5- Juegos que nadie gana.

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El campamento luce destruido, como si nos hubieran atacado de nuevo. Pero no ha sido un ataque de ningún tipo, este campamento improvisado ha corrido con mejor suerte y lo que le ha pasado es culpa de las circunstancias, de la supervivencia o al menos es culpa del intento que con tan pocas fuerzas estamos dispuestos a hacer.

La mujer amable de ojos verdes que siempre parece ser un comodín de sensatez en el grupo empaca sus pocas pertenencias con la mirada fija en la nada, mientras sus manos hacen todo el trabajo. Parece estar más delgada y eso me preocupa un poco.

— ¿En serio quieres llevarte eso?

Maggie me mira desde abajo donde esta arrodillada, en sus manos ella sostiene desprevenidamente un vaso viejo y lleno de huecos; — ¿Qué dijiste?

—Ese vaso, ya no funciona –le sonrío y creo que he empezado a imitar sus sonrisas vacías, pero ella no lo nota—. Deberías dejarlo.

—Claro –ella ríe poniendo los ojos en blanco. —Tienes razón, estoy algo cansada y no sé ni lo que hago.

El vaso sale disparado de entre sus manos a la maleza sin que nadie pueda detenerlo, al menos lo que es conocido para ese objeto va a continuar de la misma manera.

—Hace semanas que no nos movemos de este lugar –digo tratando de hacer conversación y Maggie asiente como invitándome a decir algo más—. Es bueno salir de aquí.

—Será mejor cuando encontremos al resto del grupo –ella le da una mirada a alguien a mis espaldas y no necesito voltearme para saber que es a Carl—. Incluso eso entre ustedes puede mejorar.

—No tengo tanta suerte.

—Pero Carl si, créeme que su suerte es bastante increíble.

Me rio porque ya no tengo idea de que rayos estamos hablando. Me acomodo junto a ella a las afueras de lo que queda de su tienda para ayudarle a empacar las cosas que si son necesarias, como el agua, comida, armas, la carpa, mantas, ropa y mucho más que aunque solo robe espacio hace las cosas un tanto más normales.

El resto del campamento también está en movimiento, mi hermana empaca sus cosas mientras María prepara la última comida que vamos a compartir en este lado del bosque, donde muchas cosas han pasado.

Observo a mi hermana, a sus manos como las de mamá, a su nariz como la de papá y esas pestañas largas que tanto me recuerdan a nuestro hermano. Tengo que quitar la mirada cuando ella me ve de regreso sonriendo. Cada parecido que encuentro de ellos en Anna hace que los extrañe más.

Quiero gritarle, sacudirla y criticarla por tener esa cara tranquila, por salir de la tienda cada mañana queriendo saludar, por contener sus emociones cuando todo se cae a pedazos y claro, por soñar cada vez más con alguien que de seguro puede hacerla feliz.

— ¿Quieres ayuda con algo más? –pregunto cuando parece que hemos acabado y Maggie niega con un movimiento de cabeza.

—Gracias Jen.

Asiento luego de mirar alrededor eligiendo ayudar a liberar las trampas que están cerca del arroyo en lugar de verlos todos empacando.

Mis pensamientos viajan entre las pocas memorias claras que aún tengo de mi madre a mi hermana siendo tan parecida a ella. Me temo que todo lo que mi padre tenía para dar lo puso en un paquete dividido entre mi hermano y yo, haciéndonos como él, silenciosos, amargos y resentidos con la vida por no decir que acabamos estando casi dementes. Claro, si es que aún tengo un hermano.

Porque en definitiva ya no creo tener un padre.

Y es seguro que ya no tengo una madre.

Respirando entre los muertos - TWDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora