Doce

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Amo a Liam Payne y Liam Payne me ama. Lo dijo frente a la clase entera. La campana sonó minutos después, y él y yo nos fuimos juntos, su brazo alrededor de mi hombro, mi cabeza recargada en su pecho.

Fui detenida tres veces en el pasillo por gente diciéndome cuan hermoso fue mi reporte, y la señora Walker dijo que había obtenido una A. No fue hasta que llegamos al auto de Liam, que empecé a preguntarme qué había escrito él sobre mí.

Me conoces. Tuve que preguntar.

—¿Entonces qué escribiste? Sonrió.

—¿Quieres leerlo?

Lo hacía, pero había entregado el papel, así que supuse que no podría tenerlo.

—Si —dije en su lugar.

Se estiró sobre el asiento y buscó su libro; sacó un papel del interior.

—Aquí.

Miré el papel y lo miré a él.

—¿No lo entregaste? —pregunté. Asintió.

—Sí, pero hice una copia.

Desplegué la hoja y me recosté. El vinilo estaba cálido por el sol de la tarde.

—Léelo en voz alta —dijo.

Miré largo y tendido sobre su apretada escritura antes de empezar.

—Emma Lawton pasó mucho tiempo mirándome sin hablarme, y no sé porque la ignoré por tanto tiempo. Quizá es porque soy hombre.

Me reí de él. Me instó a continuar.

—Parece culpar de muchas cosas a los hombres, y mayormente tiene la razón. Quise ver bajo su blusa cuando trató de tomar su teléfono.

Empecé a reír, mi mano sobre mi boca. Él golpeó la página.

—Ella tenía razón sobre eso —continué—, también la comprobé porque soy un hombre. Quería saber dónde vivía y qué hacía después de la escuela. Pensé que era bonita. Cuando se torció el tobillo, la levanté y la llevé dentro de mi casa porque soy hombre. Estaba tomando ventaja de la situación para mi placer personal. Entonces ahondé más en mis intenciones, engañándola para que nadara en la alberca.

Me detuve.

—¿Me engañaste? Yo te engañé. Se rió.

—Eso desde tu perspectiva. En cualquier caso, ganaste esa ¿no es así? Sonreí. Lo hice. Se convirtió en un completo bobo ese día.

—Sigue leyendo —dijo.

—¿Qué cambiaría de Emma Lawton? Nada. Amo sus peculiaridades tanto como sus perfecciones. Verla, es impecable. Besarla es sublime. Discutir con ella, completamente frustrante, aun así me gusta de esa manera.

»¿Qué mantendría de Emma Lawton? ¿Sobre qué escribiría? La manera en que su cabello se ve en las mañanas cuando deambula dentro de la cocina. La manera en que se ríe cuando no estoy siendo gracioso en absoluto. Su humildad, que no tenga idea de cuán grandiosa es o por qué alguien pensaría eso. Su gentil corazón, que sostuvo mi mano mientras le contaba sobre el peor día de mi vida.

Mi garganta se cerró otra vez, y lágrimas presionaron mis párpados.

—Emma Lawton es lo mejor que me ha pasado, y algún día la haré mi esposa.

Jadeé.

—¿Tú... tú escribiste eso? ¿Para... para la profesora? Sonrió.

—Sí.

—¡Liam Payne! —dije, y subí a su regazo, mirando hacia atrás, mi espalda en el volante.

Se estaba riendo de mí, pero no me importaba.

—Eres el mejor, el mejor, el mejor, el mejor. —Y lo besé ahí, ventanas abiertas, estudiantes pululando alrededor.

Liam Payne y yo besándonos en el estacionamiento de la escuela.

Me & Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora