Caminaba sola por aquel pueblo, con el único apoyo de mi linterna y mi radio rota. La encendí de nuevo, por si acaso captaba algo. Pero por más que caminaba, alzaba la mano o la agitaba, no había manera. Miré mi reloj. Eran las siete de la tarde. Era julio, por lo que aún faltaban tres horas para que anocheciera. Decidí apresurarme, pues lo último que quería era caminar por ese pueblo a oscuras, aún con una linterna.
Recordé lo que me había dicho Katherine.
-El problema es lo que HAY en el pueblo-me dijo...
Lo cierto es que yo siempre fui una escéptica. Nunca creí historias de fantasmas, pueblos malditos ni ninguna historia cliché de cine de terror, el cual últimamente dejaba mucho que desear.
Pero eso es otra historia.
Recordé el correo de Emily
"Nos vemos en nuestro lugar especial"
No sabía muy bien a qué se refería. Teníamos muchos lugares "especiales".
El ático de su casa, donde solíamos jugar de niñas o charlas de mayores; Nuestra casa del árbol, la cual nos montó su padre; El lago Toluca, donde nos hicimos esa foto que mencioné antes; Y finalmente, el parque de atracciones.
Lo tenía muy jodido a la hora de saber a qué lugar se refería. Temía que me iba a tocar registrar todo el puñetero pueblo de arriba a abajo, buscando el "lugar especial". Mi primera parada iba a ser su casa.
Según mis cálculos, no estaba muy lejos de la de Katherine. Se trataba de una urbanización de lujo. La familia Raynor era gente afortunada. El padre, Andrew, era un neurocirujano con mucho renombre, y la madre, Claire, era propietaria de una empresa de moda. Ello brindó a Emily una muy buena vida, aunque también la ganó el desprecio de muchos de sus compañeros, celosos de la fortuna de su familia.
Recordé la de veces que tuve que defenderla de los ataques de los abusones...Especialmente de Helen, y las Viudas Negras. Esas indiviudas nos amargaron la vida desde los trece años. Impusieron su régimen de terror sobre todo el colegio, pero Emily era la víctima favorita. La llamaban nazi, millonetix, monopolla...Palizas, humillaciones...La pobre Emily tenía que soportar aquello cada día...Yo la defendía, y me comía los tortazos por ella...Pero tenía que protegerla. Era mi amiga...
Llegué al edificio de apartamentos de Emily. Tenía la impresión de que por muy lujoso que fuera en el pasado, estaría con un aspecto similar al edificio del que salí anteriormente.
Llegué a la urbanización. La entrada estaba rodeada por un pequeño muro con setos, y había una puerta con barrotes de no más de un metro de tamaño que estaba abierta.
La niebla abrazaba al edificio, como si lo intentase camuflar. Parecía el típico edificio siniestro en el que se esconde el villano de una película, ocultándose con la niebla, para que el héroe lo tenga más difícil...Otro cliché...
Tras llegar al portal del edificio que buscaba, me di cuenta de un detalle muy importante.
Un gran detalle muy importante...
¿Cómo cojones iba a entrar, si la puerta del portal estaba cerrada, y yo no tenía la llave?
Probé llamando a los automáticos, pero al igual que mis anteriores intentos, fue inútil. También estaban estropeados.
Aporreé la puerta con fuerza, mientras llamaba en voz alta pidiendo que me abrieran.
Como último recurso, me decidí a abalanzarme sobre ella, cargando con mi hombro. Pero lo único que conseguí fue hacerme daño.
-Vale...necesito otra estrategia-dije, frotándome el brazo dolido.
Derrotada, decidí retirarme hasta un banco situado en la misma urbanización.
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Silent Hill Sueños rotos
HorrorDespués de tres años sin saber de ella, Laura recibe un correo electrónico de Emily, su antigua amiga de instituto, pidiéndole que acuda al pueblo donde crecieron juntas. Lo que Laura no sabe, es que le espera lo que será la prueba más dura de toda...