Colonia de lima, era todo lo que ella quería percibir en su nariz, porque así era justamente a lo que olía Jace. No solamente a eso, no. Era una combinación que ella describiría como la mejor de todas. Ayer, se había marchado ya muy tarde de la casa del joven, no lo suficiente como para que el bastardo que tenía por cuidador le regañara. Al contrario, se mostró feliz de que la jovencita trajera consigo una gran cantidad de dinero. La halago -de una manera que ella se esperaba de él- diciéndole que ya sabía él que ella sería una gran putita, que ya le veía futuro en ello. Cosa que le hizo sentir enferma. Era obvio que ella no pertenecía a ese lugar. El lánguido de Lytos se lo había dicho alguna vez, lo más probable era que se estuviera burlando de ella. Él ya sabía lo que tenían planeado para ella. Venderla. No. Rentarla como un pedazo de carne sin sentimiento alguno.
Y entonces recordó, la primera vez que vio a Gray, ese hermoso jovencito con sangre asiática, ojos almendrados, de piel pálida y cabello oscuro. No sabía quién de ellos llevaba más tiempo en esto. Trabajando para las mismas personas. Sólo recordaba el día que la llevaron al chiquero que Lytos llamaba casa, cuando obligó a todos a darle la bienvenida sujetando del hombro a ese jovencito asiático. El chico parecía tener miedo y temblar varias veces. <<No puede ser tan malo>> pensó en ese entonces Ale. De Rui no recordaba la gran cosa, se dio cuenta de la presencia del joven cuando ella no pudo mas y se había puesto a llorar frente a ellos dos. Ese día se dio cuenta que ellos eran muy unidos y que se miraban de una manera tan intensa y a la vez confidencial, un secreto entre esos dos.
-Tengo hambre –dijo Gray aún recostado en su colchón- ¿Hace cuánto que no hay comida en la casa?
Rui rodó sobre su cama buscando comodidad y un ángulo mejor para poder ver a Gray, apoyándose sobre sus codos.
-Bueno, no sé –vaciló el joven un momento, tratando de procesar la pregunta, jugando torpemente con un mechón de cabello que le caía sobre sus ojos, parecía ahora un flequillo, bastante mono -. Es raro, quiero decir. Ahora que Ale trae más dinero que nadie, debería haber mejor y más comida.
-Es verdad –concordó Gray, buscó la mirada de Rui y le miró atentamente-. Debe de estar gastándolo en algo más.
-Seguramente –Rui se mostró vacilante aún.
Últimamente el maricon de maricones que tenían como cuidador de estos jóvenes salía más frecuente que antes, algunos bromeaban diciendo que tal vez iba a conseguir droga dándole el culo a Néstor, un distribuidor de droga muy respetado y temido de toda la ciudad. Luego descartaron la idea, ya que Néstor odiaba completamente a Lytos e incluso parecía darle asco su presencia.
-He visto que se compra ropa, –menciono Marta mientras se cepillaba el cabello de pie frente a un pequeño espejo que ella había colgado en un clavito de la pared- no de cualquiera. Oh, no. Reconocería esos suéteres de P & M donde sea que los viera. Usa el dinero para él. –Les dedicó una mirada por medio del reflejo del espejo-. Nuestro dinero.
-¿Cómo lo sabes? –Gray parecía sorprendido, pero en realidad no lo estaba, ya lo sospechaba-. Quiero decir, ¿lo viste?
Marta se volvió hacia ellos con la mano sobre la cremallera de su chaqueta rosada tratando de cerrarla, mirando hacia abajo distraídamente.
-Bueno, en realidad él me lo dijo, mostrándome una de sus trusas caras, e incluso también se compró de mujer... –en su cara apareció una expresión asqueada y dejo de intentar de cerrar la cremallera de su chaqueta, a final de cuentas no podría cerrarlo, era imposible con el pecho que se cargaba-. Cosa que por cierto, me gustaría olvidar.
La mayoría de los jóvenes se burlaron, unos hicieron gestos de asco y otra parte se quejaba, diciendo que no era para nada justo lo que hacía con el dinero, tenían que quejarse con los alguien. Eso, sin duda alguna, les traería más problemas. Otros hablaban sobre escapar, al rato se lamentaban de sólo pensarlo, sabían que no tenían a donde ir. Su vida –si es que hubieran tenido una antes- ya no sería la misma, ya estaban marcados, y esto era literal, ya que todos los jovencitos de ahí tenían un tatuaje sobre sus caderas del lado derecho. Era un tipo de estrella fugaz, era diminuta, aun así se alcanzaba a apreciar bien. A Rui lo marcaron al segundo de haber llegado a la casa. Él había sido engañado y vilmente secuestrado. Aún lo recordaba. No le gustaba hablar de eso.
ESTÁS LEYENDO
Putita
Romance-¿Aún te duele? -Cállate que nos van a escuchar -dijo entre sollozos la putita -Quiero saber si estas bien. -Estoy bien, siempre estoy bien... "Putita" es una historia cruda que narra la vida de una joven que como lo dice el título es una putita. No...