Capítulo 30 - Condena

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Dean miraba destrozado a su hermano. En cuanto Dean hubo puesto un pie fuera de la cama, todos los demonios que merodeaban por el hospital habían desaparecido, como si supieran que el cuerpo de Dean Winchester ya no estaba en alquiler.


El ojiverde incluso había podido desquitarse cargándose a un par a las afueras del centro. Pero al volver al búnker se imaginaba lo que había pasado. El sello de Asedio no se podía haber esfumado por arte de magia, y por las prisas con las que había salido Cheryl, Sam había metido la pata. Otra vez.


—¡Sam! —exclamó tras divisar a su hermano y Cheryl sentados en la mesa de la cocina. Éste apoyaba la cabeza en las manos mirando fijamente a la madera.


Al verlo llegar, la rubia se levantó y se acercó a detener al mayor antes de que hiciese cualquier tontería.


—Dean, cálmate.


—Entonces sí que habéis hecho alguna gilipollez, ¿no? —por 'habéis' se refería exclusivamente a su hermano, pero era el enfado el que hablaba.— ¡Sam! —volvió a llamar a su hermano. Cheryl había puesto una mano en su pecho, y el cazador no había pasado más allá de ese punto.


Sam subió la mirada, viendo a su hermano como un cachorro asustado. Ambos estaban aún empapados por la lluvia, lo que acrecentaba su nivel de penosidad.


—Está hecho, Dean. Al menos el demonio ha cumplido con su parte, déjame cumplir con la mía. —Cheryl presionó con las dos manos el pecho de Dean esta vez, que ante las palabras de su hermano, aumentaron sus ganas de hacerle callar de un puñetazo.


—¡Dean, por amor de Dios, quédate quieto!


—¡NO! ¡Déjame, le voy a dar la de su vida! —apenas pudo ella contenerlo antes de que él frenase en sus intentos de acercarse a su hermano. Vio a Dean respirar agitadamente con la mirada puesta en Sam, los puños cerrados y la mandíbula tensa. No estaba conteniendo la rabia, estaba conteniendo las ganas de echarse a llorar.


Acarició el pecho del cazador suavemente y luego se separó de él con lentitud para verlo calmarse. Cuando intuyó que Dean no haría ninguna tontería, se sentó junto a Sam, tamborileando las manos sobre la mesa.


—Bien, ¿cómo se anula un trato con un demonio? —preguntó ella.


Castiel, que había estado algo al margen, se separó de la pared en la que estaba apoyado y se sentó frente a los otros dos.


—No se pueden anular... —Cheryl notó que se le helaba la sangre de las venas.— Pero se podría romper del todo si el demonio que tiene el contrato muere.


Silencio sepulcral. Seguro que tras hacer el trato con Sam, Dread había regresado con Azazel y estaría bien seguro en el Infierno. Necesitaban más opciones.


—Bueno. Igual puedo rastrearlo. Si tanto está ese tipo con mi hermano, tendrá algo de su peste impregnada. —lo decía para subir los ánimos, pero era muy consciente de que era imposible.

[Sobrenatural] || Ala blanca, ala negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora