Capítulo 2

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El niño que por poco casi le había hecho caer con café y todo, pasó corriendo junto a ellos, riendo divertido de sabe Dios qué cosa. Esa risa infantil le despertó de esa nube en el que había caído. El sonido de la cafetería comenzó a volver lentamente a sus oídos, como un eco muy lejano. Aquella mano, la de su cliente rozó la suya suavemente. Mandando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Aquélla voz que hacía unos minutos había escuchado volvió a sonar, un tanto preocupada.


-Disculpe... ¿Sucede algo?- Su voz denotaba preocupación, pero algo más había allí. Ho Seok tuvo un leve pensamiento de que había también un deje de nerviosismo. Las cejas de su cliente se encontraban levemente arqueadas, al igual que su boca, mostrando una leve mueca. Pudo ver pequeños ojos hacerse más chicos, al este hacer aquella mueca por mero instinto. Sus ojos regordetes y aquellas mejillas resaltaron en demasía, haciéndole casi volver a volar en aquélla nube.

No supo porqué, pero Ho Seok mordió sus propios labios al sentir cierta sensación que nada le gustó, porque de verdad, la sensación no era nada grata. Asentó bien los lentes en la mano contraria, haciendo que ahora sus dedos sintieran cierto cosquilleo que le hizo abrir los ojos y fruncir el ceño confundido, pues, pudo ver cómo el chico había sentido ese mismo cosquilleo también. Este alejó su mano de manera rápida pero no brusca para así tocarla con la libre, rozando las yemas de sus dedos por sobre había sentido los dedos de Ho Seok. Vio cómo luego cubría su mano con la libre, cubriendo aquella sensación.

El mesero hizo una mueca con los labios y tragó saliva aún confundido, y se levantándose de donde se encontraba para irse y despedirse de su cliente de manera tranquila, pero su voz le traicionó y en ella se pudo notar un poco de nerviosismo, y aunque no supo porqué, sus voz también se notaba apagada.

-No, disculpe. Disfrute de su desayuno...-susurró e hizo una leve reverencia para luego alejarse e ir a la barra casi de manera automática.

¿Por qué tenía tantas ganas de alejarse de esa persona? ¿Por qué a la vez quería seguir quedándose y poder apreciar aquellos ojos? Maldita sea, no lo sabía.

Su dolor de cabeza se asentó aún más mientras se alejaba, tocó su cabeza sobó sus cabellos mientras suspiraba. Al parecer sí había tomado alcohol la noche anterior, y por ello mismo no recordaba nada, volvió a suspirar cansado. Se colocó tras la barra y volvió a preparar los pedidos aún pendientes, haciendo que así pasara la mañana ocupado preparando todo tipos de cafés y algunos que otros jugos.

Esa mañana había sido demasiado ajetreada para el pelinegro, lo cual se sentía más cansado que de costumbre. La hora libre ya había caído, haciendo que limpiara la última mesa mientras veía a unos de sus otros compañeros llegar para el horario de la tarde, lo que le recordó que ese día él trabajaba hasta entrada la tarde/noche. Arrugó la nariz e hizo un puchero. Sus ojos por alguna razón recorrieron todo el salón, mirando las sillas y mesas vacías, pero sus ojos se detuvieron en una mesa en particular, por unos segundos se mantuvo mirando aquél vacío espacio. Negó lentamente con la cabeza y dejó el paño en la barra para así salir por la puerta trasera de la cafetería. Apenas abrió la puerta, pudo divisar a su amigo apoyado contra la pared, fumando un cigarro y hablando por teléfono.

Ho Seok llegó junto a él, su mejor amigo guardó el teléfono en el bolsillo y le dio una calada a su cigarro para luego mirar al pelinegro llegar junto a él. Ho Seok se apoyó en la pared también, al lado de este, mirándole un poco desde arriba ya que era unos centímetros más alto, alargó la mano y le quitó el cigarro al pelirrojo, dándole él una calada al pequeño cilindro. Pudo ver el pequeño punto rojo brillar frente a sus ojos, siendo acompañado por el humo que luego soltó, observó el humor dispersarse mientras daba otra calada y le devolvía el cigarro a su respectivo dueño, quien le miraba como si quisiera matarlo. Le fulminaba con la mirada por haberle quitado su cigarro.

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