Todo comenzó en abril del año pasado, llegué de vacaciones con mis primos y como cualquier otra persona, salimos a cumplir nuestro propósito; divertirnos.
Hasta ese momento habían sido unas vacaciones bastante normales, pero entonces llegó el miércoles, y precisamente ese día había una conferencia aburridísima.
Mi objetivo era llegar tarde a esa reunión ya que soy muy mala haciendo amigos.
Cumplí mi propósito, llegué con una ligera ventaja de 5 minutos como máximo, una mínima cantidad de tiempo para que pudiera socializar con algunas personas.
Ni siquiera me percaté de todas las personas (o alguna siquiera) que me rodeaban. Suelo ser muy observadora, pero la caminata de la mañana me había dejado agotada física y mentalmente, así que lo que hice fue sentarme y mirar vacíamente al frente, no miraba a mi alrededor.
Me senté entre mis tres primas pequeñas, así que esa "concentración" duró menos de lo esperado. Gabriela tiene tan solo 8 años, Fernanda 11 y Ana 12. Deben comprender que a esa edad uno no puede estar quieto, de ahí mi pérdida de "concentración".
-Fernanda, préstame un lapicero. -Ana podía ser muy mandona a veces.
-Yo también quiero uno. -Decía Gabriela.
-Solo tengo un lapicero y se lo prestaré a Ana. -Dijo Fernanda.
-Brenda, Fernanda no me quiere dar nada. Dile que me dé un lapicero. -Dijo Gabriela con una voz que rompe corazones, pero para su desgracia no rompe el mío.
-¿Saben qué es lo que les falta hacer? -Contesté lo más dulce que pude.
-¿Qué? -Contestaron al unísono.
-¡Callarse! -Mi voz era tan fuerte que varias personas voltearon. Para disimular bajé la mirada a mis manos esperando que las miradas que ahora me acosaban regresaran a su lugar.
Entonces reparé en una mirada café caoba, profunda, con pestañas largas, abundantes y caídas. Nuestros ojos se posaron un segundo y fui yo quien retiró la mirada de una forma un tanto agresiva.
Sé que puede haber varias cosas que suceden a "primera vista", pero el enamoramiento no fue una de ellas.
Nunca me ha gustado que me miren más de lo que exige la buena educación, no soy un extraterrestre para que me miren demasiado.
Había pasado una hora y 30 minutos lo que significaba que solo tenía que soportar 30 minutos más para salir de ahí lo más rápido posible.
Mi aspecto no era algo de lo que quisiera esconderme, de hecho me sentía muy bien con mi ropa.
Por fin se había terminado la dichosa reunión, pero me olvidé de algo importante; era la nueva en ese lugar y alguna persona curiosa con nada que aportar al mundo, iba a preguntar acerca de mí.
Acerté. A los pocos segundos ya tenía que responder a preguntas como: ¿Cómo te llamas?, ¿Cuántos años tienes?, ¿De dónde vienes?, etc. Para lo que mi mente tenía planeado una autobiografía instantánea:
"Mi nombre es Brenda Vidal Andrade, tengo 14 años y pronto cumpliré 15. Vivo en Mérida un municipio tan pequeño que 1 de cada 100 personas han escuchado acerca de él, pero pronto me mudaré a D.F. con la esperanza de venir de una ciudad reconocida o un poco más habitada..."
Había acabado de contestar al parecer todas las preguntas. Creo que fueron muchas y las mismas para una persona común y corriente como yo. Por el contrario creo que mi madre estaría encantada de responder a todas y cada una de ellas, creo que en eso no me parezco a ella ni a mi padre, yo soy más introvertida, tímida, me cuesta iniciar una conversación con alguien. Continuamente hacía un monólogo interior como entrenamiento para saber qué decirle a la gente cuando me quisiera sacar algún tema de conversación. Nunca funcionaba, la gente nunca me preguntaba lo que yo me imaginaba así que tenía que improvisar, y las cosas no salían bien cuando eso pasaba. Después de terminar mi lucha interna, me percaté de que mi primo venía a mí con una sonrisa pícara que preferí omitir.
-Hola- Dijo.
-Hola de nuevo. No te había visto desde hace dos horas.
-Lo sé. Ven, te presentaré a alguien.
Antes de que siquiera pudiera decir que sí o quejarme, ya estábamos parados cerca de la puerta, pero no había nadie.
-¿Querías presentarme la salida? Ya la conocía, de hecho la extrañaba.
-No. ¡Rayos se fue! Espérame aquí.
La verdad es que no pretendía esperarlo, apenas se fuera yo saldría corriendo. Era demasiado rápido para mi gusto, apenas había puesto un pie fuera, él ya venía.
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That Often Go
RomanceEs una una historia en la que se combina de todo; amor, desamor, alegría, tristeza, decepción, traición. Ésta comienza con las primeras palabras que nos dan a entender las secuelas de la historia, a partir del primer capítulo se va narrando el p...