Capítulo 5 "Lucian"

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Todo al otro lado era exactamente igual de como lo había visto hace unos minutos. Excepto por los cuadros que colgaban de las paredes, anteriormente no se había percatado de su presencia. Ahora si embargo, los observaba con detenimiento

Todos eran bastante conocidos, bueno, al menos la gran mayoría.

Se detuvo frente a uno en particular, "El nacimiento de Venus" Siempre le había parecido una composición hermosa, Venus (diosa griega de la belleza) en el centro del cuadro para ser el elemento principal del mismo. Sus delicados pies descansaban sobre una concha, de un tamaño bastante considerable, de la que, según la leyenda había nacido.
No hacía falta decir que lo que la rodeaba era sin igual. Esa genialidad a la hora de hacer composiciones, esa belleza en las facciones humanas y esa delicadeza en los trazos, era lo que Sam aspiraba a poder igualar algún día.

- Es hermoso ¿verdad?- le preguntó Troy

- Si...

Él le tomó la mano con delicadeza y tiró suavemente de ella para seguir avanzando.

Un par de pasos más alante Sam le soltó. No quería que cogiera confianza tan pronto, aunque a decir verdad, le gustaba el tacto de su mano contra la suya. Era cálida y suave. La reconfortaba.

Llegaron a una inmensa biblioteca. Era de techos altos y tenía tres pisos diferentes llenos de estanterías con libros. Algunos de aspecto antiguo y otros más nuevos. En el centro de la estancia, había un gran escritorio de madera de roble un poco viejo y desgastado.
Frente a él un señor de unos setenta años, se hallaba examinando algunos pergaminos.

Era de estatura media y lucía una gran barba blanca y unas cejas bastante pobladas. Además, vestía un elegante traje grisáceo con camisa blanca, y en apoyado sobre la mesa (ya que no tenía ninguna mano libre) se sostenía un bastón de madera con un zafiro en su empuñadura.

- Por fin has llegado Mozart, pensé que no la habías encontrado. - habló el hombre, levantando la vista de sus papeles. Dirigió su mirada hacia Sam - ¿ Es ella?

- Si, Lucian.

Sam pasaba la mirada del uno al otro sin entender de que estaban hablando. ¿Acaso la habían ido a buscar específicamente a ella? En ese caso, ¿Por qué a ella y por qué Troy se había mostrado tan confuso al verla?

- Debe de ser un poco raro para ti todo esto. - dijo como leyéndole la mente a la muchacha - dejame que me presente. Soy Lucian da Vinci, encantado de tenerte con nosotros Samanta.

- Igualmente. Pero...no entiendo nada, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué todos tenéis apellidos de gente famosa? O..¿Por qué yo?

A su lado Troy le asintió a Lucian como si se estuvieran leyendo la mente mutuamente.

- Verás, para empezar, ayer uno de nosotros te vio en el vestíbulo cuando tu mano atravesó la puerta. Y enviamos a Troy a buscarte. - salió de detrás del escritorio y se puso a buscar en una estantería cercana. - Esa es una de las señales de ser descendiente. La concentración.- Sam lo interrumpió

- Perdone pero, ¿qué tiene que ver la concentración con atravesar paredes?¿ Y descendientes de quién?

- Técnicamente son puertas, no paredes.

Ella le lanzó una mirada asesina. Lucian rió y continuó hablando.

- Descendientes de grandes pintores, músicos, filósofos ... que todo el mundo cree no tienen descendencia.

Ahora los apellidos de ambos cuadraban con la explicación aunque seguía sin creerla al cien por cien.

- Lo de la concentración, tiene que ver más de lo que crees joven.- cogió un libro de una balda alta y lo puso sobre la mesa. Empezó a pasar las hojas rápidamente desesperado por encontrar algo. - Ajá, aquí está. Acercaos.

Troy avanzó y Sam lo siguió hasta quedarse frente a las amarillas páginas del libro.

- La concentración es un don que se debe apreciar. Los grandes músicos se concentran en la música, la sienten y por ello muchas veces hacen caso omiso de las partituras. Los pintores sienten lo que dibujan, el pincel se mueve solo en su mano, se concentran en cada trazo. La concentración lleva a lo hermoso y muestra cosas que a simple vista no puedes ver. - miró a el libro y después al muchacho. - ¿Dibujo o música? - preguntó mientras señalaba a Sam con un gesto de cabeza.

- Dibujo- contestó él a la vez que Sam figuraba lo mismo.

Se volvió para mirarlo y se encontró que el la observaba atento.

- Se contestar yo sola, gracias- comentó con una pizca de sarcasmo en su voz.

Troy puso los ojos en blanco.

- Perdona por intentar ser un caballero.- replicó molesto.

- Te recuerdo, caballero, que querías traerme a la fuerza.

Sam se acordó de como la había agarrado de la muñeca y había tratado de llevarla consigo sin aclararle nada.

- ¡Troy! - interrumpió Lucian

- ¿Qué? -Preguntó el muchacho indignado- No quería venir ¿qué podía hacer?

Sam resopló

- A ver, paciencia los dos. Samanta mira esta página y dime que ves.

Sam se inclinó hacia el escritorio, ignorando a Troy y observó atenta la página.

En ella estaba reflejado el cuadro de La noche estrellada. Dado que se suponía que ese cuadro ocultaba algo, siguió mirando. Y cuando les iba a decir que no veía nada fuera de lo normal, las estrellas y espirales que surcaban el cielo, empezaron a moverse lenta y suavemente, como las olas cuando hay marea baja. Y podía oír la brisa de verano, podía olerla, podía sentir como la acunaba esa agradable sensación. Cerró los ojos y se sorprendió al escuchar el sonido de los grillos y las cigarras. Era un ruido muy sutil, pero no sabía cómo, ella lo oía.

Abrió los ojos y al levantar la cabeza, Lucian sonreía frente a ella.

- Lo has visto.

- ¿El que? -interrumpió el momento Troy.

- El movimiento del cuadro. -respondió el hombre.

Sam asintió mientras Troy murmuraba algo por lo bajo. Sam lo miró

- ¿Qué?

- Nada- se metió las manos en los bolsillos- deberíamos volver, son las siete.

- De acuerdo.

Cuando se estaban dirigiendo a la salida de la biblioteca Lucian le hizo señas a Troy en la distancia. Sam no sabía que decían.

Los pintores del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora