Lauren
Me paso toda la clase mirándola. ¿Hacerme esperar? Yo no espero a nadie,
pero aquí estoy.
Esperando.
Niego con la cabeza tratando de ignorar mis pensamientos e intento
concentrarme en la lección, pero es imposible. La chica a la que debería
estar enamorando es quien lleva la batuta. Supongo que esto es lo que pasa
cuando metes la pata en la primera cita, ¿verdad?
Qué asco. Esto es un desastre y solo es el segundo día. ¿Y dónde narices
se supone que debo llevarla para una segunda cita?
La clase termina y yo sigo a Camila y a Ally hasta el pasillo. Tiro del
pelo de Ally cuando paso por su lado y dejo resbalar los dedos por el
brazo de Camila. Ella levanta la mirada y me sonríe. Le guiño un ojo y me
voy en dirección opuesta.
Cuando llego Vero está sentada en el sofá y tiene los pies apoyados en la
mesa.
—¿Cómo ha ido?
—Pues como era de esperar, he metido la pata. —Me dejo caer junto a ella
—. Yo no tengo ni idea de cómo va esto de las citas. No puedo creer que
me estéis obligando a hacer esto.
—Yo no te estoy obligando a hacer nada —contesta—. Tú accediste a
hacerlo.
—Ya, bueno, pues suponiendo que acepte, tengo que encontrar un sitio al
que llevarla en nuestra segunda cita.
Vero se ríe.
—¿Qué te parece tan divertido?
—¡Lauren Jauregui pidiendo consejo sobre citas! —Se ríe—. Jamás pensé
que llegaría a ver este día.
—Y yo nunca pensé que llegaría el día en que tendría una maldita cita —
me quejo.
—Proponle quedar este viernes.
—¿El viernes? Para eso quedan cuatro días y es noche de fiesta.
—¿Qué mejor forma de demostrarle que vas en serio que pasando de tu
propia fiesta? —Vero alza las cejas.
—¿Y adónde llevo a la princesa para nuestra cita?
—¿A la playa? A dar un paseo bajo las estrellas —sugiere Vero suspirando.
—Buena idea —murmuro—. ¿Y hasta entonces?
—Aparece cuando menos se lo espere. Pasa tiempo con ella. —Se encoge
de hombros—. Esas tonterías funcionaron.
—Claro. Me dijo que cuando tenía tiempo libre entre clases se iba a la
biblioteca. ¿Qué tal?
—Pídele a Ally que te diga qué horas tiene libres, siempre que no
desconfíe.
—ella fue quien me dijo adónde podía llevar a Camila la primera
vez que salimos. Estoy segura de que Camila tiene sus propios planes.
Me mira con complicidad.
—Entonces asegúrate de que tú te ciñes al nuestro y no caes en el suyo.
—Yo no me enamoro, mija. —Resoplo al pensar en ello—. Y menos de
princesitas como Camila.
—Y, sin embargo, estás dispuesta a fingir para tirártela.
—Los fines desesperados precisan medidas desesperadas, amiga. Yo
siempre consigo lo que quiero, y quiero acostarme con Maddie.
—En ese caso, espero que sepas lo que estás haciendo. Todas sabemos
cómo es Camila cuando se le mete una idea en la cabeza.
—Las ideas de Camila se pueden quedar a vivir en su cabeza. Nunca les
presté atención cuando era niña y no voy a empezar a hacerlo ahora.
Además, este asunto con Camila ni siquiera es real. Solo es un juego.
—¿Un juego de amor? —vero se ríe.
—Algo parecido. Pero aquí la que se enamora pierde.
—Y Lauren nunca pierde, ¿no? —Vero sonríe con ironía.
—Exacto.