¿La última broma? 1/2

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Cuando bajo del autobús me encuentro a David. Ya sus heridas estaban sanando, se ve tan guapo como siempre con sus características gafas y camisetas a cuadros.

-¿Son idea mías o me estabas esperando?-dije en tono burlón.

-Tal vez- dice siguiéndome la corriente- ¿Cómo amaneces?

-Bien, supongo. Tengo una propuesta.

-Soy todo oídos.

-Dentro de unas semanas es el cumpleaños de uno de mis hermanos. Haremos un pequeño compartir, ¿te animas?

-Me encantaría. No quiero sonar como si estuviese desesperado pero...

-¿Pero?

-¿Me... Me darías tu número? Digo, solo para avisarte cuando llegue.

No puedo evitar reírme. Lo dice de una manera tan tierna que me sorprende.

-A veces pienso que no eres real-digo entre risas-.

-Yo también pienso que te estoy imaginando.

Siento que me sonrojo. Así que intento actuar lo más normal que puedo.

-Como sea, tenemos que ir a clases.

Los dos íbamos llegando a la entrada. Ver David con esa luz tan particular de las mañanas, era como ver a un ángel. Sus ojos se destacaban por el aumento de sus gafas. Él no es perfecto, él no es como los chicos que suelo leer; él es real. Dios, lo amaba tanto que me dolía.

Estaba tan concentrada pensando que no me di cuenta que Johan estaba al frente de mi casillero.

-Pero miren nada mas, ¿están listo?

-Oh vamos, cállate de una maldita vez-respondo-.

-Creo que no estas en posición de hablarme así, ¿ya le contaste de tus primeros años aquí?

-No tengo nada que contar-digo en tono arrogante-.

-¿No te han dicho que es malo guardar secretos?-se acerca a mi-.

-¿De qué esta hablando, Madison?

-De nada-digo sin mirarlo-.

-Vamos cariño, no le ocultes cosas a tu amiguito- este sonríe-.

-¿Madison de qué esta hablando a Johan?- dice perplejo-.

-¡De nada!-Grito-.

Salgo corriendo. Me repito una y otra vez que no debo llorar, no delante de esas personas. Entre en uno de los cubículos del baño y comienzo a llorar, todos eso recuerdos vienen a mi, recuerdos que pensé que ya había superado.

Intento calmarme, seco mis ojos y salgo al no escuchar a nadie. Mi delineador se corrio, parezco un mapache.

Tomo mi maquillaje me comienzo a decir a mi misma "Todo esta bien. Ellos son unos idiotas. No permitas que esto te afecte".

Salgo como si nada pasara, nadie se tiene que enterar que estoy mal.

Cuando entro a clases la profesora se me queda mirando y dice:

-Un poco tarde, señorita Rose.

-Lo siento.

-¿Por qué llega cinco minutos tarde?-No respondo-Que no vuelva pasar-dice de manera muy severa-.

Cuando me siento David me pasa una nota que dice:

"Por favor... necesito una explicación".

No todo es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora