Capítulo 12 "La fiesta"

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- ¡ JESSICA! - gritó Sam desde el probador.

- ¡ VOY!- se acercó a su amiga y miró su vestido.- ¿ Cuál es el problema?

- Este vestido tiene un escote demasiado pronunciado y la parte de la falda es medio transparente. - se quejó Sam indignada.

Llevaban media hora con vestidos de un lado a otro porque algunos tenían demasiado escote, otros demasiado ajustados, demasiado transparentes o cortos. "Malditos fabricantes de vestidos"- maldijo Sam en su mente.

- Ten este- le dijo Jessie dándole uno nuevamente. - este es el bueno, lo presiento. - añadió emocionada.

- Eso dijiste con los cuatro primeros- le reprochó Sam. Y se metió otra vez al cambiador.

Cerró la cortina, se quitó el vestido negro que llevaba y lo cambió por uno azul turquesa.
Era largo y llegaba hasta el suelo, tenía un escote corazón muy simple y un poco de espalda al descubierto. El único adorno que tenía el vestido, era un cinturón de perlas que hacía resaltar sus curvas. Estaba muy emocionada, ese era el vestido, por fin lo había encontrado.

Hizo la cortina a un lado para que su amiga pudiera verla, y esta se puso a dar saltos de alegría y a aplaudir como una niña con zapatos nuevos.

- ¡Me encanta! ¡Está hecho para ti! - gritó.

Sam volvió al probador para ponerse su ropa e ir a pagar el vestido.

^^^^^^^^en su habitación^^^^^^^

Sam dejó las bolsas sobre su cama y se fue al baño a dar una ducha, más que nada para calmar los nervios. Al salir se enrrolló en una toalla y salió, dirección al armario a ponerse algo para estar por la habitación, puesto que no saldría hasta la noche. Cogió una camiseta vieja que le quedaba un poco corta y unas calzonas deportivas.

- Tengo una idea para tus zapatos. Más bien tres. - anunció Jessie señalando su cama.

Los primeros, eran unos tacones que podrían ser de unos quince centímetros tranquilamente. Eran negros y con el tacón en dorado. -Descartados -

Los segundos eran unas cuñas verde claro, con un detalle de una caracola de plata en la punta. -Descartados- ¿ Es que esta mujer no tenía unos zapatos planos? Esto es injusto para las que no sabemos andar con tacones- pensó Sam.

Los terceros, tenían un mini tacón que no llegaría a los cinco centímetros. Eran casi transparentes y se parecían a los zapatos de cristal de la cenicienta. - ¡ Bingo!

Sam decidió que serian los del mini tacón y Jessie la obligó a sentarse en una silla para maquillarla. Al principio Sam se opuso, se temía lo peor y nunca se maquillaba, no sabía que podría salir de ahí. Pero al final por la persistencia de su amiga accedió.

Tras cinco botes de mejunjes para la cara, y varias capas de polvos compactos después, Jessica había acabado.

Tenía algo de color en las mejillas, y en sus párpados, había una combinación de tonalidades azules muy leves que, junto con la máscara de pestañas, le hacían los ojos más grandes. Además, en los labios tenía un degradado de blancos a rosas muy hermoso. Pero lo que más le impresionó fue el pelo. Se lo había quedado suelto, y le había hecho múltiples tirabuzones en los que le había trenzado pequeñas flores blancas. Nunca se había sentido tan bella.

Para finalizar se puso el vestido y los zapatos.

- Estas genial- se emocionó mientras le quitaba los dos últimos rulos. - Seguro que le impresionas.

A Sam le llevó unos minutos averiguar que hablaba de Troy. Pero solo eran amigos, solo amigos- se repetía una y otra vez. ¿Por qué le iba a importar si le gustaba como iba vestida?

Los pintores del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora