Capítulo 5.

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Comemos tranquilamente y damos una vuelta por la zona. Hablamos, sobre todo, de lo que hemos estado haciendo desde que yo quise desvincularme de todo tipo de relación que tenía con ellos.

Le resumo un poco cómo he estado sin ellos. Se me hace un poco duro recordar lo tonta que fui dándole de lado, pero no me quedaba otra si quería olvidar a su hermano.

-Pero no lo has conseguido, ¿verdad? Sé que ayer, cuando os quedasteis solos, pasó algo que ninguno quiere contar. Os conozco lo suficiente a ambos y sé que vuestra mirada guarda secretos.

-Algo sigo sintiendo por él, no te quiero mentir. Pero sé las circunstancias que estamos viviendo cada uno. Él ha conseguido rehacer su vida con Tamara, con la que hace una muy buena pareja. Y yo, con mi trabajo, pues no estoy en condiciones de tener pareja.

-No me has respondido a la pregunta. Lo de mi hermano lo sé, sé que te sigue queriendo. Es mi hermano y esas cosas se saben. Pero lo tuyo... Me da la sensación de que no eres feliz desde que sabes que tiene pareja.

-Sigo sintiendo cosas por él, ya te lo he dicho antes, pero no tiene nada que ver con lo que sentía hace años.

Con mi respuesta, le doy a entender que no quiero seguir hablando del tema. Seguimos caminando y nos encontramos con Nacho y Luis, que han estado comiendo por ahí con Zaira y Andrea, solo que las han dejado en casa para ir juntos a dar una vuelta.

Saludo a cada uno con dos besos. Charlamos un rato y, a la hora de despedirnos, Luis me comenta al oído que le gustaría que hiciera feliz a Andrés, que se lo merece. Sonrío sin decir nada.

Andrés y yo damos una vuelta por la zona. Seguimos poniéndonos al día de muchas cosas. Saco el tema de los amores y él me dice que no tiene ganas de estar con nadie, a pesar de que está enamorado de alguien que no sabe si le corresponderá como a él le gustaría.

-Eso nunca se sabe. Si no arriesgas, no podrás ganar.

-Claro que lo sé. Porque estoy convencido de que tú no te enamorarías de mí. Me ves más como a un amigo.

Tardo varios segundos en reaccionar a sus palabras. Sé que no siento lo mismo que él, pero quiero arriesgarme.

Le beso. Me da igual que haya gente que nos esté mirando. Rodeo su cabeza con mis manos. Los segundos pasan y tardamos lo que queremos en separarnos el uno del otro.

Al hacerlo, le sonrío. Aunque no dice nada, sé que le ha gustado. Su sonrisa le delata. Me agarra por la cintura y vuelve a acercarme a él. Le abrazo y comienzo a pensar en lo que me ha pasado en solo unas semanas. Me cuesta asimilar el cambio que ha dado mi vida.

Vamos juntos hasta donde tengo la moto y allí, antes de ponerme el casco, vuelve a besarme.

-Te quiero. Y nadie nos lo va a estropear.

-Yo también te quiero, Andresito. Eso espero, que nadie nos lo estropee.

Le doy un beso rápido y me subo en la moto. Me coloco el casco y salgo de allí en dirección a mi casa.

No me creo que haya besado a los dos hermanos en apenas 24 horas. Y, así, de pronto, empiezo a salir con el que, hace unos años, fue mi cuñado.

Cuando llego a casa, veo que el coche de Andrés aún no está en su plaza de garaje. Se me hace un poco raro y, mientras termino de colocar la moto en su sitio, ahí le veo entrar.

Espero a que aparque el coche para darle otro beso, esta vez más largo que el de la despedida. Me coge la mano y tiro de él hacia el ascensor. Nos besamos con pasión y llegamos a nuestra planta.

Un presente que empieza desde mucho antes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora