Capítulo 3

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Ji Min desplegó su bastón tranquilamente y suspiró en el proceso mientras esperaba que el ascensor abriera sus puertas. Tarareando aquella divertida canción que le indicaba que el ascensor había llegado al piso anteriormente indicado y caminó hacia delante, ayudándose con su bastón desplegable. Salió del Lobby del edificio y escuchó al portero dedicándole los buenos días. El castaño sonrió y asintió tranquilo al saludo.

Caminó directo a su destino, el café del día anterior. A decir verdad, Ji Min sabía perfectamente cómo arreglárselas a la hora de cocinar, pero no venía mal desayunar en un café, el cuál quedaba cerca de su piso y trabajo. Además de que ese lugar tenía unos deliciosos cafés, y pudo comprobarlo el día anterior. Recordando aquella mañana, tocó las gafas que ocultaban sus ojos y arrugó un poco la nariz. Había perdido los lentes cuando tropezó justo enfrente de su vecino. Ninguno se había dado cuenta que los lentes habían volado lejos, solo se preocuparon con los libros que el castaño llevaba en la caja, y fue así como perdió sus lentes favoritos. Solo esperaba que los que se había puesto para este día combinaran con la ropa que llevaba puesta. Tae era el que siempre elegía su ropa y había olvidado decirle a Tae que le ayudara con lo de los lentes.

Volvió a arrugar la nariz por el recuerdo e hizo un puchero extrañando sus lentes de sol favoritos. Los recordaba, porque se los había regalado Tae en su cumpleaños, meses antes del accidente y los había estado cuidando como oro.

Escuchó la música la cual indicaba que ya podía cruzar de calle y así lo hizo, llegando a los pocos minutos a su destino. Entró al café y lentamente se acercó a donde sabía que estaba la barra. Una persona se acercó a él, Ji Min pudo reconocer la voz de aquella persona y sonrió levemente. Era del primer mesero que le había dado una mesa el día anterior.

–Oh, ha vuelto. Bienvenido. – habló el mesero mientras le tomaba del brazo y le ayudaba a ir a una mesa.

Ji Min sonrió y soltó una leve risa al mesero mientras se dejaba llevar. Podía sentir el deje amable y divertido en sus palabras. Ji Min asintió mientras se sentaba en la silla y plegaba su bastón, dirigiendo su cabeza hacia su derecha, donde debería de estar su mesero.

–Me verán seguido por aquí. – respondió riendo un poco. – Soy Ji Min, es un gusto.

EL mesero se sorprendió al ver qué tan amistosa era esa persona. No pudo no pensar que era una persona muy inocente. Sonrió abiertamente mientras sacaba la libreta y su lapicera de su bolsillo trasero y lo posicionaba para escribir.

–Soy Yoon Gi, el mismo mesero que le atendió ayer. – respondió amigablemente. –Soy el encargado de los haraganes que hay en este café.

Ji Min rio divertido hacia dónde provenía la voz y pidió un café con tostadas, pidiéndolas ya untadas. Se dedicó a esperar tranquilamente, escuchando alguna que otra conversación de las personas que se encontraban a su alrededor. Desde que había perdido la vista, su oído se había vuelto más sensible, al igual que su tacto y nariz. Podía escuchar sonidos que las personas normalmente no escucharían al ocupar sus sentidos en la vista. Desde donde estaba podía escuchar la máquina de café en funcionamiento. Pudo oler el café y las tostadas de otras personas en otras mesas, lo cual le provocó un leve rugido a su estómago. Ji Min sonrió levemente y sacó un libro que tenía en su bolso de mano. Mientras esperaba su café, leería un poco, pues, de seguro habría demasiada gente en el café y demorarían un poco.

Y no se equivocó.

El café y sus tostadas llegaron y fueron colocadas en la mesa frente a él, junto con una disculpa del mesero, de Yoon Gi. Ji Min le sonrió en muestra que no le importaba esperar. Y era verdad, se había concentrado en leer su libro y no tenía idea de cuánto habrían tardado.

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