Capítulo 1: El Comienzo.

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—¡No por favor, no quiero! —pataleaba un joven castaño tratando de zafarse del agarre de un hombre más grande que él, tanto en altura como en edad. Sus ojos, veían fijamente a aquel chico asustado. Su mirada era penetrante y su mente era un lío mientras planeaba su próximo movimiento—. D-dejeme ir, n-no le diré a nadie —lo tenía sometido, totalmente a su merced, pues lo mantenía tendido en una cama, sujetando sus brazos por encima de la cabeza, mientras que él se acercaba peligrosamente a su rostro.

—No —susurró muy cerca de su oído mientras mordía con suavidad la oreja del chico. La respuesta del pelinegro de ojos azules fue fría y decidida al no dejarlo ir tan fácilmente.

Entre sollozos, el chico castaño empezaba a hablar con su captor. No le veía directamente a los ojos, pues tal era su miedo, su rabia y desilusión que no podía mantener su mirada en alto.

—¿Por qué hace esto sensei? Yo de verdad lo admiraba. —las lágrimas ahora no paraban de salir de los ojos esmeralda de Misaki. Tenía rato que intentaba reprimirlas, pero ahora le fue en vano.

Miles de pensamientos rodeaban su mente, se sentía asqueado, totalmente. Sabía lo que a continuación pasaría.

—¿Por qué? dices... Porque yo amo a Takahashi-kun más que a nadie. —contestó con una sonrisa tétrica. Segundos bastaron para que volviera a su tarea anterior: besar a la fuerza a quien alguna vez fue su fan incondicional. Su cordura ya no parecía formar parte de él.

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Muchos días antes.
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En una habitación lo suficientemente grande para una persona, la luz solar se colaba por la ventana con una intensidad que molestaría a cualquiera. Por si no fuera poco, una molesta alarma empezó a sonar impidiendo que durmiera de más el personaje que se encontraba envuelto en sábanas.

Entre estiramientos y bostezos en la cama un joven castaño intentaba despertar de su pesado sueño.

"Quisiera dormir un poco más, pero ya es hora"

Aún adormilado, Misaki Takahashi bajó de su cama y se tiró al suelo tratando de buscar sus pantuflas. Se apoyaba en sus rodillas y casi metía medio cuerpo debajo de su cama, pues éstas estaban lejos de él.

Al momento de encontrarlas no dudó en ponerselas, para después bostezar un poco más. Fue al baño a lavarse la cara, tardó un poco pero una vez que se despejó de ese profundo sueño que no lo dejaba en paz, bajó las escaleras para dirigirse a la cocina.

Tomó un mandil que ató a su espalda y se dispuso a hacer el desayuno. Le costó un buen rato pensar el que preparar, cerciorándose de no repetir tanto el menú de días anteriores. Quería tener variedad de vez en cuando.

Un par de minutos e ideas más tarde, tenía listo y ya servido el almuerzo exacto para dos personas.

—¡Bien! —se dijo así mismo Misaki, con una sonrisa al estar satisfecho con el desayuno que había preparado. Si bien no era la gran cosa, pero así fuese lo más sencillo quería prepararlo lo mas perfecto posible—. Esto si es un verdadero desayuno japonés —decía mientras observaba la mesa en la que se encontraban dos platos grandes de arroz, acompañados de unos rollos de huevo, pescado frito y dos vasos con jugo de naranja.

—Espero que a Usagi-san le guste. No tarda en venir —su vista se dirigió a la oficina de Akihiko, donde seguramente había pasado la noche.

Sabía que una vez se metía a trabajar días antes de la fecha de entrega, ahí se quedaba toda la noche. Muchas veces el trabajo se le acumulaba, pero parecía no importa mucho ya que lo seguía haciendo, además trabajaba bajo el dilema de "no hacer más esfuerzo del necesario", aunque claro, eso salía contraproducente, ya que terminaba al punto del colapso.

Obsesión.  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora