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TRIS

Christina gira una piedra negra una y otra vez en la mano mientras
caminamos. Me toma unos segundos darme cuenta de que en
realidad es un pedazo de carbón, del recipiente de Osadía de la
Ceremonia de Elección.
-Realmente no quiero mencionar esto, pero no puedo dejar de pensar en
ello -dice-. Que de los diez iniciados trasladados que comenzamos, sólo
seis están todavía vivos.
Delante de nosotros está el edificio Hancock, y más allá de él, el Lago
Shore Drive, la apacible línea de pavimento sobre la que una vez volé por
encima como un pájaro. Caminamos la agrietada acera una al lado de la
otra, nuestra ropa manchada con la sangre de Edward, ahora seca.
No me ha afectado todavía: que Edward, con mucho, el iniciado trasladado
de más talento que teníamos, el chico cuya sangre limpié del piso del
dormitorio, está muerto. Está muerto ahora.
-Y de los agradables -digo-, sólo somos tú, yo, y... Myra,
probablemente.
No he visto a Myra desde que salió del recinto de Osadía con Edward, justo
después de que su ojo fue reclamado por un cuchillo de mantequilla. Sé
que rompieron poco después de eso, pero nunca supe a dónde fue. No creo
que alguna vez intercambiara más que unas pocas palabras con ella de
todos modos.
Un conjunto de puertas del edificio Hancock ya están abiertas, colgando de
sus bisagras. Uriah dijo que iba a venir aquí temprano para encender el
generador, y por supuesto, cuando toco con mi dedo el botón del ascensor,
éste brilla a través de mi uña.
-¿Has estado aquí antes? -digo mientras caminamos hacia el ascensor.
-No -dice Christina-. No adentro, quiero decir. No llegué a ir en tirolesa,
¿recuerdas?
-Cierto. -Me apoyo en la pared-. Deberías intentarlo antes de que nos
vayamos.
-Sí. -Está usando lápiz labial rojo. Me recuerda a la forma en que el
caramelo mancha la piel de los niños si lo comen demasiado
descuidadamente-. Algunas veces entiendo de donde viene Evelyn. Tantas
cosas terribles han sucedido, a veces se siente como una buena idea
quedarse aquí y sólo... tratar de limpiar este desastre antes de llegar a
involucrarnos a nosotros mismos en otro. -Sonríe un poco-. Pero, por
supuesto, yo no voy a hacer eso -añade-. Ni siquiera estoy segura de por qué. Curiosidad, supongo.
-¿Has hablado con tus padres al respecto?
A veces me olvido de que Christina no es como yo, sin lealtad a la familia
para atarla a un lugar nunca más. Ella tiene una madre y una hermana
pequeña, ambos ex miembros de Verdad.
-Tienen que cuidar de mi hermana -dice-. Ellos no saben si es seguro
ahí afuera, no quieren arriesgarla.
-Pero ¿estarían de acuerdo contigo marchándote?
-Ellos estuvieron de acuerdo conmigo uniéndome a otra facción. Van a
estar de acuerdo con esto, también -dice. Mira hacia abajo en sus
zapatos-. Sólo quieren que viva una vida honesta, ¿sabes? Y no puedo
hacer eso aquí. Sólo sé que no puedo.
Las puertas del ascensor se abren, y el viento nos golpea de inmediato,
todavía cálido pero entretejido con hilos de frío invierno. Oigo voces
llegando desde la azotea, y subo la escalera para llegar a ellas. Rebota con
cada uno de mis pasos, pero Christina la mantiene firme para mí hasta
que alcanzo la cima.
Uriah y Zeke están ahí, tirando piedras desde el techo y escuchando el
repiqueteo cuando golpean las ventanas. Uriah intenta golpear el codo de
Zeke antes de que él lance, para fastidiarlo, pero Zeke es demasiado rápido para él.

-Hola -dicen al unísono cuando nos ven a Christina y a mí.
-Esperen, ¿ustedes están relacionados o algo así? -dice Christina,
sonriendo. Ambos ríen, pero Uriah se ve un poco aturdido, como si no
estuviera absolutamente conectado a este momento o este lugar. Supongo
que perder a alguien de la forma en que él perdió a Marlene puede hacer
eso a una persona, aunque eso no es lo que me hizo a mí.
No hay cabestrillos en la azotea para la tirolesa, y eso no es por lo que
vinimos. No sé por qué los demás lo hicieron, pero yo quería estar en lo
alto: quería ver tanto como podía. Pero todo el territorio al oeste de donde
estoy está negro, como si estuviera envuelto en un manto oscuro. Por un
momento creo que puedo divisar un rayo de luz en el horizonte, pero al
siguiente se ha ido, sólo un truco de los ojos.
Los demás están silenciosos también. Me pregunto si todos estamos
pensando en lo mismo.
-¿Qué creen que hay allí afuera? -dice Uriah finalmente.
Zeke se encoge de hombros, pero Christina aventura una suposición.
-¿Qué si es sólo más de lo mismo? Sólo... ¿más ciudades en ruinas, más
facciones, más de todo?
-No puede ser -dice Uriah, sacudiendo la cabeza-. Tiene que haber algo
más.
-O no hay nada -sugiere Zeke-. Esas personas quiénes nos pusieron a
todos nosotros aquí, podrían simplemente estar muertas. Todo podría estar vacío.
Me estremezco. Nunca había pensado en eso antes, pero tiene razón: no
sabemos lo que ha pasado ahí fuera puesto que nos metieron aquí, o
cuántas generaciones han vivido y muerto desde que lo hicieron.
Podríamos ser las últimas personas que quedan.
-No importa -digo, más severamente de lo que pretendía-. No importa
lo que hay ahí afuera, tenemos que verlo por nosotros mismos. Y luego
lidiaremos con ello una vez que lo hagamos.
Estamos parados allí durante mucho tiempo. Sigo los bordes desiguales de
los edificios con los ojos hasta que todas las ventanas iluminadas se
extienden en una línea. Entonces Uriah le pregunta a Christina sobre el motín, y nuestro inmóvil y silencioso momento pasa, como si fuera
arrastrado por el viento.

Allegiant [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora