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El sol había decidido ese día mudarse a otro lado, de seguro mucho más entretenido, que Beacon Hills. Stiles salió de su Jeep y tras mirar a su alrededor, sacó del bolsillo de sus pantalones una cajetilla de tabaco. Buscando en el otro bolsillo el mechero, sacó con bastante facilidad un cigarro para ponérselo en la boca y maldecir entre dientes al no encontrar el maldito mechero. Guardando la cajetilla en su mochila, encontró en el bolsillo de la misma lo que estaba buscando. Admitía que aquello era una auténtica cochinada, más que nada por los problemas de salud que arrastraba desde pequeño pero el mundo se podía ir a la mierda. Aspirando fuertemente, dejó que la nicotina lo calmase un poco. Sabía de sobras que estaba prohibido fumar en el instituto pero ese era su último año y tras los acontecimientos sucedidos, todo comenzaba a darle un poco igual. Sólo quería irse de allí lo más pronto posible.

Con el comienzo de las clases, las vacaciones daban a su fin y con ello el último curso del instituto, donde debían decidir de una vez por todas qué hacer con sus vidas. Stiles cada vez lo tenía más claro, sobre todo desde lo pasado durante el verano. Malia no tardó mucho en llegar, sonriéndole desde lejos. Cuando se acercó, arrugó la nariz aunque eso no evitó que se saludaran.

_ ¿Aún sigues con esa porquería? –preguntó Malia mientras apartaba con la mano el humo que Stiles soltó por su boca para hacerla rabiar.

_ Mi nuevo vicio. No es sano, lo sé, pero tampoco lo son las medicinas. ¿Qué tal con tu padre?

_ Bastante bien, la verdad. Ha sido muy revelador –comentó sonriente. Stiles pensó que jamás la había visto sonreír de esa manera. Él le devolvió la sonrisa mientras apuraba su cigarro. Era extraño. Apenas hacían unos meses que habían cortado cuando ella decidió entonces pasar más tiempo con Peter para conocerse mejor. Él no tuvo pega alguna pero todos, por alguna razón, parecían haber querido quitarse de en medio. Scott con Kira, Derek tras su evolución se fue junto a Braeden en busca de la llamada Loba del desierto y no volvieron a verlos. Isaac también se fue de la ciudad. Parecía haberse quedado solo.

Lydia llamaba de vez en cuando para salir al cine o ir a tomar algo a algún restaurante de comida rápida. La única pega es que más de la mitad de las veces, el agente Parrish iba con ella. "Llámame Jordan" recordó la segunda vez que coincidieron, Stiles le seguía llamando por su apellido.

_ ¿Qué tal tus vacaciones?

_ Bien, supongo –comentó mientras terminaba su cigarro para luego tirarlo al suelo y apagarlo con la suela de su zapatilla. Malia se limitó a asentir. Desde que rompieron, una extraña tirantez había nacido entre ellos aunque ella decidió intentar limar asperezas. El primer timbre sonó cuando ellos ya estaban dentro del instituto y se dirigían hacia la clase. Pronto se les unieron a ellos el resto, saludándose tranquilamente como si sólo llevasen unos días sin verse, cuando en realidad hacía más de dos meses que no lo hacían.

A pesar de las bromas y del ambiente distendido, Stiles sintió que algo no iba bien. Era alguna estúpida intuición o premonición pero después de haber sido poseído por un Nogitsune y haber vivido todo lo que había vivido, ya no se fiaba ni de sí mismo. Los profesores ese año comenzaron fuerte y Stiles pronto se dio cuenta de que si quería llevar a cabo su plan, debería poner más hincapié en estudiar. En el almuerzo, todos se pusieron al día sobre sus vacaciones y dónde habían estado. Fijándose bien en él, Stiles comprobó cómo Scott lucía más fuerte que antes. Quizás no tan exagerado como Liam, quien parecía haberse vuelto adicto a alguna mierda anabolizante para alcanzar semejante masa muscular. Ya no parecía un chico de quince años sino más bien el increíble Hulk. Ambos habían hecho buenas migas durante el verano ya que tras morderle y convertirle en hombre lobo, lo había acogido como su pupilo.

Las primeras veces Scott le ayudó pero conforme iba notando que la confianza de Liam crecía día a día en él, decidió hacer otras cosas por su cuenta como ir a correr o practicar lanzamientos aunque fuese solo. Su padre se percató de aquel cambio pero tras lo sucedido meses atrás y viendo como su hijo estaba de algún modo más tranquilo, decidió no insistir.

DestierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora