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Por más que intentaba no sentir, olvidar y dejar de recordar, no podía; Leo sentía que era imposible, sabía que su madre estaba preocupada por él, pero era inútil fingir que ya todo se encontraba en un baúl, cerrado con miles de llaves e incapaz de volverse abrir, pero cuando cada momento de su vida aparecían los fragmentos de todo lo que ocurrió aquella vez.

"Era un día totalmente agradable, el sol brillaba en todo su esplendor, y todo esta terminado y arreglado para el más importante evento de todos. El gran paso que puede dar una pareja; cada uno iba y venía corriendo, tratando de alistarse todos muy frenéticos, buscando sus cosas, pero nadie encontraba nada.

Daniel, ¿Has visto mis calcetines?— preguntó Leo buscando dichas prendas

No, pero tú seguramente viste mis zapatos

No, lo siento amigo

Cariño, ¿Ya estas listo?— preguntó una mujer pelirroja entrando a la habitación

Todavía no, mamá

Pues apresúrate o llegaras tarde

Si, lo

Cómo pudo se apresuró a cambiarse, al igual que su mejor amigo Daniel; terminaron de arreglarse, observándose en el espejo y estando listos, subieron al auto rumbo a la pequeña ciudad, sin imaginarse siquiera lo que iba a suceder. Los chicos llegaron con veinte minutos de adelanto.

Ya todos estaban en sus lugares, el gran evento se llevaría a cabo en el centro del pueblo, en una hermosa placita que estaba decorada para la ocasión; todos hablaban muy animadamente, en cuanto el novio hizo acto de presencia, no podían parar los saludos y felicitaciones.

Llegó el sacerdote, y todo el mundo estaba en sus asientos, esperando que la ceremonia diera inició, esperaban a que la novia llegara.

Leo se encontraba bastante nervioso, habían pasado cerca de media hora y Graciella no llegaba, la preocupación se estaba haciendo evidente pero ese presentimiento de que algo pudiera salir mal se estaba fortaleciendo; después de hora y media, un auto se acercó, donde supuestamente vendría la novia.

La emoción de Leo era grande, por fin su espera valdría la pena y se casaría con Graciella, la mujer de sus sueños, pero cuando alguien bajo del auto, no era la persona esperada. Realmente la que hizo acto de presencia fue una de las amigas de la novia, Dafne; ella iba caminando a donde se encontraba el novio, mientras trataba de ocultar la tristeza llevando un sobre en la mano.

Leo....

¿Qué pasa, Dafne? ¿Dónde está Graciella?— preguntó desesperado buscándola con la mirada

Lo siento mucho

¿De qué hablas? ¿Dónde está?— exigió una respuesta

No lo sé. Encontré esto

¿Qué es esto? ¿Por qué no está aquí?

Será mejor que leas lo que te escribió

No entiendo, ella y yo vamos a casarnos— ese presentimiento negativo comenzaba a nublar su mente.

Tomó el sobre, y con dedos temblorosos sacó la carta que estaba adentro, todavía consternado comenzó a leer.

Leo:

Sé que es una decisión muy precipitada, pero yo no puedo casarme contigo. Lo siento mucho en verdad, no te pido que me entiendas, ...mi intención no era hacerte daño, no después de todos esos momentos maravillosos que pase a tu lado.

En verdad, te amo con todo mi alma, mi corazón te pertenece totalmente. Gracias por todo y lamento el dolor que te causé. Espero que algún día puedas perdonarme.

Te quiere, Graciella.

Dime que esto no es verdad— preguntó Leo con ojos llorosos

Lo lamento

No, eso no puede ser

El chico estaba en estado de shock, no podía creer que la mujer que tanto había amado durante tanto tiempo se hubiera ido. Daniel se acercó y le quitó la carta de la manos, leyendo con rapidez esas palabras.

—¡TÚ SABES DONDE ESTA!— tomó por los hombros a Dafne bastante desesperado

No lo sé, ella se fue

—¡MIENTES!

¡Cálmate!— Daniel se acercó a él para tratar de tranquilizarlo— déjala, ella no sabe nada

¿Por qué?

Su amigo no sabía que palabras darle, su madre también quería saber lo que estaba ocurriendo, en especial por verlo tan alterado. Todos miraban la escena bastante confundidos, no tenían ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo. Las palabras de Graciella resonaban en la cabeza de Leo."

Una palabra demasiado dura, se fue y lo dejó, quizás nunca lo amo tanto cómo decía, fue un estúpido juego para ella, tenía razón en algo, a donde quiera que estuviera, se había llevado los trozos de su corazón.

Desde ese día, Leo dejo de sentir, la vida no valía la pena. Amar ya no importaba, a partir de ese fatídico día, sólo se limitó a no sentir nada, desde entonces...trataba de existir.




Dos Palabras: TE AMO [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora