Introducción.

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Skyler Charlotte.

Una mujer más en este mundo decidió ponerle dicho nombre a una bebé. Esta preciosa niña recién nacida, observaba con sus azules ojos el rostro de la mujer que le había dado la vida junto a, según la mujer que sujetaba a la bebe, un monstruo.

La mujer aun no podía creer haberse quedado embarazada de tal ser, estaba tan borracha aquella noche y él le había metido tantas cosas en la cabeza, se daba pena.

Sus ojos volvieron a chocar con los de la bebé, se parecía a él. Depositó un beso sobre la frente de la niña, para luego dejarla en la cesta.

Llevaba preparando esta momento desde que se entero de quien era él en realidad, desde que tenia tres meses de embarazo.

Se había pasado tanto tiempo en el parque buscando a la adecuada, para nada. Al final, la elejida fue la enfermera que le traía un vaso de agua cada vez que lo necesitaba. Esa mujer que no podía tener hijos propios, ni tampoco adoptarlos porque las agencias de adopción no creían que estuviese preparada, esa mujer si lo creía. Es una persona muy cariñosa que daría su vida por aquellos que quiere, por ello era la mejor.

En la cesta donde estaba la niña, había unos papeles que le hacían oficialmente la madre de la pequeña criaturita y otros que mostraban la identidad de la bebé, únicamente necesitaba un apellido. Entre las mantas que calentaban a la niña de ojos claros, había un pequeño diario que relataba todo lo sucedido durante el embarazo y el por qué de su decisión.

Bajó la vista para ver a la niña que hace un mes crecía en su barriga, no lloraba, se le notaba que iba a ser muy fuerte pero débil, pues necesitaría un hombro donde descargar sus emociones.

Una extraña mezcla del carácter débil, asustadizo y miedoso de ella, y el mal genio, la cabezonería y la fuerza de él.

Llamó al timbre de la casa de dos plantas donde vivía la enfermera que le había atendido tantas veces y corrió a esconderse en unos arbustos que adornaban la calle.

La mujer vio como la enfermera abría la puerta pero, al no ver a nadie, tuvo la intención cerrarla, hasta que el perro salió de la casa y empezó a oler la cesta que se encontraba a los pies de la enfermera. Esta destapo un poco las mantas que cubrían a la bebé y su rostro de sorpresa confirmó que ya se había dado cuenta que era lo que escondía esa cesta.

Cojio a la bebé en brazos y con la mano libre la cesta.

Pero el gesto que hizo a continuación llamo la atención de la mujer escondida.

La enfermera clavó sus ojos en la luna llena que reinaba en el firmamento rodeada de brillantes estrellas en la oscuridad de la noche.

—Cuidaré de tú hija, diosa luna.—tras sus palabras se adentró a la casa y cerró la puerta.

La mujer esperó varios minutos antes de marcharse, cuando lo hizo, se alejó unos pasos para luego hacer la misma acción que la enfermera, mirar a la luna y formular sus deseos.

—Cuidalas, diosa.

Hasta ella misma se había asombrado de sus palabras unas vez dichas, ella no creía en aquello que no podía ver.

Hasta que llegó él.

(...)

Jake Adam.

Una orgullosa mujer cargaba a un precioso bebé, su segundo hijo, otro Smith en la familia.

Su marido veía con orgullo en los ojos al nuevo integrante, a su primer hijo varón. En esos instantes se sentía el ser más feliz del universo, con su hija de dos años sobre sus piernas observando a su hermanito, su mujer con el heredero directo de todo lo que le rodeaban (para ellos era muy importante tener a un varón en la familia, por muy antiguo y machista que sonase) entre sus brazos, y el bebé con sus ojos abiertos y su manita en puño dentro de su pequeña boca.

Los cuatro en la parte trasera de la lujosa casa. Esta parte daba a un profundo bosque con altos y fuertes árboles, la luna en lo más alto alumbrando a la familia junto a las estrellas, evitando la oscuridad a aquellas altas horas de la noche.

El bebé observa con atención el satélite, aunque para su familia fuese más que eso, mientras alza su mano para intentar alcanzarla.

El gesto ablanda el corazón de sus padres por la ternura que desprende su acción.

El padre pone su dedo índice en la pequeña mano de su hijo, quien envuelve la extremidad con una fuerza asombrosa.

—Algún día tendrás a tu luna, cachorro.—le susurra a su hijo.—Algún día...

La risa de su hijo se escucha en el silencio establecido, como si respondiera con alegría las palabras formuladas por su padre.

Skyler.|| #NDAWARDS2016 #BigWinners #NSAwards #PBMinds2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora