¿Puedes llorar?

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-Despierta...-murmuré mientras me frotaba el ojo izquierdo y bostezaba. Tyler no se movió, le sacudí.-Tyler despierta...-Se acurrucó contra el mantel y tiró de la manta para cubrirse, gruñendo.-Son las once, me matarán.

-¿Quién te matará, eh?-Gruñó abriendo un ojo y mirándome. Sonreí y negó, tapándose más.-Vuelve a dormir.

-¿En medio del pasto del cine al aire libre de día y con gente pasando por la autopista?-Reí cuando asintió.-Vamos, llévame a casa.

-Tu no tienes casa.-Dijo susurrando. Se giró y apoyó su cabeza en mis muslos, sin abrir los ojos. Le miré confusa.-Tu vives en un apartamento, pero tu no tienes casa. Lo sé yo, lo sabes tu y probablemente la mayoría de la población.

-Cierto, mi casa me fue arrebatada, pero aun tengo una tutora que contentar.

-Solo quedan unos meses para eso.-Me miró sonriendo. Acaricié su pelo y sonreí.-Yo podría darte una casa. Mi piso no es muy grande, pero la intención es lo que cuenta,¿no?

-Como si vives en una caja de cartón, Tyler.-Le besé en la frente mientras seguía recostado en mi piernas. Estiré un brazo buscando mi camiseta y mi sujetador. Santa manta, te agradezco que existas. Tomé la ropa y me la acerqué. Tyler me la arrebató, se abrazó a ella y se acurrucó más.-Tyler, la ropa.-Negó.-Tyler Adams, dame mi ropa.

-No.-Dijo como un niño pequeño. Gruñí resoplando, mirando si alguien había decidido detenerse. Por suerte ese cine no era muy frecuentado.-Con una condición.-Le miré a él de nuevo, quien sonreía con triunfo.-Bésame de nuevo.

-Dame mi ropa.-Dije después de besarlo con rapidez.-Dame, dame, dame.

Ponte la ropa en el coche.-Dijo. Negué con fuerza pero rió.-Si.-Me tomó en brazos envuelta en el mantel y la manta y me dio la cesta para que la cogiera. El maldito estaba con solo el pantalón y las zapatillas, así que estaba en desventaja. Me metió en el coche y me puse la ropa interior, los pantalones y la camiseta. Dejé las mantas y la cesta detrás y me empecé a atar las zapatillas mientras él se ponía la camiseta y se ataba el cinturón. Cuando estuve lista arrancó el motor.

-Me has engatusado.-Me miró confundido.-Ayer me dijiste que nada de sexo ni de matar a nadie.-Sonrió con orgullo.-Si rompes una promesa como mínimo hazlo bien y matemos a alguien.-Soltó una carcajada y me empecé a reír con él, quien me acarició la mejilla un rato mientras seguía conduciendo.-¿Debes ir al hospital hoy?

-No, mi madre me dijo que no fuera un pesado.-Sonreí.-Típico, me dio una colleja con el yeso, la muy bruta. Decía que no desperdiciase el final del verano viéndola. Aunque voy dos veces a la semana, ella dice que no la visite que le darán el alta dentro de poco.

-Seguro que si.-Asentí sonriendo. El silencio se instaló y decidí cortarlo con rapidez.-¡Ya se! Puedo conocer a tus amigos, hoy no tengo nada que hacer.

-Vale, de todas formas había quedado con ellos para jugar a videojuegos.

-¿Puedo antes pasar por el apartamento?-Asintió serenamente.-Gracias.

Llegamos al edificio y aparcamos en el primer sitio que encontramos, saludando a Raymond y bostezando aun por el intermitente sueño. El ascensor nos inundó con música de los cincuenta de nuevo y bajamos a la planta 25. Abrí la puerta con torpeza y entré empujada por Tyler mientras reía.

-Pareces una borracha.-Dijo cogiendo su estomago riendo, le di un golpe en el brazo.-Vamos, me gusta esta borracha.-Asentí resoplando y nos detuvimos al oír pisadas de zapatillas. Solo una persona a parte de mi en ese apartamento llevaba zapatillas.

Un verano muy, muy largoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora