Las tormentas de verano son tan repentinas que me hacen desear tener la manía que Dave posee de revisar el pronostico extendido en su celular todas las mañanas.
Me había vestido solo con un pantalón corto de jean y una camisa negra de mangas cortas. Las dos prendas se habían pegado a mi cuerpo debido a las gotas que caían del nublado cielo y, a pesar de que el clima era todavía cálido, la temperatura empezaba a bajar y el viento provocaba que temblara de frío.
Sin embargo, de lo único que podía ser consciente era la forma en la que el cabello mojado y oscurecido de Justin se desordenaba por completo y en como su cara brillaba por el agua.
Era tan hermoso.
Él tomó mi mano para guiarme con su apresurado paso hacía su casa. Llegamos al porche justo antes de que un trueno retumbara y la lluvia comenzara a caer con mucha mas intensidad. Abrió la puerta y me invitó a pasar primero antes de hacerlo él.
-Si tuviera dinero, le pagaría a un tipo para que me sostuviera el paraguas.
Comenté, mientras me abrazaba a mi misma tratando de darme calor.
-Primero tendrías que traer un paraguas.
Se burló Justin, dirigiéndose a la cocina.
-No vi venir esto. Era un esplendido día soleado antes de que esas nubes llegaran y llovieran sobre nosotros.
Dije, yendo detrás de él.
Depositó sobre la mesa las bolsas con las compras que habíamos salido a hacer y se acercó. Se detuvo frente a mi y sonrió.
-Estás hermosa.
Me halagó, antes de proporcionar un corto beso a mis labios.
-Pero voy a buscarte algo de ropa seca antes de que te enfermes, chica febril.
Agregó antes de partir a la habitación.
Reí. Mi organismo levantaba fiebre con facilidad y él fue testigo de eso el invierno que falté dos semanas a la secundaria para reposar mis treinta y ocho grados. Era algo tan común en mi que ni siquiera asistía al medico para tratarlo. Además, ellos insistían en que yo estaba somatizando al enfermarme así, pero yo estaba segura de que nada malo pasaba en mi interior. Mi estado mental estaba en excelentes condiciones.
Claro, si sacamos de la lista los ataques de pánico.
Pude escuchar la lluvia caer con mucha mas fuerza mientras guardaba en las alacenas todo lo que compramos. Otro trueno resonó, esta vez con mucha mas potencia, y las luces de la casa se apagaron de inmediato. Aun así, algo brillaba en la sala, titilando con lentitud.
Fui a inspeccionar y me encontré a Justin avivando un agradable fuego en la chimenea.
-Estabas preparado para el corte de luz.
Observé.
-Me lo vi venir. El verano y las tormentas no son una buena combinación.
Explicó, incorporándose.
Dirigió su mirada a mi y sonrió.
-Ven aquí.
Estiró su brazo y me acerqué para tomar su mano.
El calor que irradiaban las llamas golpeó mi cuerpo y alivió el frió de mi piel. Justin me señaló las prendas que había en el sofá con su mano libre.
-Será mejor que te cambies. Estás helada.
Me sugirió.
Me quedé mirando fijamente sus ojos. Ahora no solo la humedad le agregaba perfección a sus rasgos, si no que la penumbra lo relucía. Como dije antes: era hermoso. No podía creer que fuera real. Toqué su mejilla con mi mano y también la encontré fría.
-Tu también deberías secarte.
Dije.
-Tú primero.
Con su cabeza señaló a la oscuridad, pero había pasado suficiente tiempo en su casa para saber que ahí estaba el baño.
Acarició mi brazo y mi piel volvió a erizarse, haciéndome estremecer, pero esta vez sin que tenga nada que ver con el frío.
Lo miré otra vez, empezando a desabrochar los primeros botones de mi camisa. Él miró mi movimiento y abrió sus ojos con sorpresa.
-¿Qué haces?
Preguntó, deteniendo el movimiento de mis manos con las suyas.
-No voy a cambiarme en el baño, hace frío.
Me excusé.
Él tragó saliva y asintió. Tomó otra muda de ropa que había sobre el sillón y empezó a encaminarse al baño. Justo cuando me estaba por sentir decepcionada, él se detuvo y volvió a donde yo estaba.
-Bueno, yo tampoco voy a cambiarme allí. No voy a ver nada.
Las ultimas palabras las susurró sobre mis labios antes de besarme.
Sus dedos tomaron mi camisa a la altura donde yo dejé el trabajo. Separó nuestras bocas para hacer contacto visual conmigo. Sus ojos se veían oscuros y no abandonaron los míos ni un segundo mientras desabrochaba todos los botones. Cuando lo logró, sacó la prenda fuera de mi.
Volvió a besarme con suma delicadeza. Tomé la punta de su camiseta y la tiré hacía arriba, sacándola del camino. Otra vez, me miró directamente cuando nos separamos. Estaba perdida en sus ojos mientras él acariciaba mi espalda y desabrochaba mi sujetador. Deslizó una tira de este por mi brazo derecho y cuando lo liberó, lo pasé alrededor de su cuello, haciendo lo mismo con el izquierdo. Nuestros torsos desnudos hicieron contacto y los dos gemimos juntando nuestras bocas.
Su sabor me embriagaba mientras nos despojábamos del resto de nuestra ropa. Caímos lentamente sobre la alfombra frente al fuego. Con un par de manotazos, Justin alcanzó una frazada que había sobre el sofá y nos tapó con ella antes de posicionarse entre mis piernas.
Me abrazó con fuerza.
-Tienes que decirme si quieres que me detenga.
Murmuró en mi oído.
Su voz ronca y su aliento electrificaron mi cuerpo. Asentí, aunque no había comprendido sus palabras.
Él me miró con sus ojos llenos de deseo y adoración antes de entrar en mi.
Dolió.
Dolió muchísimo. Me aferré a él mientras nos besábamos, tratando de pensar en otra cosa que no fuera el ardor. Pero entonces, tan repentina como la tormenta, una ola de placer sacudió mi cuerpo.
No sé cuanto tiempo estuvimos enredándonos y girando en el piso, pero pensaba que no podía ser mas feliz, hasta que él pegó su frente a la mía, sin dejar de moverse y gimió un:
-Te amo, Chelle.
Sin pensarlo, solo sintiéndolo, yo solté en respuesta:
-Te amo, Justin.
Y entonces los dos explotamos.
Bieber is Back - Tatteana Pedernera
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Bieber is Back
Teen FictionAcusado de homicidio, Justin Bieber se dio a la fuga, dejando sin aviso previo las pocas cosas que tenía en la ciudad, entre ellas a su novia. Dos años después, Michelle Mileston al fin tiene una vida normal: asiste a la universidad, se divierte c...