Bed Of Lies

CAPITULO 17

CAPITULO 17

"QUIEN NO QUIERE PENSAR ES UN FANÁTICO;

QUIEN NO PUEDE PENSAR, ES UN IDIOTA;

QUIEN NO OSA PENSAR ES UN COBARDE"

Sir Francis Bacon

No soy consciente de a dónde estoy yendo. Solo camino. Es como si mis piernas funcionaran solas, dejándome afuera de la función.

Mi conversación con Samanta Greg no fue en absoluto lo que esperaba. No tengo ni idea en que pensar. Mi mente desvaría entre enojo, inseguridad, desconfianza y muchas otras cosas más.

Me detengo frente al edificio de Valentine. Asique aquí me trajeron mis piernas, que oportunas. Debato entre entrar o no.

No sé qué me molesta más, el hecho de que ella diera por hecho que Valentine solo salía conmigo porque yo hacía de Camille, o lo que me dijo, luego de que se me congelara la sangre y me levantara para irme. Me detuvo con su mano firme alrededor de mi brazo, pensé que iba a pegarme, creo que hubiese sido mejor si lo hacía.

–Si puedes, aléjate de él ahora –

Su mirada era de preocupación. ¿Qué significa que me aleje de él? Él no me haría daño. ¿O sí? Jamás fue violento conmigo, nunca vislumbre siquiera en él algo similar. Sin embargo no puedo negar que hay algo misterioso y oculto en él. Pero es exactamente lo que me atrajo.

Toco a su puerta y al cabo de un minuto él me abre.

–Ali, estas empapada –no había notado que llovía, estaba tan sumida en mis pensamientos. –Estaba por salir a tu casa –me dice. Ahora recuerdo que se suponía que vendría a casa. Es culpa de mis piernas, no mía.

– Prefería venir –finjo una sonrisa. ¿Me parece a mí, o estoy viéndolo de una manera distinta de hace un par de horas?

–Pasa, te traeré una toalla para secarte –oh que tierno, me secara. ¿Habrá secado a todas sus Camilles?

Vuelve con la toalla y me seca los brazos. Mientras tanto solo puedo mirar la puerta de su estudio. ¿Está ahí la respuesta que busco? Pero ¿Qué respuesta estoy buscando? O mejor dicho cuál es mi pregunta.

–Ya casi estas, buscare ropa, quítate esto –toca mi blusa mojada. En otra oportunidad hubiese hecho un chiste sobre eso, pero ahora no puedo.

Me trae una remera negra de algodón de él. Tiene su perfume. Me acerco al baño y me cambio. Estoy helada pero mis mejillas están rojas. Me quedo apreciando la chica en el espejo. Hace un par de meses mi imagen era igual, sin embargo ahora hay algo distinto. Hay un cambio parcial en mi mirada, creo que es cansancio. Por supuesto que estoy trabajando doble ahora.

Respiro hondo y me dispongo a salir. Tengo que pensar bien cómo actuar ahora. Tengo miles de preguntas y dudas y cuestionamientos que quiero hacerle.

–Esto te hará sentir mejor –me da una sudadera gris. Me la pongo y es verdad, se siente mejor.

–Gracias –le sonrió. No me contesta, pero me sujeta la cintura desde atrás y besa mi cabello. Su abrazo es reconfortante.

–Ahora que estas aquí, debería contarte la sorpresa –recuerdo que había mencionado algo sobre una sorpresa. ¿Debería interrumpirle? Lo diré luego de la sorpresa. Le sonrío para que prosiga. El parece nervioso.

– La cosa es que, el martes es mis cumpleaños –parece un niño justo ahora, me sale una risita estúpida que no sé de dónde sale, él la pasa por alto. – y quería llevarte a casa, a mi hogar me refiero, de donde soy. Podría presentarte a mi familia. –me mira expectante.