14} Support

5.9K 312 76
                                    

Estuve un mes tratando de convencer a Grace de que Alex no era el indicado para ella. Por supuesto, no le dije las verdaderas razones, pero el hecho de que él la dejara de llamar y desapareciera por completo terminó por ayudarme.

El que no podía dejar de aparecer, era Justin. Casualmente empecé a encontrármelo en cada Café o lugar de entretenimiento donde yo siempre solía pasar el rato. Para evitar esto, me volví bastante ermitaña. Estaba en mi apartamento la mayor parte del tiempo, solo asistía a clases y si surgía la oportunidad de una salida, siempre era con Dave o en grupo.

Me venía bien, de todas formas, porque los primeros exámenes estaban cerca y necesitaba estudiar. Pero lo que me frustraba era que no podía salir a solas con mi novio porque una vez fui con él a tomar una merienda a un bar y Justin apareció. Yo estaba sentada en una mesa concentrada en la carta y él entró como quien no quiere la cosa pidiendo algo en el mostrador. Luego me miró, sonrió y me saludó con su mano.

-¿Quién es?

Preguntó Daniel, que había seguido mi mirada hasta mi ex novio.

-¿No lo conoces?

Pregunté sorprendida.

No había creído la historia de la inocencia de Justin en mi ultima conversación con él, yo todavía estaba segura de que había sido él quien había atacado a Daniel. Pero, al parecer, decía la verdad, porque mi novio negó conocerlo. De todas formas, evitarlo seguía siendo una decisión inteligente.

Levanté la vista del libro en el que estaba poniendo mi atención para poder anotar un dato importante en el cuaderno, pero me encontré con la figura de Grace muy rígida, sentada en su cama.

-¿Estás bien?

Mi voz sonó preocupada.

Sus ojos se limpiaron del aire ausente que tenían y se enfocaron en mi. Luego se llenaron de lagrimas.

¡¿Qué?!

Mi amiga había pasado por mucho, pero jamas había llorado.

Me acerqué rápidamente a ella y la rodeé con mis brazos.

-¡Hey! ¿Qué pasa?

Ella sollozó en mi hombro y se ahogó diciendo mi nombre.

Tardó un tiempo en calmarse, pero aun se negaba a hablar. Me ofrecí para prepararle un café y también abrí unas galletas para que comiera. Ella tomó su infusión pero ignoró la comida.

Me quedé a su lado, respetando el silencio. Cuando habló, sus palabras me golpearon con sorpresa:

-Estoy embarazada.

Dejé que mi boca se abriera y jadeé.

-¿De quién?

Mi pregunta podría haber sido un poco ofensiva, pero hizo que Grace dibujara algo parecido a una sonrisa.

-Eso no importa.

Respondió.

-¿Es de Alex?

Ahora yo estaba alarmada.

Ella negó con la cabeza.

-Estoy segura que no es de Alex.

Me tranquilizó.

Otra vez nos invadió el silencio. Yo trataba de buscar palabras que decir, pero la verdad estaba muy conmocionada.

-Voy a abortar.

Anunció de repente.

Sentí rechazó inmediato por esa idea y se vio en mi cara, al parecer, porque Grace suspiró con irritación y escupió las siguientes palabras con enojo y angustia:

-¡Vamos, Michelle! No te pongas toda correcta conmigo. Esto no es real, definitivamente no estaba destinado a pasar, es solo un error. Mira a tu alrededor y dime ¿no crees que a veces Dios envía niños a la tierra por equivocación?

Medité sobre eso unos segundos y respondí:

-Dios no se equivoca, nosotros lo hacemos, y después le echamos la culpa.

Ella adoptó otra vez su postura rígida y su mirada perdida.

Entrada la noche, se quedó dormida y yo volví a mi cama, pero no pude imitarla de inmediato.

Era muy temprano en la mañana, cuando alguien me sacudió.

-¿Michi?

La voz de Grace sonaba débil.

Me incorporé y la miré con ojos somnolientos.

-¿Como estás?

Quise saber, pero ella ignoró mi pregunta.

-Necesito un favor.

Avisó.

-Claro ¿de qué se trata?

Empezó a inquietarse antes de contestar:

-Necesito que me acompañes a la clínica para sacar un turno.

Miró hacia abajo.

-¿Un turno para qué?

Inquirí con cautela.

-No puedo tenerlo, Michi, no puedo.

Su voz ahogada y las lagrimas en sus mejillas me compadecieron.

No podía juzgarla en este momento ¿que haría yo en su lugar? No lo sé, no es probable que tomará la misma decisión que ella pero nunca podría saberlo. Iba a acompañarla en lo que ella necesitara.

-Está bien.

Contesté.

Esa tarde, cuando salimos de la clínica después de que mi amiga rellenara un par de formularios y le dieran turno para el día siguiente por la mañana, me leyó en voz alta los requisitos. Su voz era tan temblorosa, al igual que sus pasos, que me dieron ganas de llorar de impotencia por toda la situación.

Se dictaba que necesitaba un acompañante y un vehículo que la transporte debido a que iba a salir bajo anestesia.

-Le diré a Daniel.

Sugerí.

-¡No! ¡Que ninguno de nuestros amigos se enteren!

Su voz llena de pánico me sobresaltó.

-Grace, no podemos venir en taxi.

-Encuentra la forma.

Me suplicó sin aire, y no pude discutir.

-Está bien.

Le aseguré.

Pero no estaba bien. Ella estaba destruida, yo estaba dolida y esto era un completo desastre.

Mi amiga rompió en llanto de nuevo cuando estábamos en el autobús. Yo traté de calmarla pero se estaba poniendo histérica.

Justo cuando creía que esto no podía ir peor, ella grita:

-¡Es Gary! ¡Gary es el padre!


Bieber is Back - Tatteana Pedernera.


Bieber is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora