4. en caso que lo hicieras

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La tía Isabel había viajado desde lejos para poder visitar a la familia de los Styles y finalmente reunirse después de tantos meses sin verse.

Y para la suerte del rizado, ésta venía acompañada de una hermosa joven, la cual supuestamente se hacía llamar Scarlett. Según le había comentado esa era una grandiosa oportunidad para conocerla y congeniar de cierta forma.

Harry no estaba interesado. Porque tal vez alguien ya llamaba su atención.

Quizá era alguien recogía flores para él y sin que demostrara lo mucho que lo apreciaba, y se la pasaba día y noche pensándole.

Y tomar el té era tan malditamente aburrido para todos, hasta para su misma madre. Que de hecho, regañaba a Harry a escondidas cada que el chico tenía la oportunidad y no mostraba amabilidad frente a todos.

Pero es que el rizado deseaba irse. Salir corriendo de ahí. Dirigirse a su acogedora banca y sentarse a charlar unas horas con Louis. Porque Louis era asombroso. Pero tampoco le diría. Simplemente porque creía que sería... raro.

Alrededor de las diez de la mañana surgió aquella maravillosa oportunidad para salir corriendo de aquella terrible pesadilla. Y una vez que aquella vino envuelta en papel de regalo a las puntas de sus pies, decidió tomarla sin lugar a dudas.

—Harry, necesitamos un poco de orégano de la tienda. Cariño, ¿crees que podrías ir?

Y el rizado aceptó encantado, hasta que le obligaron a ir acompañado de esa chica, que ni por un segundo le pareció atractiva.

En las calles de Londres, la mañana era fresca y atravesaba los poros de su piel. Harry, que continuaba sin intentar hacer la más mínima plática, sonreía; porque a diferencia de ella, él sí sabía a dónde se dirigía.

Dos esquinas antes, le pidió un favor a aquella chica que parecía simplemente perseguirle por las calles húmedas.

—¿Podrías continuar el recorrido? Tengo que hacer algo, uhm... solo.

La chica sonreía con el par de ojos miel que llevaba, sus mejillas se veían sonrosadas a causa del rubor que utilizaba y sus labios estaban delineados con un lápiz labial rojo luminoso.

—Claro, ¿por dónde es?

—Solo tienes que caminar hacia la derecha dos calles más, saliendo verás un gran mercado donde definitivamente encontrarás orégano.

—¡Estupendo! —hablaba, por alguna razón que Harry desconocía, animada. Plástica hasta cierto punto.

—Sí —el chico hizo una mueca de extrañeza. —¿Nos vemos aquí en veinte minutos? Adiós.

Y dicho y hecho, salió a paso veloz de su vista.

Aquella chica ni siquiera le importaba en lo más mínimo.

Eso estaba mal, era como rechazar uno de los regalos que sus tías le ofrecieran, puesto que estaba seguro que solo había viajado de lejos para presentársela.

"—No me parece linda, de cualquier forma." —susurró para sí mismo cuando pudo visualizar a lo lejos aquella banca en la que tanto ansiaba estar.

Vacía.

Nervioso de todas formas, caminó hacia aquel lugar.

Un ramo de orquídeas yacía en el lugar. Una nota sobresalía por encima.

"No estaba seguro si vendrías o no, pero en dado caso que lo hicieras, éstas espero que te las lleves."

Y simplemente sonrió, inhalando el dulce aroma de tan preciosas flores.

"Pudo haber sido sólo un momento para tí, pero cambió cada uno de los segundos que le siguieron para mí." 

picking flowers · (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora