Es muy común que los chicos de ahora lleven vidas muy agitadas y estresantes a causa de sus padres, quienes tienen que mudarse constantemente porque consiguieron un mejor trabajo, porque ya no les gustó la casa... etc.
Andy llevaba ese estilo de vida. Ser un chico que vivía bajo la tutela de padres itinerantes había provocado en él ciertos rasgos antisociales, por el hecho de no poder llevar la vida de un adolescente normal.
Era muy común verlo encerrado en su cuarto y pasando horas frente al ordenador, navegando en sitios de video-chat de ruleta como Chatroulette u Omegle, ya que ésa era la única forma en que podía hacer alguna amistad estable, sin el temor de que mamá y papá decidieran que el día de mañana tenían que mudarse de nuevo.
Una noche nada especial, cuando sus padres ya se encontraban en cama y todas las luces de su casa estaban apagadas, Andy, como muchas de sus noches, se encontraba pasando el rato en el chat de ruleta tratando de hacer nuevos amigos a quienes agregar a su corta lista de Facebook; pero como muchas de sus noches, se encontró nuevamente cara a cara con la desilusión de no haber podido hacer ninguna nueva amistad.
Navegó por el sitio durante horas. Sus ojos se encontraban fatigados y una espesa niebla nublaba su vista, víctima de mirar fijamente a la pantalla brillante del ordenador, así que se rindió. "Ya probaré suerte mañana", se decía. Pero no fue hasta el preciso momento en que decidió apagar el ordenador cuando la siguiente persona aleatoria que encontró resultó ser "una niñíta de tan sólo quince años", de nombre "Jenny", según sus datos de presentación.
Dany dudó en saludarla, porque pensaba que sería como las demás chicas que lo ven y sólo pasan de él. Pero le sorprendió que la supuesta "niña" no lo hiciera, y más le sorprendió que antes de siquiera poder reaccionar para saludarla, la chica comenzó a escribir mensaje tras mensaje en la pantalla.
"Holaa!", "ay alguien ahi?!", "por favor! estas ahi?".
La primera reacción de Dany fue la de dudar si en realidad se trataba de una chica, porque el recuadro en donde se suponía que debía aparecer la webcam de aquella persona estaba totalmente en negro.
"Tal vez tiene su cámara tapada o cubierta con algo", pensó.
Dany, apresuradamente, le contestó con un cordial saludo, esperanzado de hacer una nueva amiguita... pero lo siguiente que la niña le respondió no fue precisamente la respuesta que él esperaba.
"olaa, por favor... necesito ayuda!!", "por favor, no pases de mi", "ayudame!!".
Como cualquier otro niño de su edad, comenzó a sentir algo de miedo. Y es que era sobrenatural la forma en que la chica escribía mensaje tras mensaje, como si sus respuestas ya las tuviera preparadas para sólo copiar y pegar. Dany se consoló con la idea de que tal vez se trataba de una broma, porque no era la primera ocasión en que trataban de jugarle una.
Así que se calmó, y tranquilamente preguntó a la chica si le estaba hablando en serio o si sólo se trataba de una mala broma. Pero en cuanto su dedo índice apretó la tecla Enter, juraría que la chica tardó medio segundo, tal vez menos, en escribir mensaje tras mensaje en la pantalla:
"NOO!!", "por favor...", "noo es ninguna broma!!", "por favor ayudame, estoy en problemas!!".
El suspenso en Dany comenzó a acrecentarse, comenzó a sentir esa espina de no saber qué hacer; dudaba que se tratara de una broma pero también dudaba que le estuviera hablando en serio. Sabía que debía apagar el ordenador e irse a dormir, pero era la curiosidad y el sentimiento de culpa lo que lo retenía en el ordenador. Se detuvo para pensar un momento, se apretujó y sacudió las manos para tratar de calmar los espasmos que comenzaron a agravarse en ambas manos. Y sin muchas esperanzas insistió nuevamente.