscar entre su ropa interior? De ninguna manera. Miró a su madre, quien suspiró.

—Dame tu dirección y la llave, e iré.

—¿Está segura de esto? —preguntó Emma—. No quiero incomodar.

Es mucha molestia.

Su madre palmeó su hombro.

—No es ninguna molestia.

Emma abrió su bolso y sacó la llave.

—Hay otra cosa —dijo. Tragó nerviosamente—. Toda mi ropa está sucia y...

—¿Y? —preguntó su madre.

—Y no tengo, ya sabe, nada decente para dormir.

Ella lo miró cuando lo dijo, y su mente fue justo a donde no debería.

***

Lo que sea que él estuviera pensando sobre mi declaración era probablemente acertado en su mayoría. Dormía en lo que sea que encontraba y a menudo no era nada más que mi ropa interior. Lo que acababa de confesarle a la madre de Liam Payne me golpeó en el momento en que lo dije, pero no quería que ella pasara infructuosas horas tratando de encontrar lo que no estaba allí. También me di cuenta de que su madre querría proteger a su hijo de lo que sea que esa extraña chica que había traído a casa, estaba tramando.

No estaba tramando nada... aún... pero ella no sabía eso.

La idea de quedarme en la casa de Liam Payne golpeó en mi mente una vez que ella se fue. Y por una semana entera. Aún estaba maravillada por esto cuando él se levantó y se fue a la cocina. Agitó una lata de refresco en el aire para llamar mi atención.

—¿Quieres una?

—Claro —dije. Me la trajo y volvió a la cocina a buscar una para él.

Luego se fue por una puerta en el lado opuesto.

—Estaré de vuelta en un segundo —dijo.

Quité la tapa y bebí a sorbos la fría bebida, observando a mi alrededor. A través de la ventana podía ver una piscina rodeada por grandes piedras redondas, apiladas hasta una cascada en un extremo. El agua corría sobre las piedras, por espesos helechos verdes en una piscina oscura.

Me & Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora