Problemas con el dorado espumoso

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Todo me da vueltas, y parece que el lugar sufre alguna especie de distorsión sacado de un cuadro de Dalí. El ruido de un violín estridente y las risas de los de mi condición hacen pitar mis oídos, pero eso consigue meterme en el ambiente aún más si cabe. Jack golpea su jarra con fuerza hasta que se la vuelven a llenar y Puck va contando chistes verdes que, aún siendo terriblemente malos, consigue nuestras carcajadas debido al alcohol que se nos ha subido a la cabeza.

La canción cambia y el calor en mi cuerpo se reaviva al terminar mi décima jarra. Creo oír unos taconazos que llaman mi atención. Levanto la mirada y veo a Corvo vestida con pantalones de cuero negro y una blusa blanca ancha de manga larga, sobre la cual un chaleco negro con brocado dorado sobresale. Sus andares son rápidos y seguros, pero su ceño está muy fruncido. La bruja con el catrina la sigue de cerca, intentando hacerle retroceder de cualquiera cosa que vaya a hacer.

Llega a nuestra mesa y la golpea con fuerza, haciendo retorcerse las jarras e incluso al enano Puck. Él cae de su asiento y Jack y yo nos reímos al unísono,lo que provoca que Paola cruce los brazos.

—Creí que ibais a buscar información, no a emborracharos como cubas.

—Si me disculpa, Paola Corvo, usted no tiene por qué tratar de tal forma a estos clientes VIP—le responde la bruja del catrina, deteniéndola por el hombro.

Corvo pone los ojos en blanco y pega tal puñetazo a la otra que la deja en el suelo. Silbo asombrado mientras ella se retuerce los nudillos.

—Owl y Jack, serenaos. Me habéis dejado en la habitación como una gilipo...

—¿Sabes una cosa, Paola?—le digo muy en serio.

Ella enarca una ceja.

 —¿Qué?

Tomo aire y grito:

—¡¡No hay horno para tanto bollo!!

Los borrachos se levantan y empiezan a cantar la canción con sus jarras a lo alto.Paola se ruboriza y aprieta la mandíbula, maldiciéndome en italiano de tal forma que hace a Jack reír.

—Realmente eres un capullo Owl, pero no importa...¿Sabes por qué?

Niego con la cabeza y Paola abre la boca. Pero antes de que diga algo, la bruja que trabaja para Puck se levanta y placa a Corvo, tirándola al suelo. En el proceso, se tropiezan con ese mastodonte australiano y éste también acaba en el suelo. Él, a ver que son dos mujeres, intenta no meterse hasta que su jarra acaba incrustándose en su cabeza por el intento de Paola de cogerla para golpear a la bruja.

A Logan Shark se le colorea la cara cada vez más roja y, aparta de un empujón a la subordinada de Puck, para agarrar del cuello a Paola. El enano se levanta de un salto y corre hacia Logan, mientras que mi pecho se encoje de repente. Lentamente el mago levanta en lo alto a Corvo, mientras siento que el alcohol empieza a dejar de surtir efecto en mi organismo.

—Te crees muy fuerte, ¿no, puta?—sus sucias uñas aprietan el delicado cuello de Paola.

Ella reprime un grito y empieza a arañar las manos del mago. Golpeo mi jarra contra la mesa y esta se rompe en cientos de pedazos, lo cual llama la atención de Logan y suelta a Corvo. Ella cae al suelo, provocando un ruido sordo que retumba en mis oídos una y otra vez.

—Mira quién es—dice con los dientes amarillentos.

—¿Hay algo más cobarde que puedas hacer después de tratar así a una mujer?

Él ríe y el violín deja de sonar, las risas se silencian y el enano me mira asustado. Alejado de todo, hay un hombre vestido de negro que sigue bebiendo como si el problema no fuera suyo. Logan se acerca, apretando sus nudillos para hacerlos crujir y cabeceando mientras me sonríe con aire burlón. Paola se incorpora lentamente y tose de forma virulenta. La miro y sus ojos azules se van apagando de tal forma que es lo único que llega a importarme en ese momento. Pienso cuánto tiempo podré durar manteniéndome en mi estado normal y tranquilo antes de que decida acabar con todo para llevarme lejos a la bruja de aquí.

El Vuelo de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora