Capitulo 30

4.7K 191 2
                                    

Lauren

Cuando está tumbada entre mis brazos como ahora, la siento vulnerable.

Pero hasta la otra noche no me había dado cuenta de hasta qué punto es

vulnerable. Tampoco me había dado cuenta de lo fuerte que es y del fuego

que arde en su interior.

La miro. Su melena está extendida sobre mi almohada, tiene los labios

ligeramente separados y su aliento repta por mi pecho. Cuando

duerme parece estar en paz, como si no tuviera la cabeza y el corazón llenos

de demonios. Como si no se estuviera protegiendo de todo.

Levanto la mano que tengo apoyada en el estómago y le aparto el pelo de

la cara. Ella suspira, se acerca un poco más a mí y yo la estrecho un poco

más. Le poso los labios en la frente y ella desliza un brazo sobre mi

estómago rozando mi piel desnuda con los dedos.

No tengo claro en qué momento empecé a preocuparme tanto por ella.

Pudo ser aquel día en la playa cuando me explicó lo de su madre, o pudo ser

cuando se volvió loca por culpa de aquella chica que nos encontramos en la

cafetería, el día que se puso a soltar tacos. Pudo ocurrir durante una de

nuestras alocadas sesiones de besos, o quizá fuera cuando yo fingía escuchar

en clase de Literatura mientras jugueteaba con su pelo.

O puede que siempre fuera así.

Quizá siempre me haya preocupado por ella y solo estaba disfrazándose

de ese sentimiento de sexo.

No lo sé. Lo único que sé es que ella me importa y que este juego se está

transformando en algo más. Está empezando a ser más real que nada de lo

que he experimentado hasta ahora. Se está convirtiendo en algo a lo que

puedo aferrarme. Algo a lo que Camila se puede aferrar.

Camila puede contar conmigo.

—Buenos días —dice con la voz soñolienta bostezando y frotándose los

ojos.

—Buenos días—le susurro en voz baja—. ¿Cómo estás?

Se queda en silencio un momento y veo como se nublan sus ojos.

—No estoy segura. Me siento bien, pero también me siento mal.

La vuelvo a besar en la frente y aliso su ceño fruncido.

—Ayer hice lo correcto, ¿verdad? —Su voz está cargada de dudas y sus

ojos trepan hasta encontrarse con los míos—. Cuando le dije que no.

Cuando decidí no ayudarle.

—Yo creo que sí —le digo con sinceridad.

—Pero es mi hermana.

—Oye. —Le levanto la cabeza—. Tenías un motivo para decirle que no.

Está claro que te lo ha hecho pasar tan mal que ya no tienes ganas de seguir

Juegos ocultos-Camren. Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora