Tres❤️

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Sábado en la tarde.

Platos rotos, retratos en el suelo y gritos incesantes eran la escena que adornaba la casa de los López.

La hija mayor de la pareja se encontraba tirada en el piso recargando su espalda en la puerta y abrazando sus piernas flexionadas, agradecía en ese momento que su hermana menor estuviera en casa de su abuelita, porque sabía que si se encontraba en casa con ella, un mar de lágrimas la estaría invadiendo.
Estaba cansada de escuchar aquellos gritos que habían comenzado ya desde hace media hora, su padre había llegado del bar pasado de copas, de seguro le había ido mal jugando domino con sus supuestos amigos, pues si hubiera ganado habría llegado a casa con el fajo de billetes y un humor de maravilla, en lugar del estado de ebriedad en el que estaba. Para colmo, su madre se había pasado el día sentada en el sofá hablando por teléfono con la chismosa de su vecina y se le había hecho tarde para preparar la cena, entonces cuando el señor de la casa llegó, se podrán imaginar el desbarate que se hizo.

Palabras como "Eres una idiota" " Eres una buena para nada" " Maldito el día en que me casé contigo" "Tú y tus estúpidas hijas" , hacían un eco en la casa. Harta, la morena de veinte años corrió escaleras abajo, para luego azotar la puerta y correr hacia la nada. Estaba cansada de su vida, harta de haberle tocado vivir aquel infierno que se hacia diario en su supuesto "hogar", pero ella nunca había considerado ese lugar en su hogar, en un hogar habría paz y amor, no gritos y golpes. A veces lamentaba dejar enfrentar aquel infierno sola a su madre, pero constantemente recordaba el maltrato que esta le había hecho desde pequeña, los insultos y pellizcos innecesarios por haber tirado accidentalmente un vaso de agua en el mantel de la mesa o por haberle interrumpido la novela por pedirle ayuda en su tarea, inmediatamente dejaba ese sentimiento de culpa que le invadía y dejaba que el "efecto domino" o mejor conocido como "karma" hiciera su trabajo con la mujer. Odiaba con toda su alma la vida que tenía, a ella le hubiera encantado haber vivido en aquel fraccionamiento de lujo en el que trabajaba su madre, a ella le hubiera encantado tener un teléfono de ultimo modelo, una habitación especial para todos sus pares de zapatos, a ella le hubiera gustado vivir como aquella rubia de ojos azules.
Siguió corriendo hasta que paró en seco al darse cuenta hasta donde había llegado, si no se equivocaba habría corrido veinte cuadras sin parar, pues se encontraba en la famosa glorieta hipie de la ciudad.
Inclinando sus manos en sus rodillas flexionadas, comenzó a regularizar su respiración, pronto aquel sentimiento de enojo terminó para luego ser reemplazado por uno de paz, caminó a una de las bancas blancas y sin más empezó a mirar el paisaje, miraba de derecha a izquierda y viceversa, hasta que su vista se detuvo en la chica del cartel.
Recordó la burla que su hermana le hacía constantemente con aquella chica, Santana nunca había dudado de su sexualidad, estaba muy segura de que su inclinación es y sería por las chicas, muchas veces se ponía a pensar que aquello se debía a que nunca nadie ni siquiera sus padres le habrían prestado la suficiente atención para mostrarle lo "bueno" & lo "malo", así que cuando le comenzaron a atraer las chicas nunca hubo nadie que le dijera que eso estaba mal, aunque claramente no lo estaba, así que no hizo nada por detener aquellos pensamientos.
Una sonrisa posó en su rostro al verle, sonrisa que desapareció en un instante y que fue reemplazada por un ceño fruncido al ver como la rubia abrazaba a una niña de pequeña edad, una vez más veía la razón por la que la rubia no le agradaba del todo. Vio como la niñita se separaba de su agarre y de inmediato se levantó para caminar en dirección de la ojiazul. Estaba dispuesta a encararla, preguntarle, no, reclamarle el porque diariamente se paraba en la glorieta a repartir esos odiosos abrazos.
Le faltaban sólo unos centímetros para llegar a esta, centímetros que fueron cortados, quedando frente a la chica y aquel cartel de "Abrazos gratis". Brittany la miró con un semblante confundido, semblante que se relajó en segundos y fue cambiado por una sonrisa; la que ahora miraba confundida era la morena que claramente era más baja que la chica de piel clara. Atenta Santana miró como Brittany relajaba sus brazos y bajaban lentamente para luego subir una vez más y abrirse. Una corriente de nervios invadió a Santana, la rubia quería ¿Abrazarla?.

-No, no, no te acerques.-La chica de ojos cafés la empujó levemente.

-¿Que? ¿Porqué?.-La rubia parecía confundida y un tanto ofendida por su reacción.

-Odio los abrazos.-Iba retrocediendo poco a poco.

La rubia se quedó sorprendida.

-Oh..Pero son gratis.-Dijo tomando su cartel en manos.

-No...no me importa.-Tartamudeó por los nervios.

-Pareces tensa ¿Te pasa algo?.-Preguntó extrañada.

-No.-Respondió mirando el suelo.

-Eres la primera persona que conozco a la que no le gusta que la abracen.-Confesó.-¿Porqué?.-

-No es de tu incumbencia.-Frunció el ceño y se cruzó de brazos.

-¿Entonces porque has venido a mí?.-Cuestionó.-Si no te gustan los abrazos.-

La morena abrió sus ojos amplia y ligeramente, un rubor adorno sus mejillas y un nudo en la garganta apareció, Brittany tenía razón ¿Para que se le había acercado? Ni siquiera ella lo recordaba, esos ojos azules le hicieron olvidar el motivo por el cual había caminado en su dirección.

-Yo...yo.-Trataba de hablar.

-Aguarda, tú eres Santana, la chica que trabaja en la casa de los Hamilton.-

La morena negó con la cabeza.

-Mi madre es la que trabaja ahí, yo sólo la cubrí un día.-

-Oh lamentó que tu madre trabaje ahí, Brooke es un tanto.-

-Insolente.-La morena la interrumpió.-Lo sé.-

-Sí.-Secundo Brittany.

El silencio llegó y ninguna hacía nada por romperlo.

-Y entonces....-Dijo la rubia.

-Entonces...-Repitió Santana.

-Cantas muy bonito.-

-Gracias, supongo.-Respondió Santana.

Silencio llegó una vez más, pero ahora Santana fue quien lo rompió.

-Creo que me voy.-Se despidió con un leve movimiento de mano.

-Cuídate.-Dijo la rubia con una sonrisa en su rostro e imitando el movimiento de la otra chica.

Comenzó a caminar sin un rumbo en específico, exactamente un metro era lo que se había alejado de esa chica, cuando paró en seco y volteó su mirada a atrás. Tal vez se arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer o tal vez no. Volvió su andar en dirección de la chica rubia y cuando hubo llegado a esta, cerrando los ojos lo dijo.

-¿Quieres salir conmigo?.-

"Free hugs" [Fanfic Brittana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora