Cárcel blanca para el búho

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Estoy en un prado, tumbado en la verde y fresca hierba. De algunas de sus herbáceas hojas logro ver gotas de rocío deslizarse lentamente. Levanto la mirada y me encuentro con el limpio y azul cielo, con un sol que brilla con tal fuerza que ciega. Me incorporo, sentándome, y veo que al horizonte hay otro terreno separado por un riachuelo. Y, al otro lado, veo a un búho real.

Sus ojos naranjas me observan con mucha curiosidad y pliega sus grandes alas, enseñando sus plumas parduzcas, negras y blancas. Y ese animal tan majestuoso soy yo, no ahora claramente, pero cuando decido transformarme en mi forma animal.

Los apellidos Owl, Corvo, Lizard...No son apellidos al azar, sino que los cogemos de cuando tomamos nuestra forma animal al pisar tierra humana por primera vez. Cuando llegamos a la superficie, al terreno de los humanos, solemos camuflarnos como animales y observarlos durante meses hasta que conseguimos una forma humana y nos mezclamos entre ellos.

No es elegido por gusto la forma animal que adoptemos, sino algo más espiritual y mágico. Y a mí me tocó el búho real...Realmente hermoso.

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Alzo mi mano hacia su dirección, haciéndole amagos para que se acercase. El animal me mira reticente y deja de mirarme. Levanta sus alas de nuevo, da un pequeño saltito con sus escamosas patas de color azulado oscuro y sale del lugar volando. Me quedo mirándole, con su grácil vuelo y esa manera tan orgullosa de moverse por el cielo.

Mi corazón da un vuelco

Siento un tirón de mi cabellera y sacan mi cabeza de un tonel de madera lleno de agua fría. Jadeo al sentir cómo el tacto del líquido congelado parece como si me quemaran la cara. Gimo de nuevo y alguien me pone una toalla seca sobre mi pelo azabache. Alzo la mirada y me encuentro con unos ojos verdes los cuales reconozco en seguida.

—Adriana—susurro asombrado.

Ella me sonríe con calidez y se sienta justo en frente mía. Miro a los lados y noto que estamos en una habitación completamente blanca, con sólo una mesa y tres sillas: la de Adrinana, una al lado suya y luego en la que estoy esposado. Un hombre fornido se lleva el tonel donde me habían estado sumergiendo...¿Es que se pensaban que era un pez o qué?

Me fijo de nuevo en Adriana y no me sorprendo que siga igual de siempre. Su melena rubia está recogida en un elegante moño mediante una pinza en forma de araña, su piel es de un hermoso rosado y sus labios gruesos, pintados de un bonito rojo...No puedo evitar excitarme con esos labios, imposible para mí. Su vestido rojo acompaña a su maquillaje y crea un interesante contraste entre su atuendo llamativo y la celda del impoluto blanco. Vuelvo a mirar la silla que hay a su lado, vacía...¿Quién se sentará allí?

La puerta, detrás de mí, se abre con gran estruendo. Volteo la cabeza y me encuentro con la fiera mirada de Paola Corvo. Su atuendo negro no ha cambiado ni un milímetro, salvo un repentino maquillaje blanco que embadurna toda su cara con unos labios negros.

—Oh, no sabía que Kiss tenía hoy un concierto—digo con una sonrisa.

Ella gruñe y me patea la cara sin remordimientos. Jadeo e intento recomponerme mientras la bruja se sienta al lado de Adriana con cientos de papeles entre sus manos. Le pasa a Adriana una pizarra pequeña con un rotulador negro y ella se queda con todo el papeleo. Chasquea los dedos y de entre sus dedos aparece una pluma negra bien afilada; vuelve a chasquearlos y hace aparecer un bote de tinta negra, donde embadurna levemente la punta de la pluma para empezar a escribir.

—Número del expediente 02968C, Christopher Owl—lee Paola sin mirarme—. Nació alrededor del siglo XIV humano, estudió en una escuela de magia de prestigio donde se le diagnosticó la magia de tipo "genio". En el mundo humano se le atribuye unos cuantos robos y asesinatos—tose—. Fue sentenciado al exilio cuando se supo que además de ser conocedor de las tres magias también tenía conocimiento de Arcanias, conjuros completamente ilegales—me mira—. ¿Es correcto?

El Vuelo de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora