CAPITULO 10 ¨Beber los Vientos¨

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Por más que trató de ignorarlo, Guillermo no logró conciliar el sueño a causa del jodido dolor en su cabeza. Acostado del lado derecho, presionó firme su sien intentado con ello disminuir el malestar, más no funcionó y menos si los primeros rayos del día ingresaban sin óbice alguno por su ventana, acrecentando más su sufrimiento.

Abrió lentamente los ojos. Dejó escapar un profundo suspiro acompañado de un leve gemido. Pasó la mano sobre su cabello alborotado. Los objetos a su alrededor y la habitación en sí misma comenzaron a dar vueltas y en su abdomen iniciaba una revolución entre gruñidos y dolores estomacales, dando razones suficientes para volverlos a cerrar. Paulatinamente los recuerdos comenzaron a llegar a su cabeza de forma borrosa. Inspiró hondo. El aire estaba impregnado de ese aroma masculino que tanto conocía mezclado sutilmente con alcohol. Las arcadas se hicieron presentes ante el intenso olor pero se negó a dejar de aspirarlo. Acarició su desnudo y pulimentado torso, erizando los vellos de su piel al recordar las gratas caricias que su compañero depositó con frenesí sobre aquella área la noche anterior.
¿Por qué se estremecía de esa manera? ¿No debería estar confundido por lo sucedido? Por supuesto que sí y de hecho, lo estaba, no se daba a la idea de haberse acostado con su mejor amigo y menos de la manera en cómo lo hizo, dejándose llevar por el estimulante toque de Samuel que atravesó sus barreras con poca resistencia, cosa que nadie había hecho antes y, sin ninguna otra defensa, cayó rendido a sus deseos. Debería sentirse angustiado, pero por extraño que parezca, el sólo recordarlo hacía que sus carnosos labios se ensancharan hasta donde le podían dejar los músculos.

Con su mano recorrió la suave sábana que cubría gran parte de su cuerpo, desnudo. Siguiendo un camino invisible, intentó buscar a su compañero sin siquiera molestarse a mirar. Sería un divertido juego para el curioso guille el tocar lo primero que estuviese más cerca de su mano. Los colores se subieron a su rostro. Estiró cada vez más su brazo al no encontrar próximo aquel cuerpo fornido, llegando un punto en el que sintió un ligero estirón provocándole un dolor que por inercia abrió sus ojos. Giró y contempló el otro lado de la cama, vacío. Desconcertado, se sentó en la cama y miró a su alrededor arrugando la frente.

-¿Samuel?- lanzó esa pregunta al aire con cierto temor. Volvió a preguntar esperando alguna respuesta, pero nada. Cogió del suelo su pantalón para sacar el móvil del bolsillo, lo encendió y busco entre sus contactos el número del castaño, lo cual no tardó en encontrarlo pues lo tenía entre sus favoritos. Presionó el botón de llamada. Varios pitidos sonaron mientras se conectaba la llamada, pareciendo que duraría una eternidad hasta que por fin contestaron, sin embargo, nadie habló.
-Samuel que donde te has metido guapo- dijo Guillermo en tono picarón. Con la mano ahogó su risa traviesa, imaginado el rostro sonrojado de Samuel. Esperó alguna respuesta más nadie respondió, solo se escuchaba una respiración agitada y ligeros murmullos en el fondo.
-Sa- Samuel ¿P- pasa algo?- trastabilló el pelinegro. Comenzó a preocuparse pues no era normal que se quedase en silencio tanto tiempo ¨¿le habrá pasado algo?¨ Pensó. De pronto lo escuchó carraspear dando con ello una señal de vida.
-Sí, sí no te preocupes chaval, estoy aquí en el Pier tomando un poco de aire fresco-

-¿Qué dices pringao? Entonces espérame allí, sólo déjame cambiarme y-

-¡No!- exclamó cortante -Quiero decir... sólo vine a... despejar la mente-

-Bueno... vale. Entonces ¿Nos vemos en un rato para desayunar?-

-No puedo, yo... debo ir con Luzu a hacer unas compras- respondió lento, como si le costase desceñir sus palabras -tal vez te vea después ¿Vale?-

-Vale- respondió algo dudoso. De inmediato y sin dar aviso, Samuel colgó. El pelinegro dejó a un lado su móvil y se recostó nuevamente sobre la cama. Extrañado, le preocupó la forma en cómo contestó Samuel, pero decidió no prestarle demasiada atención, lo conocía lo suficiente como para saber que ese chaval a veces se podía comportar de unas maneras muy peculiares. Soltó aire por la boca con completa tranquilidad y cerró los ojos. Ahora que lo notaba, se sentía más liviano, como si se hubiese quitado de sus hombros una carga de esas que llevas contigo desde hace años y que mientras creces, pesa cada vez más sumado a los prejuicios que caen sobre ti como diluvio si no te deshaces de dicha carga. Y por fin se había ido, muy a pesar de que su conciencia no paraba de insistir con ese tema una y otra vez. Bostezó. Ya habría tiempo después para sentirse culpable, pensó Guillermo; pero  por ahora, con una radiante sonrisa, comenzó a caer en un profundo sueño del cual quería no despertar.

Volátil ||Fanfic Wigetta||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora