CAPITULO 8 ¨Living A Fantasy¨

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Una mujer caminaba con seguridad sobre una calle poco transitada de Santa Mónica, en medio de la noche, con las lámparas como únicos protectores y su gas pimientas escondido en su busto escotado con una blusa color rojo; a cada paso que daba se podía escuchar el ruido de sus zapatos rojizos con fuerza y precisión, andaba a paso erguido, moviendo sus caderas de un lado a otro llamando la atención de las pocas personas que deambulaban por ahí.
-¿Hola preciosa, te has perdido?- Un señor de unos 40 años en pleno estado de ebriedad le preguntó mientras se sostenía de la pared de un edificio intentando acercarse a la dama, sin embargo, ella lo ignoró, incluso ni siquiera se intimidó por su aspecto sucio y esa perversión que se dibujaba en su rostro aunado a su apestoso aliento alcohólico. Siguió caminando luciendo sus bellas y tonificadas piernas en ese pantalón de cuero ajustado, acercándose a aquél restaurante ubicado a la orilla de la playa; se acercó a la entrada con su mirada seductora ganando la atención de los clientes, particularmente masculinos, que salían o entraban de aquel sitio; se acercó a la recepción con confianza donde estaba un señor calvo de estatura baja y estrabismo en el ojo izquierdo.
-Buenas noches- habló en tono tímido y pícaro -Estoy aquí por la fiesta de Luzu ¿Me podría decir en dónde es, por favor?- el camarero sólo asintió enérgicamente con la cabeza; era una belleza de mujer, muy pocas de su especie aparecían por aquél lugar, lo cual lo ponía con los nervios hasta el cielo; tan así, que cuando dio unos pasos pasó a traer un gran florero de porcelana y que, de no ser por sus rápidos reflejos, le habría costado muy caro. La dama caminó detrás del hombre hasta llegar a una gran mesa rectangular con un mantel de seda blanco y encima de ella una gran variedad de botellas llenas de diferente contenido etílico: Vodka, Vino, Champagne y hasta Don Perignon; las sillas acomodadas a su alrededor estaban vacías, todas menos una, donde estaba sentado un joven delgado vestido de un traje gris algo grande para su tamaño, la mujer lo reconoció, dio gracias al recepcionista con una sonrisa ladina y se acercó al joven lentamente.

-¿Se ha cancelado la fiesta?- Guillermo escuchó una voz femenina detrás de él que identificó con facilidad, sonrió y giró para ver su rostro.
-No, sólo has llegado un poco temprano- extendió su mano señalando el asiento de al lado, la mujer se sentó con delicadeza, como si la silla fuera a quebrar alguna parte de su frágil cuerpo.
-Me alegra que estés aquí- dijo el pelinegro con una gran sonrisa.
-Estaba un poco aburrida en mi habitación y me acordé de la fiesta de tu amigo ¿Cómo dices que se llama?- Pregunto despistada, dando ligeros golpecitos a su mentón con el dedo índice.
-Luzu- respondió el de los ojos rasgados.
-¡Oh, sí! Luzu- sonrió coquetamente mientras jugaba con su pelo.
-Y- y estás a-aquí sólo por la fiesta o, o... - Guillermo no terminó de formular su pregunta, esperando que Ingrid la terminara; deslizó su mano para tocar ligeramente los dedos de la dama.
La mujer miró el afecto que le estaba haciendo Willy, sonrió y con sus profundos y seductores ojos cruzó mirada con él; le agarró del hombro acercando el oído del pelinegro a su boca-Vine a divertirme- susurró con erotismo mientras sostenía la entrepierna de Willy, inquietando de manera abrupta sus sentidos.
-¿Ingrid? ¿Guillermo?- ambos giraron reconociendo esa voz masculina que los separó rápidamente; ahí estaba Samuel detrás de ellos con una caja de regalo en sus manos, mirando con cierta ingenuidad. Guillermo bajó la mirada, sentía sus piernas temblar y el rostro enrojecer mientras Ingrid alzaba las cejas mordiendo de manera pícara su dedo.

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-¿Seguro que no sabes en dónde está?- preguntó Lana arqueando la ceja.
-Que no, no sé a dónde fue- contestó malhumorado mientras picaba con cierta desesperación la comida de su plato -Tal vez fue al casino o a comer a ese restaurante que le gusta-
-No creo- entró Luzu interrumpiendo la conversación, se sentó a lado de Lana de manera extendida; suspiró y continuó -Fui a la recepción y me dijeron que tenían su tarjeta; al parecer no llegó a dormir anoche-
Samuel dejó caer el tenedor de su mano, alzó las cejas con la mirada inmóvil en el plato; una dolorosa punzada comenzó a manifestarse en su pecho, ya se imaginaba con quien estaba, era la única persona con la que podría estar y más porque después de irse con él la noche anterior para presentarle a ese tal Patrice, Guillermo ya no regresó, dejando a Samuel esperando por hora y media en aquella mesa sólo, avergonzado y con las miradas de los meseros mofándose a lo lejos.
Pero Samuel no estaba molesto; estaba contrito, porque se había dado cuenta que ya no podía engañar a nadie, que él ya no era importante en la vida de Guillermo; ahora ese tal Andrea era su nuevo mejor amigo, su compañero, y él había sido el culpable.
-Un momento, Samuel- dijo Luzu señalándolo con el dedo -tu estuviste ayer en la noche con Willy en quién sabe dónde y ahora no sabes en dónde está ¿Me puedes explicar por qué?-
Samuel abrió la boca, iba a decir lo primero que cruzó por su mente cuando fue interrumpido por el bostezo estruendoso de Guillermo, quien entró al restaurante del hotel por atrás de Luzu; traía la misma ropa de ayer, desarreglada y unos lentes oscuros puestos para ocultar sus ojos desvelados.

Volátil ||Fanfic Wigetta||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora