[Sobrenatural] || Ala blanca, ala negra

Capítulo 10 - Peludo

Sam y ella habían buscado por todas las calles que sabían que Dean había recorrido por el Impala, pero no habían encontrado nada. La incertidumbre por saber lo que le había pasado al mayor tenía atacados a los otros dos cazadores, y Cheryl notaba perfectamente como Sam y ella estaban al borde de un ataque de nervios. ¿Y si el tipo de la perrera se lo había llevado para diseccionarlo? ¿O para cortar a Dean en pedacitos y tirarlos al cubo como había visto desde la heladería?

Sam no lucía mucho mejor que ella. El chico insistía en no dejar sin patear ni el callejón más oculto de Akron, pero no había rastro de Dean.

— ¿Hemos buscado ya en casa de los Channing? —preguntó el menor de los Winchester, caminando de un lado a otro de vuelta en la plaza.

— Sí Sam, hemos pasado dos veces por allí. —respondió la rubia con irritación, sentada en el pavimento. Miraba fijamente el refugio de animales, pero nada parecía suceder ahí dentro.— Tal vez haya conseguido llegar al motel...

—  Tardaremos mucho en llegar, está a seis kilómetros. —negó Sam, pasándose las manos por el pelo en gesto de exasperación. Cheryl se levantó pensativa, siguiendo con la mirada el callejón en el que habían encontrado a Lisa.

— Entonces voy a pedir ayuda. —volvió la mirada a la heladería y comenzó a andar por la pequeña avenida. Sam la siguió sin entender de lo que iba ella hasta que paró frente a un callejón.— ¡Eh, Barley! ¿Sigues por ahí? ¡Nos vendría bien tener tu trasero peludo por aquí!

—  ¿¡Estás pidiendo ayuda a un gato!? —exclamó Sam retrocediendo un paso.— ¡Cheryl, mi hermano ha desaparecido, no es momento de jugar a las mascotas!

—  El gato sabe escucharme, Sam. —replicó Cheryl tratando de no perder la paciencia. Ella estaba nerviosa, pero el pobre muchacho parecía totalmente perdido sin su hermano.

—  ¡Es un gato! ¡Tómatelo en serio, por Dios! —pidió el chico, tomando bruscamente a la muchacha de un hombro. Inmediatamente, la rubia se dio la vuelta y con el puño cerrado, le estrelló un buen golpe a Sam en la cara. El cazador perdió momentáneamente el equilibrio, apoyándose en la pared mientras se llevaba una mano a la barbilla.— ¿¡A qué ha venido eso!?

—  ¡Porque lo necesitas! Además, te la estabas ganando. —bufó Cher volviendo a su mal carácter de antes. Sam movió la mandíbula aceptando que ella tenía razón, y se quedó mudo cuando vio al gato negro de ojos pardos aparecer de entre los cubos de basura.

—  ¡Ja, ese es mi chico! —exclamó ella triunfal mientras corría hasta coger al gato en brazos.— Hey Barley... —saludó como siempre, acariciando la cabeza del gato.— Necesitamos tu ayuda. —susurró al animal. Se dio la vuelta a Sam, que miraba a la mestiza perplejo, aún con la mano en la mandíbula.— ¡Vamos Sam, no te he dado tan fuerte! —se sentía mal, pero no era el momento de disculparse con él.

El gato maulló y azotó el aire con la cola.

—  Necesito que encuentres a Dean, ¿sabes quién es? Más bajito que Sam, ojos verdes, pelo trigueño... Mirada seductora, un tipo sexy, ¿huh? —le susurró lo último al felino, que se retorció un poco saltando de los brazos de la cazadora. El gato se lamió una pata y comenzó a caminar fuera del callejón.— ¡Bingo! ¡Síguelo, Sammy!