Me desperté.
Comprobé donde estaba. Me encontraba en la habitación del hospital en la que encontré aquella muñeca, tumbada en la cama.
La cabeza me daba vueltas. No tenía ni idea de cómo había ido a parar ahí.
Traté de sintetizar el exceso de información en mi cerebro.
Recordé las muñecas, y a Mary. También a Jason...ensartado... Imágenes que no olvidaré en la vida.
Luego de la pelea contra la diabólica Mary, me quedé inconsciente. A partir de ahí, todo estaba negro.
Mientras meditaba sobre lo ocurrido, divisé una marioneta sobre la mesilla de noche...Dios, odiaba las marionetas...
Me levanté y comprobé que se trataba del muñeco de un chico sonriente.
Estaba vestido como Jason.
Un montón de garfios atravesaban la madera de su cuerpo y lo conectaban a un aspa con la que se le podría manejar. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y sentí que algo se me anudaba en la garganta...
-Pobre imbécil...-dije mientras negaba con la cabeza.
No quise ni tocarlo, principalmente, porque no quería pincharme con los garfios que le sobresalían. Lo dejé en la mesilla y salí de aquella habitación.
El hospital había vuelto a su estado original. Deplorable, pero al menos no estaba lleno de ese líquido apestoso. Observé que mis pantalones estaban limpios. Bien, por lo menos no iría por ahí oliendo a alcantarilla.
Caminé en busca de las escaleras. No tardé ni dos minutos en encontrarlas. Se notaba que el lugar había recuperado su normalidad. En su otra forma, había estado como diez minutos caminando, sin encontrar ninguna salida.
Corrí a bajar por las escaleras. Eran diferentes a las que utilicé para subir. No quería ir por ahí, pues temía encontrarme con Katherine.
Tras descender a la planta baja, me dirigí a la sala de Enfermería.
No había ningún monstruo. Es más, es que hirió a Emma había desaparecido. Era como si el propio pueblo los hubiera consumido.
Entré en la sala de Enfermería.
Estaba vacía.
-¡¿Emily?!-ladeé la cabeza confundida al darme cuenta de que me había equivocado de nombre-¡¿Emma?!
No había nadie. Era inútil que llamara.
Joder, la dije que esperase en la sala de curas... ¿No podía estarse quietecita la puñetera indigente?
Mi linterna alumbró algo sobre la camilla. Parecía un broche.
Me acerqué a él.
Era una araña con unas hélices dibujadas en el abdomen. El símbolo de las Viudas Negras, la banda de chicas que reinó en Midwich durante mi estancia en él...
Me pregunté por qué estaba ahí, hasta que recordé haber visto ese broche...cuando estuve ingresada, a los 16 años.
Fue después de pelearme con Helen. Se estaba metiendo otra vez con Emily.
La empujé, pero ella me rompió una muñeca.
Yo la clavé un lápiz en la cara...
Se lo clavé...Diez veces...
No recuerdo mucho de aquello. Fue todo muy deprisa. Solo que hubo una pelea terrible con las viudas. En esa pelea, alguien me apuñaló en la pierna derecha por detrás...Después de aquello tuvieron que ingresarme, pues me faltó muy poco para morir desangrada, según me dijeron los médicos.
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Silent Hill Sueños rotos
HorrorDespués de tres años sin saber de ella, Laura recibe un correo electrónico de Emily, su antigua amiga de instituto, pidiéndole que acuda al pueblo donde crecieron juntas. Lo que Laura no sabe, es que le espera lo que será la prueba más dura de toda...