Capitulo 23

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Narra __:

El olor a humedad me provocaba arcadas, la poca luz que había en la celda era de una lámpara a punto de apagarse que colgaba vagamente del techo. Me han arrancado el yeso para poder colocarme esposas, mi brazo esta morado y mis muñecas a punto de sangrar a causa de las esposas que se han negado a retirarme. No había nada en aquella celda, era más un calabozo que otra cosa. Tan sólo éramos cuatro paredes y yo.

Louis, pobre Louis. ¿Qué estaría pasando ahora con él?... seguramente lo tienen en un cuarto haciéndole muchas preguntas acerca de su novia mafiosa. Mi brazo duele pero lo ignoro completamente, pienso en papá, en Matt, en Kenay, en Tracy... mi destino no es ser feliz, de eso estoy segura.

Seguramente, me den más de cinco cadenas perpetuas y moriré de vieja en esta mugrienta cloaca. Louis me olvidará, encontrará una buena chica, se casará y tendrá hijos y nietos, eso, es lo que más quiero ahora. Poco a poco el sueño me vence y apoyo mi cabeza contra la mugrienta pared hasta dormirme.

Mi cabeza cuelga sobre mi hombro y hace que el cuello me duela, un chirrido suena y la puerta de mi celda se abre. Alguien patea bruscamente mis piernas y hace que me despierte aturdida

- Eh Byfrosth, despierta pedazo de mie-rda

Sobre mi regazo arroja varios trapos de color anaranjado que tomó dificultosamente a causa de las esposas, es el traje de la prisión

- Convicta 58921, __ Byfrosth. Como lo disfruto

- Disfrútalo, pero no alardees mucho Miller. Después de todo ¿Quién dice que uno de mis hombres no puede estar acariciando los rizos dorados de la pequeña Anna?

Miller borró su sonrisa y con una mano presionó fuertemente mi brazo dañado y con el otro aprisionó mi cuello contra la pared, mis dientes se apretaron en cuanto el dolor punzante aumentó en el brazo izquierdo.

-No me creas estúpido, hace rato que puse a salvo a mi familia. Fue lo primero que hice...

- ¿Crees que no lo sé?, sigo siendo __ Byfrosth, Miller. No lo olvides.

Sus brazos me liberaron y tras dejar entrar a unos oficiales estos me llevaron a los baños vacíos dónde constataron que me colocara el traje naranja con los números impresos a un lado, 58921.

Casi a empujones fui devuelta a la celda está vez antes de cerrar la puerta el guardia me miró con odio mientras me sentaba en el suelo nuevamente

- ¿Recuerdas a Jeff McArthur? -preguntó- Era mi compañero... tú lo mataste en la frontera.

- Lo siento, no sé quién es...

- No, ni siquiera sabes quienes son. No te mereces más que esto, y todavía, esta celda mugrienta, sigue siendo un privilegio para lo que te mereces... -dijo saliendo

- Lo sé...-susurré para mis adentros.

(...)

Mi cuello y espaldas dolían terriblemente, había dormido sentada contra el concreto de la pared y había sido terrible. Mis muñecas ardían y a la celda entraron varios guardias acompañados de Miller.

-Es hora del desayuno Byfrosth, el rico desayuno...-sonrió

La cárcel estaba casi vacía mientras recorríamos las largas hileras de celdas vacías, en cambio de ello había un guardia cada un metro. Bajando unas escaleras, salimos a un espacio abierto lleno de mesas en las que se encontraban unas pocas reclusas que miraban atentas la situación.

Elevando mi vista pude ver como los guardias de las tres plantas observaban hacía abajo nuestros movimientos, un plato de un extraño engrudo color amarillento espera sobre una mesa. Me sientan allí y Miller quita mis esposas, siento alivio y las masajeo con cuidado. Mis guardias se sientan a mi alrededor mientras me observan

Hijos de la Mafia 2 | louis tomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora