Capítulo 7

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Salgo a la puerta y me pide que bajemos hasta el portal, ya que allí podremos hablar más tranquilos. Bajamos las escaleras en silencio. Silencio incómodo. No quiero romper el hielo. Es él el que me ha buscado.

-Que sepas que no me arrepiento de lo que pasó el otro día en el garaje. Llevo deseándolo desde hace tiempo.

-Pues yo sí me arrepiento. Sé que Tamara es arisca conmigo por eso mismo, porque sabe que ha pasado algo.

-Lo que piense ella me es indiferente. Me importa lo que pienses tú, pero veo que esos besos fueron algo que te está dando igual.

-No me da igual, Martín. No me da igual por la sencilla razón de que tú sabías que esto estaba mal. Vale, yo también tengo mi parte de culpa porque no te paré los pies, pero me duele.

-Sonia, por favor, que soy consciente de que me echas de menos. Tu orgullo y tu cabezonería te impiden reconocerlo. Por favor, Sonia, deja de fingir. Me sigues queriendo.

Me agarra por la cintura y me acerca a él. Le paro justo a tiempo antes de que me dé un beso. No quiero seguir sintiéndome culpable por esos besos. Besos llenos de recuerdos y que me dejan un amargo sabor de boca. Amargo porque sé que el pasado no vuelve y que no aproveché la oportunidad de ser feliz a su lado. No creo en las segundas oportunidades, y menos en volver a tener algo con él. Vamos a hacernos daño mutuamente porque no seremos capaces de hacernos felices. El pasado que tenemos en común va a estar bastante presente, por mucho que queramos evitarlo.

-¿Se puede saber en qué estás pensando?

-En nada, Martín, en nada.

Su pregunta me pilla desprevenida, por lo que aprovecha a besarme. Le sigo el juego por mucha rabia que me da. Consigo pararle los pies a tiempo. Saco el teléfono del bolsillo para mirar la hora. Martín me pregunta si tengo prisa, a lo que le comento que he quedado con Zaira para ir al concierto y no quiero que se me eche el tiempo encima.

Me agarra la mano, me pega a él y me susurra "te quiero" al oído. Me paralizo un poco al oír esas palabras de su boca. Hace tiempo que no me las decía y, aparte de encantarme, me estremecen. Sé que lo que siente es sincero. Sé que me echa de menos, pero lo nuestro no puede ser.

Subimos juntos a casa y, ya frente a mi puerta, me da un beso de esos que te dejan sin respiración.

-Quiero arriesgarme a cualquier cosa por estar contigo, aunque sea a escondidas.

-No. No quiero ser tu segundo plato. Déjame ser feliz con quién yo quiera. Creo que me lo merezco.

Llamo a la puerta y me abre mi madre. No me dice nada. No me somete a un interrogatorio para sonsacarme la conversación con Martín. No está dispuesta a escuchar las respuestas que pueda darla.

Me voy a mi habitación. Vuelvo a mirar la foto que tengo con Andrés y Martín en la piscina. Se nos ve felices.

Miro por la ventana y veo que Andrés está asomado. Fumo un cigarro mientras charlo con él. Me comenta que no le gusta ese vicio que tengo, aunque entiende que empezara con él. Es consciente de que lo pasé bastante mal en el pasado. Y, aunque no se lo contaba, se me notaba bastante en el semblante.

-¿De qué hablabais mi hermano y tú?

-Teníamos una charla pendiente. Y queríamos arreglarlo cuanto antes.

-¿Tiene algo que ver con lo que sospecho que pasó entre ambos en el garaje?

-Cosas entre nosotros.

-¿Qué pasa? ¿No tienes confianza en mí como para contármelo?

-Sabes que no es por eso, amor. Solo que no queremos que la gente sepa de ciertas charlas.

Un presente que empieza desde mucho antes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora