20: Extra: La desesperación de un Izan

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Jesse descansaba en su cama, consumido por un buen sueño. Sus ronquidos eran suaves y la saliva que corría por sus labios era una maldita cascada. Vivía solo, así que él podía hacer lo que quería. Dormir por varias horas, por ejemplo.

Menos cuando lo interrumpen.

-¿Q-qué...? -Empezó a decir mientras levantaba la cabeza de la húmeda almohada.

Llamada entrante: Avatar

-¿Hola?- Dijo al contestar.

- ¡JESSE! DIOS, ¿POR QUÉ TARDAS EN CONTESTAR? -Exclamó.

- Son las cuatro de la mañana, ¿qué más crees que estoy haciendo para estar pendiente al puto teléfono?

- Masturbándote.

- ¡Izan!

- ¡YA, YA! ¡Pero eso no es por lo que te llamé!

- ¿Entonces...?

- ¡SOPHIE ESTÁ DANDO A LUUUZ! - Grito. Un grito más y le rompería tanto el parlante del teléfono y el tímpano al pobre- ¡NECESITO QUE VENGAS AHORA!

- ¡V-vale! ¡Estaré allá en diez minutos! - Dijo levantándose de la cama.

- ¡Apresúrate! - demando.

- ¡Bien! Ahora solo necesito que te relajes - dije abrochándome las zapatillas.

- ¡ESTOY RELAJADO! - exclamó.

- Ajá. Cómo tú digas.

- ¡Jesseeee!

- Estoy yendo al baño para asearme - contesté.

- ¡AHHHH!

- ¿Ese grito es de Sophie?

- No, fue mío. Perdón, se me salió. - dijo.

Jesse suspiro. Después de haberse lavado los dientes y limpiarse la cara tomo las llaves de su auto y partió al hospital. No era un camino muy largo ni tampoco se demoraría tanto en llegar. Ya ven, son las cuatro de la mañana.

Entro al hospital que le había dicho a Izan y se dirigió a la sección de visitas. Y, justo en ese momento se encontró a un chico de cabellos castaños caminando de un lado al otro, desesperado.

- ¿Izan? - preguntó él.

- ¡Jesse! - exclamó el castaño.

- ¿No deberías estar junto a Sophie? - pregunto el pelinegro.

Izan había abierto la boca para responder, pero una chica lo interrumpió.

- Está tan nervioso que si entra hará colapsar a Sophie, y es muy probable que se desmaye - comentó Max.

- Te creo - admitió Jesse.

- Izan, por favor. Relájate - le dijo Max.

- ¡NO PUEDO! - Exclamó - ¡Mi novia está pariendo! ¡¿TÚ SABES LO QUE SIGNIFICA ESO?! ¡¿NO?! ¡CIERTO QUE NO TIENES HIJOS!

Max lo abofeteo.

- ¿Mejor?

- Gracias - dijo él.

- ¿Y cuánto lleva en labor de parto? - pregunté.

- No te puedo responder, estoy tan nervioso que no puedo pensar. Pero fue alrededor de las una que despertó por romper fuente y empezó con las contracciones.

- Supuestamente iban a nacer a la semana siguiente, pero se adelantaron.

- Pobrecita - comentó Jesse -. Tiene soportar el parto de dos niños y más encima a su histérico padre.

- ¡No soy histérico! - chilló Izan.

Una mujer se nos acerco y preguntó:

- ¿Ustedes son parientes de Sophie Anderson?

- Sí - asintió Max.

- Ya dio a luz. Vengan conmigo.

Nos llevaron a las habitaciones. Nos señalo la puerta y nos dirigimos a la habitación y entramos. Ahí, acostada en la cama se encontraba Sophie. Izan se acerco a ella y preguntó:

- ¿Y los bebés?

- Ya vienen - contestó ella junto una sonrisa.

Izan se sentó al lado de la cama, tomándole la mano a Sophie.

- Lo hiciste bien - le dijo él.

- ¿Cómo lo sabes? No estuviste presente.

- Lo sé porque eres tú. Todo lo haces bien.

Oh, Dios. Es el momento perfecto para cagarla con éste comentario de la autora. Pero Jesse debió haber traído un violín.

Ups.

Unos minutos después tocaron la puerta y dos bebés entraron en una cuna. La enfermera tomo al niño y se lo entrego a Izan. Después tomo a la niña y se la entrego a Sophie.

- Felicidades. Son unos niños completamente sanos y fuertes - Dijo.

La enfermera se largo, dejando a la feliz pareja con sus dos hijos recién nacidos.

La mirada de Izan cambió por completo: De una mirada asustada y agobiada a una totalmente relajada y tierna. Esa mirada no era de un muchacho de veintidós años común y corriente, es la mirada de un padre que ama a sus hijos.

- Jesse - Dijo Izan levantándose de su asiento acercándose a Jesse -. Te presento a mi hijo Leo.

Tomo al niño entre sus brazos. Leo era un niño con un rostro muy relajado y sereno. Ambos niños tenían en común el cabello castaño como sus padres y una piel pálida como la de Izan.

- Es como un mini Izan - comentó Jesse junto una sonrisa.

- Y puede que Alice sea una mini Sophie - dijo Max junto su hermanastra.

- ¡Bien! ¿Por qué no les sacamos una foto a la nueva familia? - propuso Jesse tomando la cámara de Max.

Izan tomo al niño y se sentó en la cama junto a Sophie.

- ¡Digan Avatar! - Exclamó Jesse.

- ¡Avatar! - dijeron ellos.

No nada más emocionante que empezar una familia, una familia grande, una familia feliz... una familia siempre unida.

...

- ¡ESTÁ LLORANDO! ¿QUÉ DEBO HACER?

- Izan. Sólo tiene hambre...

- ¡MI HIJA SE ESTÁ MURIENDO DE HAMBREEE! ¡QUE ALGUIE-!

- Gracias por golpearlo, Jesse.

- Será siempre un honor, Sophie.


C.W: La venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora