Nueve : Floreciendo.

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Cursiva = Inglés.

Negrita = Japonés.

...


Maldición...—musitó Rin, apretando los puños.

Khya vio como Rin se terminaba de cambiar la ropa mientras lo esperaba en la puerta del vestuario del gimnasio. Hacía varios días que habían estado discutiendo entre ellos qué le comprarían a Waratah ya que se acercaba su cumpleaños.

Khya pensaba que Rin estaba demasiado preocupado por ello, la niña no era de esas personas que necesitaban algo material para saber que se preocupaban por ella, además de que en realidad a ella no le gustaba recibir regalos, pero Rin le había dicho a Khya que desde que la había conocido ninguno de los regalos que le había hecho pensaba que fuera el correcto, por eso intentaba al año siguiente,pero no conseguía quedar satisfecho.

...

Otra noche en que Waratah y su padre cenaban solos, la joven ya se había resignado a preguntar por su madre, ya no le interesaba saber adónde se iba ni con quién y a su padre le pasaba lo mismo.

Waratah se llevaba el tenedor a la boca con parsimonia, como si quisiera hacer que ese momento durara más tiempo.

¿Está bien?—le preguntó el hombre, refiriéndose a la comida.

Ah, sí... está perfecta—sonrió.

El padre de la joven Waratah no era el mejor cocinero del mundo, al contrario, la mayoría de sus comidas se terminaban quemando o quedaban demasiado blandas, o duras, pero ella siempre comía todo el plato sin quejarse. Desde sus diez años o tal vez mucho antes,habían dejado de comer en familia y a la hora de la cena eran sólo ella y su padre.

El hombre cada vez que llegaba a su hogar tenía una mirada apesadumbrada y las arrugas de su frente se acentuaban. Siempre se frotaba las manos antes de tocar el picaporte de la puerta de entrada y sacudía sus zapatos, era como un ritual que tenía antes de llegara casa, y claro, dibujaba su mejor sonrisa sólo para su hija.

Pronto será tu cumpleaños—comentó el hombre, sonriendo dulcemente. Ella se ahogó con un poco de comida, tomó un poco de agua y suspiró.

¿Ah, sí?—respondió, simulando desinterés.

¿Hay algo que quieras que te compre?—posó los ojos en su hija y ella en él, pudo leer perfectamente lo que le decía la triste mirada de la joven. "Una madre". Y el pensó en ese mismo instante que de poder hacerlo, sin duda le compraría una madre, una que se preocupara por ella.

...

Al día siguiente Waratah le pidió a Rin que la dejara quedarse en su casa y por supuesto que el pelirrojo no se negó. Para Russell y Lori ya era normal ver seguido a aquella jovencita dando vueltas por su casa, sabían que ella hacía feliz a Rin y ellos también trataban de mantenerla lo más cerca posible, por lo que a veces ni siquiera iba por invitación del chico sino que ellos la llamaban para que cenaran juntos o Lori para que la acompañara a la hora del té.

Oye, Waratah...—dijo la voz de Rin, interrumpiendo la lectura de la chica, que en realidad no hacía más que ver los dibujos de aquél libro al que el joven llamaba 'manga'.

¿Qué pasa?—lo miró directamente, para brindarle toda su atención.

Sé que te lo pregunto cada año pero... ¿hay algo en especial que quieras para tu cumpleaños?—Waratah sonrió e hizo de cuenta que se pensaba demasiado una respuesta.

A mi lado「Matsuoka Rin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora